Decía Nietzsche que sólo podría creer en un Dios que supiese bailar.
También se podría decir que sólo nos podría gustar un Dios que no se conociese a sí mismo, que no fuese consciente de sí mismo ni de su naturaleza. ¿Quién podría soportar una soberbia divina, la de un ser que se sabe perfecto?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario