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martes, 13 de noviembre de 2012

El Himalaya y otras alturas superiores-20


Día 20    Sábado 18-8-2012

14ª etapa    Shey Gompa (4.420 m.)- Camp. base del Kang-La (4.850 m.)

A las 8,30 salimos de Shey Gompa y durante unas 2,5 horas vamos ascendiendo lentamente el largo y tendido paso del Kang-La. Acampamos a las 11 de la mañana más o menos, montamos las tiendas y empieza a granizar con fuerza.
El paisaje es precioso, las montañas parecen un caos de torsiones, estratos retorcidos y todo tipo de rocas (un paisaje parecido al del viejo oeste americano de las películas).
Acampamos cerca del antiguo circo glaciar, hay una cascada preciosa cerca y un río, como no podía ser menos.
Es curioso, aunque llueva o granice no se pierde toda la visibilidad, se siguen divisando las cumbres de cinco mil metros.
Creo que estamos cansados, como si estuviéramos midiéndonos en el límite de la resistencia física y mental. Alguno está más fuerte y animado.
Comimos en la tienda grande, que es la de la cocina y el lugar donde duermen y donde juegan a las cartas.
Esperamos que, a partir de mañana, ya todo sea descender y descender y podamos sentirnos menos cansados y respirar mejor.
Parece que todos los días nos llueve, sobre todo por las tardes. En esto no tenemos suerte.
Paró de llover y salimos a observar animales, marmotas, bharales. Con los prismáticos y el teleobjetivo se ve todo muy bien. Vuelve a llover y regresamos a la tienda. Ahora tenemos una tormenta encima, llueve con ganas.

Si nos involucráramos en cada día, si fuera hoy y no ayer ni mañana, si pudiéramos salir de nuestra modesta conciencia para situarnos mucho más arriba, como si saliésemos del valle y ascendiésemos a las montañas para ver siempre montañas más altas, inaccesibles tal vez, pero existentes; es posible que inviables, pero reales. Pero entre la falta de oxígeno, la altura y algún leve desarreglo intestinal, parece que no estamos al 100% de nuestras posibilidades.
Se ve que los límites del cuerpo están claros, no tanto los de la mente. "Claridad y distinción", decía Descartes; sí, pero claridad y distinción para qué, para entender, para solucionar, para sobrevolar, para ver como si fuese la primera vez.
Omphalos, el ombligo del mundo, el centro de la vida, lo que debes cuidar y atender cada día, a lo que debes dedicar tus mejores sonrisas.

Es dura la vida de estas personas que nos ayudan en la expedición del Dolpo. Muchos de ellos llevan chancletas en los pies a 5.000 metros de altura; se mojan, se enfrían. Hace unos días el mulero se puso enfermo, hoy uno de los ayudantes de cocina, que también es porteador. Duermen seis en una tienda grande que tiene alguna gotera, por la mañana sus colchonetas están algo mojadas.
Nepal es uno de los países más pobres del mundo; en Katmandú, la capital, el hacinamiento y la suciedad son abundantes. Aquí, en el Dolpo es como si no conocieran la rueda, todo se transporta en mulos o sobre las espaldas de los porteadores, sean piedras para construir, leña para el fuego o cualquier producto comercial.


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