Le quitaba gravedad a todo.
Le quitaba importancia, seriedad y peso, para no cansar a nadie ni agotarse, para alegrar la vida de los demás y sonreír siempre, para descansar, para no enfadarse ni crispar los nervios, para que todo fuese más feliz y relajante.
Le restaba negatividad a todas las cosas, reducía las tensiones, la densidad y las turbaciones; convertía la metafísica a equilibrios y la Física a aproximaciones.
Le quitaba gravedad a todo, por eso sus obras acababan siendo libres, leves, ligeras, ingrávidas, delicadas, casi sin peso, sin sustancia, como si no quisieran molestarse ni enfadarse por nada ni con nadie, como si sólo quisieran agradar y mostrar su gratitid por existir, por ser, por estar aquí, ahora.
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