martes, 24 de mayo de 2011
En las Lunas...
Como si fuéramos inocentes e ingrávidos, como si no fuésemos responsables de los males del mundo, flotando, jugando a volar, sin horarios, soñando, sonriendo a todas horas, disfrutando de todas las órbitas, como dioses felices de estar a salvo de la gravedad, poseídos por la gracia, elevándonos...
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Definitivamente estás en la luna: en la afilada que corta como una daga, en la que juega al escondite con los eclipses, en la plena que se derrama sin ambajes - preferentemente sobre las montañas dormidas, los campos de amapolas y los océanos ateridos - y, a veces, sobre las mamas de las mujeres africanas haciéndolas ubérrimas contra el hambre. ¿Te importaría robar y salpicarme unas gotas de su mar de la tranquilidad?
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