¡Cuánta energía desperdiciada en dividir y en separar!, ¡cuánta derrochada en excluir y en rechazar!, ¡cuánta en afirmar para negar y en negar para sentirse más!
Es raro que no existan otros asuntos humanos que hayan logrado tanta atención.
Es curioso que el paro, la injusticia, la miseria, el dolor, la desigualdad... no hayan logrado casi nunca esta dedicación como la que parece que se reúne en torno a la definición de una bandera, de una frontera, de un país, de una nación, de un estado...
Es extraño que los que desobedecen sigan obedeciendo a cierta autoridad bien establecida, a cierta clase social dominante, a cierta iglesia que habla de amor y de unidad...
Es sorprendente que muchos antisistema colaboren con el sistema y que todo el sistema evite pronunciarse sobre corrupciones, recortes, ajustes...
¡Qué pena que todo ese entusiasmo sea solo para segregar!
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