El Gobierno, en un inaudito ataque de honestidad, decidió garantizar por ley la subida de las tarifas eléctricas un 0,25 anualmente y subir las pensiones tres o cuatro veces al año; asimismo decidió bajar o congelar los sueldos de todos los altos cargos, banqueros, directivos, ejecutivos y subirles mucho los sueldos a todos los trabajadores. También decidió retirarles las prestaciones de la Seguridad Social a los más ricos, que no la usaban, y devolvérsela a los que más la necesitaban. Tampoco se olvidaron de los dependientes que tantos cuidados merecían.
No volvieron a votarles los de siempre, pero aquel gobierno llegó a ser el más popular de la historia.
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