Le quitaba gravedad a todo.
Le quitaba importancia, seriedad y peso, para no cansar a nadie ni agotarse, para alegrar la vida de los demás y sonreír siempre, para descansar, para no enfadarse ni crispar los nervios, para que todo fuese más feliz y relajante.
Le restaba negatividad a todas las cosas, reducía las tensiones, la densidad y las turbaciones; convertía la metafísica a equilibrios y la Física a aproximaciones.
Le quitaba gravedad a todo, por eso sus obras acababan siendo libres, leves, ligeras, ingrávidas, delicadas, casi sin peso, sin sustancia, como si no quisieran molestarse ni enfadarse por nada ni con nadie, como si sólo quisieran agradar y mostrar su gratitid por existir, por ser, por estar aquí, ahora.
lunes, 23 de abril de 2012
viernes, 20 de abril de 2012
Todos los dioses
De todos los dioses que imaginas, los que se fueron a las nieves más altas en el peor día, son los que perviven en la memoria.
En el primer nivel de su ausencia había que elegir la opción más dura, teniendo claro que no se admitía el recuerdo melancólico desesperado, la soledad doliente, el silencio amargado... no se admitía el duelo que hace daño. Olvidar como si nada ni nadie hubiera pasado, como si el infinito no hubiese tenido importancia, la segunda alternativa, tampoco era admisible.
De aquel pretérito tan pluscuamperfecto unos insistían en que fue pasado, otros afirmaban que era perfecto.
Los más atrevidos entre los intrépidos, los más decididos y valientes, eligieron el día más duro del invierno para dirigirse hacia la máxima altura, para celebrar la humanidad con las montañas, para ser y no ser a la vez, en el alto silencio blanco, vocación suprema de los altivos inconscientes.
Pero saber, lo que se dice saber, no sabíamos si cada día tenía que llenarse de palabras, de silencios o de gestos inclementes. No mejoraba nada sonreír, pero nuestra religión era alegre, feliz y placentera aunque no hubiera motivo; sabiendo que tampoco así alcanzaríamos nada.
De todos modos preferíamos ser absurdamente alegres que tristes nigromantes recluidos en obscuras cavernas.
Hubo épocas en que construir era situar a los dioses en lo más alto de las pirámides, los frontones y las torres; después se eligieron decoraciones más simétricas y ornamentales. En estos tiempos se cree que los dioses minimalistas se conforman con líneas rectas, con cajas, con prismas y poliedros más o menos regulares.
Se dice que los tiempos cambian, pero no cambian, los que se transforman son los seres humanos, los dioses, los paisajes, las construcciones y técnicas; pero los tiempos siguen y permanecen siempre con su mismo estilo, ya que -como decía Quevedo- lo que es fugitivo permanece y dura.
En el primer nivel de su ausencia había que elegir la opción más dura, teniendo claro que no se admitía el recuerdo melancólico desesperado, la soledad doliente, el silencio amargado... no se admitía el duelo que hace daño. Olvidar como si nada ni nadie hubiera pasado, como si el infinito no hubiese tenido importancia, la segunda alternativa, tampoco era admisible.
De aquel pretérito tan pluscuamperfecto unos insistían en que fue pasado, otros afirmaban que era perfecto.
Los más atrevidos entre los intrépidos, los más decididos y valientes, eligieron el día más duro del invierno para dirigirse hacia la máxima altura, para celebrar la humanidad con las montañas, para ser y no ser a la vez, en el alto silencio blanco, vocación suprema de los altivos inconscientes.
Pero saber, lo que se dice saber, no sabíamos si cada día tenía que llenarse de palabras, de silencios o de gestos inclementes. No mejoraba nada sonreír, pero nuestra religión era alegre, feliz y placentera aunque no hubiera motivo; sabiendo que tampoco así alcanzaríamos nada.
De todos modos preferíamos ser absurdamente alegres que tristes nigromantes recluidos en obscuras cavernas.
