Varios años después de romper su noviazgo, se decide a escribirle.
Querida Jantipa,
me temo que tenías razón, tenía que conocerme a mí mismo, tal y como aparecía escrito con claridad en el templo de Apolo en Delfos.
Supongo que durante estos años he tenido tiempo para pensar y conocerme algo mejor, por eso puedo asegurarte que acertaste al decidir no casarte conmigo, tengo que reconocerlo.
Ahora soy una buena colección de problemas y, lo que es peor, parece que van agravándose sin que me vea capaz de mejorarlos ni de solucionarlos.
Cuántas discusiones nos hemos evitado. De todos modos, insisto, la vida no merece ser vivida si no es analizada.
Con cariño, Sócrates.
Ella le contestó:
Estimado Sócrates:
la vida que no es vivida es la que no merece ser analizada.
Jantipa.
martes, 26 de marzo de 2013
Perfección
Era perfecto y le había añadido por su cuenta y riesgo una buena colección de virtudes extraordinarias, también su ilusión le adjudicó maravillas y otras manifestaciones de encanto irresistible.
El conjunto era más que excelente pero, por si fuera poco, le sumó por su parte ideales estratosféricos y sonrisas de una belleza superlativa, y así se formó la idea en la que todo eran ventajas de un ser inolvidable.
El conjunto era más que excelente pero, por si fuera poco, le sumó por su parte ideales estratosféricos y sonrisas de una belleza superlativa, y así se formó la idea en la que todo eran ventajas de un ser inolvidable.
Lógica
Él le dijo que no podía negarle nada, es decir, que todo lo afirmaría y que le concedería todo. En ese momento ella, como aprovechando la ocasión, le dijo que tenía pensado dejarlo, que no insistiera.
Él se repitió lentamente que no podía negarle nada...
Él se repitió lentamente que no podía negarle nada...
viernes, 22 de marzo de 2013
miércoles, 20 de marzo de 2013
El escultor ingenuo
El escultor ingenuo
Un
día un escultor llegó invitado a un colegio para hablar con los niños. Después
de explicarles su trabajo empezó a contarles sus proyectos.
-Estoy
imaginando algo especial, quiero hacer unas esculturas nunca vistas, altísimas
y alargadas, inimaginablemente altas, como si se perdiesen en el cielo…
-¡Ya
existen!, le dijeron los niños con entusiasmo, son las farolas; no, son los
postes; no, la torre Eiffel, dijo otro niño; los rascacielos, dijeron otros…
-¡Vaya!,
no sabía que ya estaba inventado todo eso. Entonces quiero hacer unas
esculturas líquidas que se deslicen por los valles y que brillen y que lleven
toda su riqueza a un grandísimo depósito que se mueva…
-Son
los ríos y el mar y los océanos…
-¿Ya
existen?
-¡Sí!,
le dijeron entusiasmados.
-Qué
suerte tenéis en este mundo, parece que aquí hay de todo. En el mundo del que
procedo no hay nada de esto.
-Aquí
sí existen esas cosas y muchas otras, le contestaron.
-Es
igual, tengo más proyectos, también quiero hacer unas esculturas gigantescas,
altas y grandes, como si la tierra se levantase y no quisiera ser por más
tiempo horizontal, y se pudiera trepar por ellas…
-Esas
son las montañas, las cordilleras, los Picos de Europa, los Alpes, el Himalaya…
-Pues
haré unas esculturas que sean gaseosas, les dijo como si estuviera algo
contrariado porque adivinaban todas sus sorpresas..
-Son
las nubes, le dijeron.
-¡Las
nubes!, eso es excepcional. Entonces quiero hacer unas esculturas que no
conocéis aquí, unas que caminan, respiran, viven…
-Los
animales, dijeron unos; las personas, dijeron otros…
-Pues
unas que vivan sin moverse del sitio donde están…
-Los
árboles…
-¿También
tenéis árboles aquí?
-¡Sí!,
le dijeron todos juntos.
-Ya
sé, haré unas pequeñas, de colores, que huelan bien y que tengan formas
delicadas.
-¡Las
flores!
-Ya
sé, haré entonces unas que sean ligeras, que se abran y cuenten historias
fascinantes…
Los
niños tardaron unos momentos en contestar, pero una niña dijo:
-Los
libros.
-¿Hay
libros en este mundo?
-Claro,
muchísimos…
-No
sabéis la suerte que tenéis. Esto se pone difícil, a ver… también quiero hacer
unas esculturas que transmitan alegría, placer, felicidad y todos los grados de
entusiasmo.
De
repente se hizo el silencio en la clase y los niños no contestaban nada; ponían
cara de pensar y de discurrir, pero no acertaban con la solución.
-Las
sonrisas, dijo una niña.
-¡Qué
barbaridad!, lo sabéis todo, lo tenéis todo. No se me va a ocurrir ninguna
escultura nueva. Esperad a ver. Ya sé, quiero hacer unas que sean alargadísimas
y estiradísimas, que crucen a lo largo y a lo ancho del planeta, que pasen por
encima de los valles sobrevolándolos, que comuniquen las poblaciones…
-Esos
son los cables de alta tensión, los que llevan la electricidad.
-¡También
existen! Entonces voy a hacer unas con formas irregulares que circulen cerca de
vuestro planeta.
-¡Los
asteroides!, dijeron como si recordasen una lección bien aprendida.
-Si
ya existen los asteroides crearé una esfera brillante que ilumine el cielo y
llene de esperanza y de calor la vida de las personas...
-Es
el sol, son las estrellas, y además hay miles, millones de estrellas.
-Ya
sé, crearé conjuntos de miles de millones de esas luces y de otras esferas que
giren a su alrededor.
-Esas
son las galaxias y nosotros estamos en una.
-¡Caramba!
