Si un gobierno promete no tocar (no rebajar ni recortar ni ajustar) la sanidad, la educación, las pensiones y los servicios sociales, y después hace todo lo contrario y legisla cada semana contra los ciudadanos; no sólo comete fraude electoral, es un gobierno minúsculo moralmente, inútil, injusto, inhumano, sin categoría política y que practica lo que algunos llaman "santa desvergüenza". Lo único que merece es pasar a la historia de la infamia.
Ver que los pobres subvencionan a los ricos, que se sustrae riqueza de los trabajadores para otorgársela a los empresarios, que los ciudadanos pierden sus derechos y su calidad de vida para que aumente la de los inversores y especuladores... es algo que casi deprime al más optimista de los seres humanos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario