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jueves, 26 de enero de 2012

Dostoievski

Decía Dostoievski que si Dios no existe, todo está permitido. Cualquier estudioso de la Historia de la Humanidad puede ver que casi siempre parece que todo está permitido. Algo parecido puede empezar a suceder en este país, si algunos que han sigo juzgados son declarados no culpables por la ley, todo estará permitido y el sentimiento de desolación, de injusticia y de vergüenza se puede apoderar de los mejores ciudadanos.

Que los sinvergüenzas prosperen con tanta habilidad en este mundo, podría demostrar la inexistencia de Dios o, al menos su indiferencia por los asuntos humanos. En cualquier caso nunca dejarán de asombrarnos los partidarios de la santa desvergüenza, los corruptos y sus hábiles abogados, la maldad tan refinada, la capacidad para retorcer la verdad con todas las mentiras posibles...¡tan difícil es ser honesto en esas altas esferas!

¡Qué conductas tan ejemplares!, ¡qué modelo para las siguientes generaciones! y qué atentos los arzobispos de algunas religiones que predican la pobreza evangélica para no decir nada sobre estos comportamientos.

Va a ser verdad lo que decía aquel epitafio en el que estaba escrito que aquella persona había vivido como Dios, "que el bien lo había hecho mal y el mal lo había hecho bien".

Leonard Cohen

"Un manual para vivir con la derrota". Así titula El País la presentación de su último disco "Old ideas".

Cohen afirma en una de sus canciones: "No tengo futuro, el pasado durará pero la maldita oscuridad también".

"Sobre el retiro, sobre su afición semirreligiosa a vivir alejado del mundo, en un monasterio rodeado de hielo. Su representante contará luego que el viaje a Europa ha estado a punto de cancelarse porque Cohen salió a subir montañas heladas y se cayó, por suerte, sin romperse nada".

"Me gusta poco lidiar con las urgencias de la vida real", dice él. "Sé muy bien que la edad tiene mucho que ver con mi actual libertad, y también sé que a medida que te haces viejo se van muriendo las neuronas de la ansiedad."

"Uno nunca se libera de su propia estupidez", responde con un deje de sátira. "Nuestra incompetencia siempre nos da nuevas oportunidades para humillarnos, y esa realidad nunca es mala para el intenso y doloroso proceso de autocrítica".


Old ideas es un manual para vivir con la derrota. "Las canciones operan en distintos niveles. Sirven para el corazón y las derrotas, aunque a veces también es útil lavar los platos. Para curar el dolor y dar vigor, la música es lo mejor."

Alcanzar el universo

"Ensayos escogidos", de Emerson:
«No hay mayor ni menor, grande ni pequeño. El universo cabe en el alma de un hombre. / Tú, quienquiera que seas, eres el dueño / de infinitas estrellas y del año solar, / del arrojo de César y la mente de Shakespeare. / El mundo empieza en ti y en ti termina. / En ti, que no eres nadie y eres todo, / que eres la entera humanidad y solo un hombre, / un hombre solo frente a la mar inmensa».

viernes, 20 de enero de 2012

La eternidad desde este instante

Perdidos en un presente cambiante, provisional, móvil, efímero y escurridizo, algunos seres humanos se imaginan a sí mismos en posesión de sus "verdades", convencidos de ser, estar y sentir lo más definitivo de su vida, su pequeño tiempo presente.

Podemos pensar que intentan no darse cuenta de que estuvieron ausentes de este universo hasta que empezaron a existir y de que volverán a desaparecer de este presente magnificado a la primera de cambio.

Tampoco nos parece hoy la mejor solución creer en la eternidad desde este instante, ni siquiera perder la noción del tiempo nos parece adecuado. Tal vez ascender por el tiempo, sin temor al peligro de las máximas alturas cronológicas, sea una de las opciones para este viernes.

O simplemente ser como la nieve, silenciosa, blanca, pura, suave, sin exigencias, perfecta.

jueves, 19 de enero de 2012

"El sistema es antinosotros"

Un párrafo muy lúcido de un libro muy inteligente, "El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales", de Carlos Granés. Ed Taurus:

