Quería vivir a manos llenas, y lo logró algún miércoles, algún viernes y creía recordar que algún domingo, pero no un domingo cualquiera.
Quería vivir y ser feliz hasta decir basta y, durante un tiempo, nadie lo decía; cuando se pronunció ¡basta! ya había cogido tal impulso que no pudo parar hasta el futuro de mañana.
Y es que las vidas de las estanterías es demasiado tranquila; pero nosotros no somos estanterías.
Los libros tienen una vida más agitada e interesante, por eso leemos libros y no estanterías.
Quería vivir a libros llenos y leer hasta que nadie le dijera ¡basta!, y vivir montañas, a la altura de los sublimes niveles de las nubes y de las flores y aves más elevadas.
El riesgo de ser un mueble o una maceta es el de conformarse con permanecer sólo en el ser, sin más pretensiones. Algunos pretenden perseverar en el ser, ampliarlo y elevarlo hasta sacarlo de sus casillas.
El mayor riesgo de los humanos sigue siendo que les gusta mucho hablar (y hasta es posible que hablen demasiado) y que escuchen tan poco.
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