RAE (Aforismo de Filosofía-Ficción)
Después de todo lo ocurrido, ahora nos informan de que también la RAE ha clausurado por defunción su Diccionario y, a nosotros, que teníamos activadas algunas palabras de consuelo, nos han dejado sin el valor y el significado de millones de recuerdos, de años, meses, semanas, días y horas de inmenso cariño, ahora ya definitivamente innombrables.
Comentan, los que más saben de todo esto, que el cierre puede ser temporal, crónico y hasta recurrente. Los más optimistas creemos que se trata simplemente de un fallo técnico en la transcripción de los datos de un sistema de navegación o de travesía a otro.
En realidad no lo sabemos, suponemos todavía que el mar nos comunica algo, que las montañas nos acompañan, que el aire es necesario o que una sonrisa sincera sigue siendo eterna digan lo que digan los técnicos informáticos y los exploradores de ventanas y de laberintos virtuales.
Pero como somos tan inconscientes, seguimos hablando y escribiendo como si casi no hubiera pasado nada, como si tal cosa.
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Como broma macabra no está mal. Pero ¿te imaginas? ¿Qué pasaría si las palabras, un mal día, hicieran huelga de celo y desaparecieran de los diccionarios, de nuestros cerebros palpitantes, de las bocas queridas, de los cuadernos escolares, de las hojas de los libros - incluso de las hojas encanecidas de las hayas, repletas de poemas -, del teclado de los ordenadores, de la lengua incontrolable de los amantes? ¡Sólo apuesto porque desaparezcan de las sentinas políticas y de los consejos editoriales partidarios de la mentira institucional!
ResponderEliminarDe las palabras
A veces me parecen
una vasta legión de hormigas negras
voraces y absolutamente
inmisericordes
que persiguen hambrientas
mis pensamientos
y me mudan la historia
cotidiana
trastrocándola,
cambiando el curso de la risa,
desordenando mis presagios.
También se han disfrazado
de caracolas rumorosas
que me hablaban de mares infinitos.
Pero lo más frecuente
es que broten de pronto de la tierra,
que me trabuquen la andadura,
me trepen, frase-yedra, cuerpo arriba,
me muerdan los rincones
umbrosos.
Que - espeleólogas ávidas -
me recorran lascivas los espacios
ocultos,
me estallen en la boca,
me naveguen las olas de la sangre,
me ahuyenten el sosiego.
Palabras
me asustan
palabras
me encantan
palabras
me dañan
palabras
me mecen
palabras
me rasgan
palabras
me encienden
palabras
me calman
palabras
me enseñan
palabras
me lazan.
Palabras - dios cuando crean
de la nada
sobre el papel en blanco
frases vivas
humanamente notariales.