Así cualquiera. Entonces como quiero ser original voy a crear algo sorprendente
y admirable, unos seres ideales que inspiren a
los artistas y les ayuden a descubrir nuevas formas de belleza.
-Son
las musas, dijo otra vez la misma niña, después de pensar unos momentos.
-¡Es
increíble, también existen las musas en este mundo! Crearé seres perfectos,
extraordinarios y fascinantes, hermosos, capaces de las más maravillosas
rarezas y manifestaciones. Seguro que de estos no tenéis.
-Serían
los dioses.
-¿También
existen aquí las diosas y los dioses?
-No
lo sabemos, pero se cree que podrían ser así, así se han imaginado y pensado.
-Ya
sé, haré esculturas pequeñas, muy bonitas, que se muevan y jueguen y se pasen
el día aprendiendo.
-¡Seríamos
nosotros, los niños!
El
artista se sentía perdido. Se quedó pensando un rato y les dijo:
-Ahora
lo sé, haré una escultura de luz con la lluvia y el sol, y lograré, todavía no
sé cómo, que tenga forma circular y muchos colores.
-¡Es
el arcoiris!
-¿Lo
conocéis?
-Claro,
lo vemos cuando llueve y hace sol a la vez.
-¡Qué
extraño y qué fascinante es vuestro mundo!, todo lo que había soñado o
imaginado, lo que me parecía irreal, es totalmente real y aquí existe.
-Así
es, le dijeron.
-Ahora
sí creo que os voy a ganar, se me ha ocurrido la idea de una escultura única,
se trataría de una obra delicada que tendría que depositarla lentamente o de
forma tormentosa sobre todo en las alturas en esas elevaciones que vosotros
llamáis montañas. Creo que me gustaría cubrir todo de un delicado manto blanco.
-¡Es
la nieve!, gritaron alborozados.
-¿También
tenéis nieve?
-Sí,
y jugamos con ella todo los inviernos.
-Entonces
no diré nada de las esculturas que vuelan…
-Los
aviones…
-Ni
de las que saldrían de la atmósfera del planeta…
-Los
cohetes espaciales, los satélites…
-Ni
de unos planetas tan especiales y bellos que estarían rodeados por círculos
concéntricos de colores…
-Los
anillos de Saturno…
-No
se os puede decir nada, lo conocéis todo, así es imposible desarrollar la
fantasía; en este mundo cualquier cosa que se pueda imaginar, existe. No sé, creo
que no podré crear nada nuevo, parece que ya todo está inventado, creado y
fabricado en vuestro mundo.
Entonces
la misma niña que había hablado antes, levantando la mano, le dijo:
-Todavía
hay una cosa que se puede hacer, que nunca antes se ha hecho y que ni siquiera
se ha intentado.
-¿Qué
es?, le pregunto el escultor.
-Una
escultura extranjera.
-¿Y
cómo sería una escultura extranjera?
-Si
lo supiera no sería extranjera ni
extraña.
-¿Y
cómo se sabría que es extranjera?
-Esa
es la dificultad, sería tan diferente que no podríamos reconocerla.
viernes, 15 de marzo de 2013
Algunos días
Algunos días sólo tenía que arreglar una cuerda rota del tendal de la ropa, otros días compraba una caja de naranjas para hacer el zumo por las mañanas. No eran los días más importantes del mundo, pero la ropa había que tenderla y parecía conveniente desayunar bien, cuidar la salud y disfrutar de un buen comienzo.
Está claro que en esos días no se estaba cumpliendo el ideal que tanto había deseado, pero esa era su vida, hecha de libros y de belleza, de palabras y de cuidados, de tareas y atenciones, también de admiración por el arte, la ciencia y la filosofía.
Al final siempre llegaba el sábado y ascendía a las montañas y, si todo iba bien, se esforzaba por merecer lo poco que era y agradecía la sonrisa que le permitía vivir algunos días en los que sólo tiene que encargarse de hacer cosas.
Está claro que en esos días no se estaba cumpliendo el ideal que tanto había deseado, pero esa era su vida, hecha de libros y de belleza, de palabras y de cuidados, de tareas y atenciones, también de admiración por el arte, la ciencia y la filosofía.
Al final siempre llegaba el sábado y ascendía a las montañas y, si todo iba bien, se esforzaba por merecer lo poco que era y agradecía la sonrisa que le permitía vivir algunos días en los que sólo tiene que encargarse de hacer cosas.
viernes, 8 de marzo de 2013
El hilo azul
Mi admirado Gustavo Martín Garzo, en su libro El hilo azul. la pasión de contar el secreto placer de leer", menciona al poeta Francisco Pino, que escribió:
"Dormido está el pájaro, el pájaro solitario:
en la rama más alta, dormido está;
en la rama invisible de la copa invisible,
en la copa del árbol invisible."
"Dormido está el pájaro, el pájaro solitario:
en la rama más alta, dormido está;
en la rama invisible de la copa invisible,
en la copa del árbol invisible."
miércoles, 6 de marzo de 2013
Universal
Si consideramos que sólo puede ser bueno aquello que podemos querer que sea universal (Kant), nos encontramos con el hecho de que algunos gobiernos son especialmente incapaces, crueles, inhumanos y perversos; ya que no parece que podamos querer que haya más gente desempleada, sin recursos económicos, desprotegida socialmente, con peor sanidad y educación, con peores jubilaciones...
Triste gobierno es el que no puede sentirse orgulloso de nada de lo que hace, que se dedica a repartir y a aumentar el dolor, el sufrimiento, la injusticia, la miseria y la desigualdad.
Triste gobierno es el que no puede sentirse orgulloso de nada de lo que hace, que se dedica a repartir y a aumentar el dolor, el sufrimiento, la injusticia, la miseria y la desigualdad.
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