Escribía david Trueba en El País el 27-9-2011:
"Cada vez que oigo a alguien protestar porque los niños de ahora no saben divertirse ni jugar recuerdo a mi padre contar que su divertimento principal en la infancia era meter una piedra en la bufanda y arrearse entre amigos. Rafael Azcona solía blandir una viñeta de The New Yorker cada vez que alguien le endilgaba un sermón sobre cómo íbamos a peor. En ella se veía a dos tipos del paleolítico y uno le decía al otro: "Mucho quejarse del estrés, la contaminación y la vida moderna, pero la esperanza de vida de ellos es de 80 años y la nuestra no pasa de 30".
Hay quien dice que el pesimismo es una trampa para colarte lo peor como irremediable.
viernes, 30 de septiembre de 2011
lunes, 19 de septiembre de 2011
El sol de oro
Si alguien tiene la suerte de ir en un kayak cuando el sol se pone podrá reconocer un estado de oro en su ánimo:
“Su propia esfera de vida, un excedente de fuerza para la belleza, el coraje, la cultura, refinamientos hasta en lo que hay de más espiritual; una raza afirmativa que pudiera concederse todo gran lujo ...” (Nietzsche, La Voluntad de Poder).
Los protagonistas, que reman por la ría de San Esteban de Pravia y de San Juan de la Arena, son capaces de sentir la mayor euforia y son capaces de:
“Llevar esta suma enorme de miserias de toda especie, poder llevarla y ser, al mismo tiempo, el héroe que saluda, en el segundo día de la batalla, la venida de la aurora, la llegada de la felicidad... siendo el heredero de toda nobleza, de todo espíritu del pasado... el más noble entre todas las antiguas noblezas, y, al mismo tiempo, el primero de una nobleza nueva... tomar todo eso sobre su alma... resumirlo en un solo sentimiento, esto, ciertamente, debería tener por resultado una dicha que el hombre no ha gozado nunca hasta hoy; la dicha de un dios, pleno de poderío y de amor, de lágrimas y de risas; una dicha que semejante al sol de la tarde, hará don incesante de su riqueza inagotable para verterla en el mar y que, como el sol, no se sentirá plenamente rico sino cuando el más pobre pescador reme con remos de oro. Esa dicha divina se llamaría entonces humanidad.” (Nietzsche, El Gay Saber, aforismo 337).
Joan Miró decía: “Hay que explorar todas las chispas de oro de nuestra alma”.
Mientras tanto Calder exploraba las inspiraciones áureas más elevadas, el refinamiento de las sensaciones dinámicas, el encanto del movimiento.
“Su propia esfera de vida, un excedente de fuerza para la belleza, el coraje, la cultura, refinamientos hasta en lo que hay de más espiritual; una raza afirmativa que pudiera concederse todo gran lujo ...” (Nietzsche, La Voluntad de Poder).
Los protagonistas, que reman por la ría de San Esteban de Pravia y de San Juan de la Arena, son capaces de sentir la mayor euforia y son capaces de:
“Llevar esta suma enorme de miserias de toda especie, poder llevarla y ser, al mismo tiempo, el héroe que saluda, en el segundo día de la batalla, la venida de la aurora, la llegada de la felicidad... siendo el heredero de toda nobleza, de todo espíritu del pasado... el más noble entre todas las antiguas noblezas, y, al mismo tiempo, el primero de una nobleza nueva... tomar todo eso sobre su alma... resumirlo en un solo sentimiento, esto, ciertamente, debería tener por resultado una dicha que el hombre no ha gozado nunca hasta hoy; la dicha de un dios, pleno de poderío y de amor, de lágrimas y de risas; una dicha que semejante al sol de la tarde, hará don incesante de su riqueza inagotable para verterla en el mar y que, como el sol, no se sentirá plenamente rico sino cuando el más pobre pescador reme con remos de oro. Esa dicha divina se llamaría entonces humanidad.” (Nietzsche, El Gay Saber, aforismo 337).
Joan Miró decía: “Hay que explorar todas las chispas de oro de nuestra alma”.
Mientras tanto Calder exploraba las inspiraciones áureas más elevadas, el refinamiento de las sensaciones dinámicas, el encanto del movimiento.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
El mayor bien no es pequeño
Aunque a veces nos parezca, como a Calderón de la Barca, que "el mayor bien es pequeño", también sentimos que incluso el más pequeño de los bienes puede ser un tesoro para cada uno de nosotros.
En los días indicados, y si tenemos el ánimo dispuesto, podemos ver en cada una de las montañas una escultura gigantesca y sorprendente, bastante sólida, erosionándose con el viento, rehaciéndose en el aire.
Y, a veces, a 2.407 metros de altura, en peña Ubiña, vemos un zorro que se acerca a comer a nuestras manos. El mundo está lleno de maravillas, también de clamorosos silencios.
En los días indicados, y si tenemos el ánimo dispuesto, podemos ver en cada una de las montañas una escultura gigantesca y sorprendente, bastante sólida, erosionándose con el viento, rehaciéndose en el aire.
Y, a veces, a 2.407 metros de altura, en peña Ubiña, vemos un zorro que se acerca a comer a nuestras manos. El mundo está lleno de maravillas, también de clamorosos silencios.
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