Quedarse sin historia es vivir en la niebla; pero tampoco es solución vivir cargado de memoria sin tener el relato adecuado para contarte...
Quedarse sin la Luna, sin palabras, sin caminar por el aire, sin sentir azul o amarillo, sin estímulos, sin encargos...
Es entonces cuando puedes sentir que las montañas son tus hermanas, que la nieve es perfecta, que las alturas incontaminadas por las ambiciones económicas de los humanos todavía merecen un esfuerzo.
Fuera, sí, lejos del mundanal ruido, para alcanzar la gracia de los des-perfectos.
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