Tal vez sea necesario comunicar el día y la hora en que, por fin, podremos celebrar el vuelo de un nuevo deseo en el universo.
Esta vez parece que la inauguración de "El gran deseo Zen", esa especie de escultura (?) aérea (?) y cinética (?), no tiene que retrasarse más.
Hoy, martes día 2 de noviembre de 2010 a las 13,30 horas, será la inauguración oficial, con la presencia prevista del Concejal de Cultura de Avilés, el Director del Hotel y el representante de la empresa propietaria del edificio. El Presidente Obama ha excusado su asistencia porque tiene asuntos más urgentes (no más importantes) que resolver.
Como imagino que casi nadie podrá estar ese día a esa hora haremos una segunda inauguración el viernes 5 de noviembre a las 20 horas en el mismo Hotel de Ferrera (es mejor preguntar en Recepción para no perderse). Y tendremos que celebrarlo de alguna manera...
Lo primero que hay que indicar es que la escultura móvil está situada en el magnífico y maravilloso palacio del Hotel de Ferrera de Avilés. El espacio arquitectónico es maravilloso y perfecto, se trata del impresionante patio posterior del Hotel de Ferrera (que da al Jardín Francés del Parque de Ferrera) y cuenta, entre otras, con una pintura magnífica de Hugo Fontela.
La obra es complicada porque, para empezar, se titula:
"El gran deseo Zen"
El título pretende sugerir que seguramente no está a nuestro alcance ascender a lo más alto que los humanos podemos imaginar y que tampoco es fácil que exista una especie de mística materialista que nos facilite la tarea; si fuesen posibles tales prodigios llegaríamos a una sonrisa perfecta, ya que lo máximo que podemos lograr en esta vida es alegría.
Se han utilizado los materiales menos pesados, plásticos y varillas de acero inoxidable, para conseguir una sensación de nube flotante.
Apenas material, ligero, liviano, casi colibrí, casi ingrávido, el gran deseo -que va desde las formas alargadas a las redondeadas, circulares y esféricas y de éstas a las que tienen un círculo central vacío- se va liberando de su peso poco a poco, se hace circular, se vacía por dentro, se eleva hasta el centro del aire y construye su hogar en las alturas, casi vuela.
Para el budismo (y para muchas religiones) el origen del sufrimiento es el deseo. El Gran Deseo Zen sería liberarse del deseo, para eso intenta salirse por encima de esa paradoja; es como si se pudiera evaporar el deseo una vez que se ha ascendido a través de él.
Ya que no vamos a poder liberarnos de nuestras apetencias, al menos podemos celebrar el vuelo de un nuevo deseo en el universo. Y es que en el fondo quisiéramos ser, como decía Nietzsche, verdaderos creadores, es decir, creadores de una fiesta nueva.
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