Decía el filósofo Sören Kierkegaard que la angustia que sentimos ante un acantilado no se debe al temor de que podemos caernos sino al miedo a decidir tirarnos nosotros mismos.
Algo parecido debe estar sucediéndoles a algunos líderes independestistas catalanes estos días, no tienen tanto miedo a caer como pánico a que su propia libertad les lleve a arrojarse al precipicio.
Lo que no cabe duda es que uno puede usar su libertad de la forma más angustiosa e irresponsable posible, incluso puede decidir arrojarse al abismo. Lo que NO DEBE de ninguna manera es arrojar a los demás. Si ya es un error el suicidio, lo que es absolutamente imperdonable es empujar a la muerte a los demás.
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