81
Juegan
Juegan a los dados, al ajedrez, a los laberintos, a los dioses, a la nada,
al desierto; juegan a los días que pasan y a los que quedan, a las palabras.
En una reunión
extraordinaria de todos los dioses felices se empezaron a barajar posibles
ideas para innovar el cosmos y los universos que, de alguna forma, habían
creado.
Hablaban y participaban
de forma espontánea en una especie de tormenta de dioses, su imaginación era
ilimitada y tenían todo el tiempo del mundo:
–Podíamos jugar a que
ahora existe todo y, a continuación, no existe. Como magos y prestidigitadores:
¡Ahora existe, ahora no existe!, ¡ahora lo veis, ahora no lo veis! Aunque la
transición entre esos momentos durase miles de millones de años celestes.
–¡Ahora somos dioses y
existimos, ahora no lo somos! Ahora se ve el sol, después está nublado. Ahora
es de día, más tarde es la noche. Ser o no ser es una cuestión; otra es ser y
no ser simultáneamente. Ahora joven, ahora tan viejo.
–¡Ahora eres dios y
ahora diosa! El mismo y diferente. La misma y distinta. La realidad y el deseo.
La destrucción y el amor. Rojo y negro. Guerra y paz. La Biblia en prosa y en
verso.
–¡Ahora somos Uno y
ahora muchos! Como Monoteo y Politeo. Monolito y Acrópolis. Monólogo y
Poliedro. Monógamo y Polifonía. Monótono y Diverso. Monocorde y Biblioteca.
Monopolio y Disperso. Monográfico e Historia. Unívoco y en expansión. Lo
dejamos y seguimos.
–¡Ahora hay un universo
y ahora tantos como se puedan expresar con 10 elevado a la potencia 500! O con
10 elevado al infinito. O tantos como la infinita paciencia de los matemáticos
consideren oportuno y conveniente.
–¡Ahora es el ser y
ahora la nada! Y a la vez y mezclado, embadurnado y retorcido. Todo el ser y
toda la nada, todo el tiempo, atendiendo o no, siendo responsable o no de los
acontecimientos.
–¡Ahora todo está justificado
y ahora nada se entiende! Razonable y absurdo, explicado y caprichoso. Suave y
doloroso. Un caos en perfecto estado. Un orden maniatado por el desgaste del
tiempo.
–¡Ahora es la realidad y
ahora la irrealidad! Y el número de libros se multiplicaría. Permanece la
voluntad, huye la nada.
–¡Ahora es ahora y es
nunca, como casi siempre! Y los procesos irreversibles se repiten, se rehacen y
se maravillan de nuevo. Renacen, se visitan, hablan, opinan, cotillean, son
fragmentos de palabras que ya no designan nada distinto.
–¡Ahora todo a la vez y
al mismo tiempo!, y sin descanso y solo para quien pueda soportarlo.
–¡Ahora sin tiempo y sin
espacio!, sin dimensiones ni estructuras ni gestos. Ahora sin ahora y sin
siempre, sin sujeto y sin conciencia, sin que nadie lo perciba.
–Y acercarnos y
alejarnos en el tiempo a nuestra voluntad, aproximarnos a los milenios, siglos,
años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, millonésimas de segundo
con cuidado o alejarnos de los siglos, milenios, eras, períodos, ciclos…
–Ir hacia adelante o
hacia atrás en la acción, en todas las acciones humanas de todos los tiempos.
–Hacia arriba o hacia
abajo en el eje temporal, en la montaña, en la niebla, en la nube, en la
altura.
–Hacia adentro o hacia
afuera, hacia lo privado, interior e íntimo o hacia lo público, común y
exterior.
–Hacia el apego o hacia
el desapego.
–Orientados por la
memorias, por las estrellas, los faros, las luces, los planos y las cartas de
marear, por los dioses, los aviones, los satélites, los cálculos matemáticos,
la música de las esferas…
–¡Sin palabras, sin
menciones, sin direcciones ni sentidos, sin llegadas ni salidas, sin
laberintos, sin destino, sin nacimiento y sin muerte!
–¡Sin nosotros!
–Y el criado llegará a
Ispahán y la muerte solo se llevará un reflejo de la sombra de lo que se ha
perdido en un espejo alejado.
–Sí, porque la muerte no
tiene escaleras.
Y se acabó el cuento.
Aunque es posible que, ya que los proletarios del mundo no se unen, ni los
partidos y movimientos de izquierdas ni los seres humanos, acaben uniéndose
todos los dioses.