Hubo épocas en que construir era situar a los dioses en lo más alto de las pirámides, los frontones y las torres; después se eligieron decoraciones más simétricas y ornamentales. En estos tiempos se cree que los dioses minimalistas se conforman con líneas rectas, con cajas, con prismas y poliedros más o menos regulares.
Se dice que los tiempos cambian, pero no cambian, los que se transforman son los seres humanos, los dioses, los paisajes, las construcciones y técnicas; pero los tiempos siguen y permanecen siempre con su mismo estilo, ya que -como decía Quevedo- lo que es fugitivo permanece y dura.
jueves, 19 de abril de 2012
Vivir a manos llenas
Quería vivir a manos llenas, y lo logró algún miércoles, algún viernes y creía recordar que algún domingo, pero no un domingo cualquiera.
Quería vivir y ser feliz hasta decir basta y, durante un tiempo, nadie lo decía; cuando se pronunció ¡basta! ya había cogido tal impulso que no pudo parar hasta el futuro de mañana.
Y es que las vidas de las estanterías es demasiado tranquila; pero nosotros no somos estanterías.
Los libros tienen una vida más agitada e interesante, por eso leemos libros y no estanterías.
Quería vivir a libros llenos y leer hasta que nadie le dijera ¡basta!, y vivir montañas, a la altura de los sublimes niveles de las nubes y de las flores y aves más elevadas.
El riesgo de ser un mueble o una maceta es el de conformarse con permanecer sólo en el ser, sin más pretensiones. Algunos pretenden perseverar en el ser, ampliarlo y elevarlo hasta sacarlo de sus casillas.
El mayor riesgo de los humanos sigue siendo que les gusta mucho hablar (y hasta es posible que hablen demasiado) y que escuchen tan poco.
Quería vivir y ser feliz hasta decir basta y, durante un tiempo, nadie lo decía; cuando se pronunció ¡basta! ya había cogido tal impulso que no pudo parar hasta el futuro de mañana.
Y es que las vidas de las estanterías es demasiado tranquila; pero nosotros no somos estanterías.
Los libros tienen una vida más agitada e interesante, por eso leemos libros y no estanterías.
Quería vivir a libros llenos y leer hasta que nadie le dijera ¡basta!, y vivir montañas, a la altura de los sublimes niveles de las nubes y de las flores y aves más elevadas.
El riesgo de ser un mueble o una maceta es el de conformarse con permanecer sólo en el ser, sin más pretensiones. Algunos pretenden perseverar en el ser, ampliarlo y elevarlo hasta sacarlo de sus casillas.
El mayor riesgo de los humanos sigue siendo que les gusta mucho hablar (y hasta es posible que hablen demasiado) y que escuchen tan poco.
Descripción
La característica más notable es que era sobresaliente en todo.
Y eso me parecía bien, era suficiente para mí.
Y eso me parecía bien, era suficiente para mí.
martes, 10 de abril de 2012
La niebla absoluta
Quedarse sin historia es vivir en la niebla; pero tampoco es solución vivir cargado de memoria sin tener el relato adecuado para contarte...
Quedarse sin la Luna, sin palabras, sin caminar por el aire, sin sentir azul o amarillo, sin estímulos, sin encargos...
Es entonces cuando puedes sentir que las montañas son tus hermanas, que la nieve es perfecta, que las alturas incontaminadas por las ambiciones económicas de los humanos todavía merecen un esfuerzo.
Fuera, sí, lejos del mundanal ruido, para alcanzar la gracia de los des-perfectos.
Quedarse sin la Luna, sin palabras, sin caminar por el aire, sin sentir azul o amarillo, sin estímulos, sin encargos...
Es entonces cuando puedes sentir que las montañas son tus hermanas, que la nieve es perfecta, que las alturas incontaminadas por las ambiciones económicas de los humanos todavía merecen un esfuerzo.
Fuera, sí, lejos del mundanal ruido, para alcanzar la gracia de los des-perfectos.
Fausto
Fausto seguiría vendiendo su alma al diablo por Margarita; Margarita hoy tal vez vendiese a Fausto.
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