"Estos jóvenes no quieren cambiar su estilo de vida; tampoco piden mayor libertad sexual ni más espacios lúdicos. Piden lo contrario de lo que pedían los sesentayochistas. Quieren entrar en el sistema alienante, quieren un Estado de Bienestar tan burocrático como deba serlo siempre y cuando garantice educación, salud y prestaciones de desempleo; quieren un trabajo estable y perspectivas económicas que les permitan proyectarse hacia el futuro con algún grado de certeza. Antes había que hacer un gran esfuerzo para rechazar las costumbres y estilos de vida de la burguesía; hoy, por lo visto, lo difícil es ser burgués, así se tengan todas las credenciales para serlo –carreras universitarias, posgrados, viajes, intercambios, compromiso ciudadano–. Todo lo que rechazaron los vanguardistas, desde las carreras profesionales hasta un futuro asegurado, pasando por la propiedad y el reconocimiento social, es lo que ahora piden los jóvenes. Ya probaron una vida libérrima; ya probaron la crisis de autoridad en los colegios y universidades; ya probaron las excitantes aventuras que ofrece una vida al margen, sin nada garantizado, con todo en contra, y no les gustó. No se convirtieron en superhombres, como hubiera pronosticado Nietzsche, sino en desempleados frustrados que no pudieron lograr aquello que más anhelan: tener una casa y un trabajo, ser ciudadanos modelo que se preocupan por el medio ambiente, conviven amistosamente con sus vecinos inmigrantes y pagan cumplidamente sus impuestos. Uno de los lemas colgado en la Plaza del Sol recogía con acierto este sentimiento: “No somos antisistema, el sistema es antinosotros”.

lunes, 16 de enero de 2012

Filosofía de procesos irreversibles

Escribía José Luis García Martín:
"Una inscripción. A la entrada del cementerio de San Michele: Si no estoy en tu corazón no estoy en ninguna parte".

Stephen Hawking decía:
"Acuérdense de mirar hacia las estrellas y no hacia sus pies. Intenten encontrar un sentido a lo que ven y pregúntense por aquello que hace que exista el universo".

Un amigo me decía que si pudiera elegir su actitud ante la vida y ante todo lo que piensa, no estaría nada seguro de que olvidar y recordar lo perdido fuesen las mejores opciones.

jueves, 12 de enero de 2012

La fantasía interminable

Al segundo día atravesaron el País de los Árboles Cantores.
Cada uno de los árboles tenía una forma distinta,
hojas distintas, distinta corteza, pero la razón
de que se llamara así esa tierra era que se podía escuchar
su crecimiento como una música suave, que sonaba
de cerca y de lejos y se unía para formar un potente
conjunto de belleza sin igual en toda Fantasia.
Se decía que no dejaba de ser peligroso caminar
por aquella región, porque muchos se habían quedado
encantados, olvidándose de todo.


La historia interminable, Michael Ende

martes, 10 de enero de 2012

Gustavo Martín Garzo

Escribía el domingo pasado en El País mi admirado Gustavo Martín Garzo un luminoso artículo titulado "Una casa de palabras". Entre otras maravillas citaba a dos grandes escritores:

"Paul Valéry dijo que la ternura era la memoria de haber sido tratados con atenciones extraordinarias a causa de nuestra debilidad. Ningún niño se olvida de esas atenciones."

“Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.
Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.
A veces sólo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido”

Wislawa Szymborska.

Al leerlo les agradecí a los tres que me hubiesen iluminado, cuánta falta nos hacen las palabras que nos explican lo que sentimos y tan torpemente entendemos. Ahora podemos asegurar y confesar que, en algunos momentos de nuestras vidas, hemos sido tratados con atenciones extraordinarias, tal vez a causa de nuestra debilidad, y que nunca olvidaremos aquellas atenciones.
De aquella epifanía surgió nuestra alma, que todavía disfrutamos a veces.

lunes, 9 de enero de 2012

El globo

Su aire, su vida, su sonrisa y su alma estaban en aquel globo aerostático medio desinflado que, a cientos de kilómetros de distancia, se mantenía a escasos centímetros del suelo como si ya su único afán fuese no sentir la dureza de todas las caídas.

Un larguísimo y finísimo tubo invisible lo unía al resto de su esfera central; el mundo se había desviado todo lo posible y apenas había atmósfera para sostener un ser flotante, anemófilo, cuya única tarea parecía consistir precisamente en soñar.

No es necesario insistir en todos los tipos de dificultades que había que vencer cada día por el hecho de mantenerse tan lejos del principio y del centro de la alegría. Incluso le costaba a veces respirar.

Los días en los que el viento soplaba con más fuerza el globo se movía un poco a la deriva, pero no eran mejores los días calmados; flotar así, con tan poco sentido y sustancia, no era lo más indicado para su ser, ya casi sin ley ni destino.

El nombre

Le hizo un regalo y puso a su nombre el universo, el ser y la nada, los dioses y las nubes. Lo puso todo a su medida.

El Dios de Nietzsche

Decía Nietzsche que sólo podría creer en un Dios que supiese bailar.
También se podría decir que sólo nos podría gustar un Dios que no se conociese a sí mismo, que no fuese consciente de sí mismo ni de su naturaleza. ¿Quién podría soportar una soberbia divina, la de un ser que se sabe perfecto?

Primer nivel

A veces parece que estamos viviendo sólo en el primer nivel de la alegría.