82
La Música necesaria
La música de las esferas cristalinas y de los círculos
perfectos, la música de la elevación, la de las montañas, la de los árboles
amarillos
21-6-2071. Día
Internacional de la Música. Plaza del Mundo. Ayuntamiento de todos. Orquesta
del Conservatorio Superior con los coros del Conservatorio, de la Asociación
Coral Adivina y de la Coral Polifónica del Centro Adorado.
Interpretan, entre otras
obras, la música de algunas películas y, al final, el coro “Va pensiero” de la
ópera Nabucco de Verdi y el Aleluya (Hallelujah) de Leonard Cohen.
Los coros, prodigiosos. El conjunto, espléndido.
Negro y dorado, un
movimiento de swing del coro, una emoción desbordante al sintonizar con la voz
universal, un estilo apropiado, una elegancia dichosa, una alegría sin límites.
Varias teorías intentan
explicar la magia que produce la música en su encuentro con los grupos humanos
entusiasmados. Tal vez sea lo que seis niños leían, con acompañamiento de
piano, que la música es el lenguaje universal y común de todos los seres
humanos, que es necesaria, que es la poesía esencial, que es uno de los bienes
más apreciados y valiosos.
Lo que no sabemos es si
la música sonaba para un oyente determinado, para el espectador más entregado, para
el que deseaba entender que aquella alegría tan dinámica iba dirigida
precisamente a él, como si quisiera decirle que la música está dispuesta de
nuevo, que todo se ha perdonado, que ya es posible la paz y la concordia en este
mundo, que los mejores amigos no volverán nunca a distanciarse, que lo más
radiante y luminoso resuena de nuevo, que nada está perdido, que todo podría
reiniciarse.
O tal vez sonaba así
solo para complacer al espíritu de la música, a los compositores, a los
directores de la orquesta y del coro, o para el mismo coro extasiado ante el
efecto producido por cien voces armoniosas y bien temperadas.
Es posible que fuese
para todos y para nadie, que crease sentido de comunidad y sensación de compañía
sensible y cariñosa, que todo fuese una alucinación auditiva, que la realidad
se mantuviese rígida y comprimida.
En realidad no lo
sabemos.
83
Las palabras y la
Belleza
La belleza escondida y depositada en la nieve, la nevada que cubre el
laberinto, el laberinto del que se sale caminando por encima. Y después
comprobar que encima no hay nada y que ese es el secreto de todos los
laberintos, de la nieve y de la belleza encontrada
–Me parece, amigo
Sancho, que tanto las palabras como la Belleza son drogas radioadictivas
potentísimas y altamente peligrosas.
-Y por qué lo dice vuesa
merced ahora y como tan a destiempo.
–Porque son como
aventuras de encantamientos, nunca sabes la frase que te espera, el discurso
que continúa, la sentencia que sigue o simplemente lo que deberías haber dicho
cuando te callaste.
-Tampoco es fácil
acertar con el refrán oportuno y adecuado en cada momento.
-Sí, eso es. Parece que
las palabras explican y complican todo lo que tocan, te hacen creer que estás
cerca de la residencia de los dioses y de todas las maravillas, te inundan de
deseos y después se esconden y te niegan las satisfacciones.
-Es que son solo
palabras, a veces indican algo, a veces son solo meros adornos floridos,
demasiado floridos y hermosos como para durar y permanecer con nosotros mucho
tiempo.
–Creo que son blanco y
negro y color radiactivo, elegancia extrema y sonrisa radiante.
-Es que no se puede
vivir con palabras tan rebuscadas y elegantes, tan grandilocuentes y
distinguidas que bien podría decirse que están desprovistas de fin, de sentido,
de refranes y de significados.
–Pero, algunas palabras,
Sancho, te invitan a mejorar y a elevarte, a imitar lo más perfecto, a seguir
su modelo ideal, a ser como Él o como Ella, y después hacen como que se
esconden y te niegan sus capacidades.
-Ese es un terreno
difícil y hasta peligroso por el que se debe caminar con mil precauciones y
cien mil cuidados. Haga usted como sacerdotes, obispos, cardenales y prelados y
no se meta en camisas de tan infinitas y espirituales varas.
–Debe ser como tú dices
porque si quieres ser como Dios, omnipotente, entonces afirman que se ha
apoderado de ti la soberbia, el orgullo, la maldad, el engreimiento, el egoísmo.
En una palabra, todos los males.
