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lunes, 25 de febrero de 2013

Algunas desapariciones

Todas las citas son de "Sefarad", de Antonio Muñoz Molina y tal vez sirvan para pensar algo más.

Primero aparece William Blake, cuando dice aproximadamente que los deseos sin acción producen la peste; nos deja encogidos, abrumados por la inactividad existencial en la que nos encontramos y desencontramos. La peste no debe ser otra cosa que ese fondo de inautenticidad en el que se vive por no atreverse a ser lo que se es; por no seguir la ley del ser, que decía Nietzsche. José Antonio Marina diría que no debemos intoxicarnos de pasividad.
Asi puede desaparecer la inacción.

Y a veces, dice Muñoz Molina, se enferma de palabras, "la vida entera es mirar y esperar", mirar y no ver lo que más se desea, esperar a que aparezca el valor necesario.
Asi desaparece la desesperanza.

"Mundos enteros nos ignoran", decía Pascal. Paisajes inmensos nos esperan, grandes viajes que deberían iniciarse con nosotros, aunque sólo sea para constatar nuestra insignificancia atravesando grandiosos territorios.
Así debe desaparecer la melancolía.
 
"Estaba como si durante todos los años transcurridos hasta este momento sólo hubiera hecho mecánicamente lo que se deseaba de mí, esperando en realidad una voz que me llamara", escribía Kafka.
Y debe desaparecer la pasividad.

"Mi vida es lo que no me sucedía, mi amor... que estaba muy lejos y quizás no volviera, mi verdadero oficio una pasión a la que en realidad no me dedicaba", dice Muñoz Molina.
Que desaparezca la tristeza.

"Todo hombre guarda en su corazón una cámara real, yo he sellado la mía", escribía Flaubert.
Y desaperecen las bibliotecas escondidas.

"La vida real estaba en un plano alejado", insiste Muñoz Molina.
Porque no deben desaparecer los seres verdaderamente humanos.

Y, desde luego, no deberíamos permitir más desapariciones, ni la de la escultura "Equal-Parallel" de Richard Serra ni la de los contenedores con residuos nucleares de la central de Ascó, tampoco las 500.000 toneladas de carbón que "desaparecieron" en Asturias ni las desaparciciones de los derechos humanos.



 

Al revés

Qué mal se llevan esas justificaciones fáciles, frívolas, retóricas y gratuitas que exculpan de todo mal al sistema capitalista o al comunista, a los gobiernos de turno, a  los Estados, a los ministerios, a los que deberían ser responsables, a los banqueros, a los empresarios... de los sacrificios que siempre -qué casualidad- han de hacerse con los sectores menos protegidos de la sociedad, con los trabajadores, con los parados, con las clases sociales más bajas en rentas disponibles (no en dignidad ni en respeto).
Qué curioso que nunca se plantee el relato al revés, que sean los poderosos, los millonarios, los empresarios y los banqueros los que se exijan a sí mismo sacrificios con tal de no perjudicar el estado de bienestar de la mayoría de la población.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Ficción


-¿Jura usted decir la verdad, toda la mentira y nada más que la ficción?

-Sí, quiero.

martes, 5 de febrero de 2013

Una verdad


Cuando vieron que sus mentiras eran insostenibles, empezaron a  engañar con la verdad.

viernes, 1 de febrero de 2013

Otros dioses


A esos dioses que aparecen en los mejores momentos , en los inmensos placeres, en los gozos y en las dichas, en las alegrías y en las mayores felicidades... con sus cargas de culpas, pecados y arrepentimientos,
esos mismos dioses que nunca aparecen para resolver guerras y holocaustos, homicidios y torturas, injusticias y corrupciones, sufrimientos, dolores, enfermedades y muertes...
esos dioses siempre inoportunos, equivocados, que ni siquiera para lo mejor de la vida tienen arreglo, solución ni repuesto.
A esos dioses incompetentes, resentidos e impotentes, incapaces de la más mínima satisfacción, nada tengo que decirles. 
Si existiesen se darían cuenta de su inutilidad esencial y completa.

Otra vida


Cuando creía entender la juventud, empezó a hacerse mayor; cuando estaba a punto de cogerle el truco a la madurez, comenzó a envejecer; cuando se resignaba a la vejez, llegó la muerte, pero no lo vio preparado
Entonces decidió volver a ser niño y joven otra vez, aunque no lo entendiese. 
La vida tampoco estaba tan mal, era el final el que tenía que ser mejorado.