6º día 4-8-2012
Tercer intento, tercer fracaso... Nepalgunj-Jupal
No sé si lo que ganamos en Occidente en eficacia lo perdemos en humanidad, pero hoy -por tercera vez- seguimos empantanados en el aeropuerto de Nepalgunj. Después de levantarnos a las 5 de la mañana, de llegar al aeropuerto a las 6, de aburrirnos en la espera, de ver como cargaban nuestro equipaje en el avión de 12 pasajeros, después de subir al avión, de abrocharnos los cinturones y de recorrer la pista hasta el punto de salida... el piloto ha debido notar algún fallo en un motor y hemos regresado a la sala de espera.
esto es demasiado para cualquier paciencia, es como si estuviésemos sólo esperando, sin llegar a nada, atrapados en una población que parece a veces un campo de refugiados con muchos años.
La compañía Tara Air parece que no dedica mucho esfuerzo a revisar sus aviones; se intenta la reparación y acaba cancelándose el vuelo. Precisamente hoy que el tiempo estaba bueno en Nepalgunj y en Jupal es el avión el que falla. Como diría matthiessen, "no estamos preparados" para llegar a las más altas montañas.
Que salga algo mal tres veces, que todo parezca conspirar en contra de nuestro viaje, que la vida se tuerza para millones de humanos, que la existencia sea tan dura y despiadada para tantos seres humanos, que la vida no sea tan bella como deseamos, que tantas y tantas horas sean de relleno y tan pocas de vida intensa y verdadera, que no salga tan regular lo bueno y con tanta facilidad lo malo, que sigamos aquí sin llegar a nada...
¿Qué hay de noble en la estúpida queja, en las palabras que surgen del egoísmo y que en el yo más mezquino se quedan?, ¿qué hay de admrable en ese perseguir insistente sólo lo que a un o le preocupa olvidándose de los demás seres humanos?, ¿qué hay de extraordinario en que algo no salga como uno quiere?
Todo esto nos pone a prueba, nos examina, nos mide y nos sitía bastante abajo.
Salimos por la tarde caminando en dirección al aeropuerto, pasamos por delante del hotel Sidharta, de donde no salen nuestras compañeras médicas americanas; después cogemos un camino rural y casi acompañamos como passtores a los cebús en su retirada nocturna. Aquí anochece a las 7,30 de la tarde.
Hacemos planes y revisamos toda la ruta del Dolpo que pretendemos hacer y que se nos encoge cada día.
Se podría pensar en una especie de "ley de invisibilidad" en las acciones humanas (sean artísticas, científicas, culturales o de cualquier ootro tipo) que indicaría que el mayor logro del autor-creador-trabajador-productor... sería lograr una obra tan perfecta que no necesitase hacer visible a su autor.
Necesitamos a los mejores artistas, pero no los necesitamos pretenciosos, soberbios, prepotentes, complacidos por los halagos, premios y homenajes recibidos.
Necesitamos a los mejores políticos, alcaldes, organizadores sociales y hombres de Estado, no queremos que sean dictadores que se exhiben en público, que exigen estatuas, que aparecen en medallas y monedas. El mejor político debería ser invisible, simplemente hace bien su trabajo.
De la mejor calle de la ciudad más cuidada no necesitamos conocer ni al urbanista ni a los arquitectos ni a los albañiles que la hicieron, simplemente está bien, no se necesitan más reconocimientos.
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