-Es que hay que tener
mucho cuidado con lo que se desea y anhela. La mente humana no está hecho para tales
elevaciones.
–Pero Sancho, ¿sería
posible que alguien quisiera ser como Dios para ser tan bueno como él y ayudarle
en la difícil tarea de llenar de bondades el mundo?
-Falta le haría al menos
a ese gran Señor un buen puñado de ayudantes, asistentes y secretarios para
arreglar y desfacer todos los entuertos que por aquí observamos y de los que,
tal vez, aún teniendo responsabilidad, no tenga demasiada noticia.
–Pero, ¿por qué querer ser
todopoderoso y eterno, y con tan buena intención, habría de ser un peligro?
-Porque el poder nos
nubla la razón y el entendimiento, nos aleja del buen sentido y nos engaña con
sus maquinaciones. Usted mismo, sin ir más lejos, está poseído por sus lecturas,
sus palabras y sus ideales, no siempre realizables.
–¿Es que solo puede
admitirse el sometimiento al realismo más burdo, la humillación a la vida más
prosaica y el desvalimiento?, ¿dónde está verdad de las mentiras y de las
ficciones?, ¿acaso no somos más reales nosotros dos que muchos seres de carne,
materia y huesos?
-No lo sé, señor, pero a
mí me parece que no es un asunto fácil de dilucidar y que por más vueltas que
le demos no vamos a encontrar la solución y la salida a este laberinto. Ni
siquiera está claro que haya una única solución ni que pudiera ser aceptada por
todos.
–Me parece a mí, mi buen
Sancho, que sabes tú más de estas cuestiones y de otras que muchos teólogos y
expertos cardenalicios juntos y reunidos en solemne concilio y simposio.
-A mí me parece que no
es para tanto. En cualquier caso quiero suponer que un ser perfecto debería
consentir la convivencia, la fraternidad y la igualdad, y complacerse en ello.
–Es evidente que debería
tender hacia lo bueno, lo alegre y lo festivo, lo agraciado y lo afortunado, lo
vivo y lo correcto.
-Así debería ser si ese
ser perfectísimo del que habla existiese o, al menos se le ocurriese de vez en cuando
asomarse por estos lares y echar una mano en su adecuado mantenimiento.
–Pero quiero insistir,
¿por qué tendría que rebelarse un ser que quisiera ser como Dios?
-Es posible que no
quisiera suplantar a Dios, que simplemente quisiera colaborar en el bien y
proseguir su tarea.
–Dices bien, amigo
Sancho, hay palabras que nos empujan a lo más alto para después dejarnos allí
colgados, sostenidos por hilos invisibles.
-O peor, ni siquiera
colgados ni sostenidos, muchas veces lo que nos espera es un solemne trompazo
con todo tipo de golpes y magulladuras.
–Tú lo has dicho, Sancho
amigo, y algún filósofo vendrá en siglos venideros que diga algo semejante, que
incluso la filosofía a veces se manifiesta en ese tipo de abolladuras y
chichones que nos hacemos al tropezar con este lenguaje limitado en el que
estamos.
-Nada sé de filosofías,
pero si desea oír encantos y maravillas debe andar con mil cuidados.
–¿Vas a decirme que
también es peligroso escuchar la música de los versos, las campanillas de las
rimas y hasta los cascabeles de todo lo poético?
-Pues sí señor, sí. Todo
lo que exceda la ilusión de las cosas cotidianas es como poco una tentación y
un peligro, un trampolín para el alma y un vuelo arriesgado y azaroso.
–Entonces, ¿hemos de
limitar las aspiraciones de nuestras almas a lo que es normal y corriente?,
¿qué clase de seres o de personajes medio humanos seríamos?
-Seríamos al menos
personas, no demasiado elevados, eso sí, pero lo suficientemente humanos como
para no olvidarnos de la justicia.
–Amigo Sancho, qué sería
de mí sin ti, cómo andaría por la faz de la Tierra sin tu buen sentido.
-No me dé más
importancia que la que tengo, que es bien poca; simplemente me limito a
entender que lo mínimo que debemos hacer los humanos es satisfacer las
necesidades básicas de todos los seres humanos, sin olvidarnos de ninguno.
–Pero también hay que
soñar, querido Sancho.
-Y esto también es un
sueño, pero más necesario. Sobre todo hay que comer y beber, hay que respirar y
dormir, hay que tener una casa en la que vivir, un trabajo que hacer, una
familia que querer, una naturaleza que cuidar.
–De todo eso te encargas
tú con tu peculiar habilidad.
