Lo que empezó siendo una conmovedora defensa del horizonte y de las líneas horizontales, se convirtió con el tiempo en una apasionada defensa de algunos intereses claros y llanos. Algunos partidarios de tanta horizontalidad se convirtieron en radicales horizontalares y quisieron imponer su ideología plana a todos los demás que veían diferencias evidentes entre valles y montañas; de ahí surgieron los fanáticos horizontalistas que exigían la eliminación urgente de todas las alturas, desniveles y montañas de la Tierra.
Los defensores de las alturas, llamados por algunos alturistas, eran firmes partidarios de mantener las diferencias entre lomas, picos, montes, torres, montañas y cordilleras, y de proteger la incertidumbre y la belleza de las elevaciones.
Sus posturas, siglos después, siguen pareciendo irreconciliables.
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Me pido ingresar en el club de los alturistas altruistas y entregados, los habitantes de galaxias lunáticas, picachos transidos de belleza y andamios atiborrados de poesía. Si se previsa aval, requiérase a la Vida. Ella apoyará mi candidatura.
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