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martes, 23 de septiembre de 2014

Confusiones

Lo que empezó siendo una conmovedora defensa del horizonte y de las líneas horizontales, se convirtió con el tiempo en una apasionada defensa de algunos intereses claros y llanos. Algunos partidarios de tanta horizontalidad se convirtieron en radicales horizontalares y quisieron imponer su ideología plana a todos los demás que veían diferencias evidentes entre valles y montañas; de ahí surgieron los fanáticos horizontalistas que exigían la eliminación urgente de todas las alturas, desniveles y montañas de la Tierra.

Los defensores de las alturas, llamados por algunos alturistas, eran firmes partidarios de mantener las diferencias entre lomas, picos, montes, torres, montañas y cordilleras, y de proteger la incertidumbre y la belleza de las elevaciones.

Sus posturas, siglos después, siguen pareciendo irreconciliables.

El derecho a decidir

Es curioso ese derecho a decidir, ¿qué se quiere decidir?, ¿más autonomía, autogobierno, soberanía, independencia... o más poder económico para las clases extractivas dirigentes?
Pero por qué no ir más allá y reclamar el derecho a decidir un trabajo para todos con un buen sueldo, el derecho a que el sueldo mínimo se acerque al que se ponen a sí mismos algunos gobernantes, el derecho a una buena sanidad pública, sin listas de espera y sin recortes, el derecho a una educación con inversiones de un país decente, el derecho a una vivienda digna sin desahucios, el derecho a una justicia justa, rápida y eficiente...
¿Por qué defienden tanto un derecho y olvidan la defensa de derechos humanos mucho más importantes y urgentes? Sin duda es una buena maniobra de distracción de muchos partidos, incluso de algunos que parecían de izquierdas.