-De lo necesario no
podemos prescindir, algo que sí podemos hacer con muchos y complicados
razonamientos.
–Te advierto,
queridísimo Sancho, que si sigues así he de nombrarte Doctor Honoris Causa en
la noble tarea de vivir.
-Y yo le advierto, señor
Don Quijote, que debe limitar sus pretensiones para alcanzar la Real Orden de
la Blanca y Dorada Caballería Volante. No es menester que malgaste así sus
habilidades.
–Sé, Sancho amigo, que
te he de tener como ejemplo de madurez y buen juicio, pero has de dejarme a mí
un resquicio para el ideal y el desvarío.
-Recuerde siempre que
todos los refranes que menciono trabajan a la vez.
–Y recuerda que todos
los ideales elevados y los valores excelsos siguen en vigor todo el tiempo.
-Pero nuestra eternidad
es muy pequeña, poco duradera y no tan alta como sus excelsas fantasías.
–Algún día llegará en
que los humanos sepan apreciar que en ciertas quimeras y delirios, que hoy
llamamos utopías, hay elementos cordiales y benéficos para todos.
-Es fácil hablar de la
edad de oro cuando se tiene casi todo resuelto.
–Nunca es fácil llegar a
esa edad en la que muchas cosas podrán ser comunes y estar de una vez resueltas
para todos.
-Me parece que esa idea
tiene demasiados enemigos.
–Pues a mí me parece que
no es imposible y que es tan irrenunciable como necesaria.
-No sabemos cómo ha de
llegar ese buen gobierno a estas tierras, pero a mí me parece claro que no va a
ser fácil.
84
Donde reina la magia
Escriben todos sobre la alegría del verdadero
encuentro
Existe una leyenda talmúdica que dice que innumerables
ángeles nuevos son creados a cada instante para, tras entonar su himno de
alabanza ante Dios, terminar su existencia y disolverse en la nada. ¿Qué cerca
está esta leyenda de algunas teorías físicas que hablan de la generación y
desintegración espontáneas de quarks y de partículas elementales, de materia,
de energía y de microcosmos?
Otra pregunta: ¿para qué querría y necesitaría Dios tantas
alabanzas?
¿Cómo debería terminar la historia del curioso impertinente
en un mundo perfecto?, ¿debería generar una segunda oportunidad para todos o la
integración de todos los vínculos en un nuevo y superior mecanismo de unidad?
Si en un mundo mejor Orfeo salva a Euridice y puede mirarla y
admirarla cuando quiera, ¿por qué y para qué habrían de existir la muerte, el
infierno y el desvanecimiento, la desintegración y la pérdida de Euridice en el
aire?, ¿de qué aire de tan extraordinaria calidad estamos hablando?, ¿es ese,
precisamente ese, el aire que hay que respirar?, ¿puede la música de Orfeo
resistir y compensar esa pérdida?
Mientras tanto los humanos viven en una burbuja de años, dentro
de una cápsula de tiempo, una especie de esfera unidimensional de medidas inciertas
que ignoran la eterna duración de la que desconocemos casi todo, excepto la
imborrable sensación de haber acertado alguna vez.
Otro día en otro continente alguien llega a un acantilado,
observa a un pelícano volando y se deja caer, se lanza al vacío sabiendo que la
luz lo recogerá, que ningún daño mayor ya es posible porque si hay fin todo se
acabará y, si no lo hay, regresarán todos los comienzos.
Un joven tarda en saber que lo que siente ante la injusticia
es normal: rabia, frustración, fracaso, todo mezclado con arrogancia y
rebeldía, mil nervios y no querer ni poder ni saber hablar de la realidad, de
lo que ni siquiera ha ocurrido en la ficción.
Alguien escribía un libro en el que todas las letras,
palabras y frases eran estrellas, mayúsculas y minúsculas, grandes y pequeñas,
largas y cortas, doradas y amarillas, luminosas y resplandecientes… Dicen que
al abrir cualquier página del libro el mundo se ilumina.
De toda la Belleza existente y disponible en este mundo,
Fabio ha recibido y disfrutado las mayores dosis, cantidades, proporciones y gracias
desde que se tiene noticia y hay datos registrados
Se había presentado todo y no había acaecido nada, se había
revelado todo y no se había entendido nada, se había hablado de todo y no se
había dicho nada, había acontecido todo y no había sucedido nada, se había
manifestado todo y no había pasado nada, había llegado todo y se sigue a la espera
de que se cumpla la promesa y de que no se quede en nada.