La nube

Encontrarán la nube colibrí del color dorado más suave y se mantendrán alejados del planeta de los brutos, de los desalmados y de los pobres inconscientes que consienten su propia e injusta explotación y miseria.

Embarcarán en la nube ailantos y seres especiales, maravillosamente raros, y vivirán a miles de metros de altura y de distancia, lejos, muy lejos de todas las iniquidades de los peores gobernantes, expertos en justificar la dureza, la crueldad y el sufrimiento.

Dormirán entre algodones sin frío, sin hielo, cerca del Sol, sin quemarse, y cada paso que den será uno de los más delicados; ya no existirá la antigua resistencia que impedía que se cumplieran los sueños y estarán allí, en el templo de vapor, el que está rehaciendo sus columnas constantemente.

Una nueva civilización aérea, pacífica, sutil... olvidará poco a poco los desafortunados tormentos de la historia de la superficie y el panorama se parecerá en todo a un gigantesco móvil atmosférico de Calder, que unirá unas nubes con otras con sutiles líneas, las trayectorias de los nuevos aviones que anubizarán en el aire.