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jueves, 29 de noviembre de 2012

El Himalaya y otras alturas superiores-24

Día 24    Miércoles 22-8-2012

18ª etapa    Shhepka (2.660 m.)- Juphal (2.400 m.)

Si todo va bien mañana acabamos la expedición, aunque nos tememos retrasos para regresar en el vuelo de Juphal a Nepalgunj y desde allí a Katmandú. Según nos dijo el guía llevan cinco días sin salir vuelos desde Juphal. Veremos lo que sucede y esperemos que nos ocurra lo mismo que desde Nepalgunj para venir al Dolpo.
Ha llovido por la noche, ahora al amanecer el río sigue pareciendo una catarata incontenible, los pájaros emiten sus cantos-chirridos, las chicharras su eléctrico y vibrátil sonido, tal vez sean monos ahuyadores... entre todos componen una atmósfera de tensión en esta jungla, en esta especie de selva de árboles altísimos que estamos atravesando.

Es todo un espectáculo contemplar cómo desmontan el campamento de los surcoreanos, parecía el mejor material de acampada, pero esta noche a una tienda le pusieron un plástico encima.

El descenso ha sido larguísimo y cansado. Al final hemos llegado al río que viene de Dunai, al punto de partida, y hemos subido a Jhupal. Llegaríamos a las 4 de la tarde.
Por desgracia tenemos a un grupo de 20 franceses que han llegado antes (y no olvidemos que llevan cinco días sin salir aviones de es te aeródromo.

Como novedad, hemos dormido en una habitación en el lodge.

Querido Heráclito: los ríos no se paran a pensar (a no ser que piensen moviéndose, fluyendo, como los del Himalaya)

Querido Parménides: las montañas se paran, pero no parece que se hayan parado a pensar.

Después de hacer este largo viaje sabemos que las montañas se comunican entre sí a través de las nubes; las llaman, las seducen, las entretienen y les dicen lo que deben transmitirles a las montañas vecinas e, incluso, a las de cordilleras más lejanas. Así deciden cuando debe quedar todo cubierto o nublado o cuando puede estar despejado y celeste.
La montaña más alta propone a las otras ochomiles la dirección de la nieve y las ráfagas de viento, las cortinas de niebla y las nubes que han de ocupar todos los valles, también la lluvia que ha de caer por la tarde.
Pero lo más importante se decide entre ellas, cuando se ponen de acuerdo, se cuentan entonces sus epopeyas y las bendiciones de las alturas y de la ausencia y escasez de oxígeno y de seres humanos.
A veces se ponen poéticas, trascendentes, y se sienten importantes, se creen símbolos de todo lo más elevado y llegan a creer que las vidas de los humanos no es mucho más que una pequeña elevación móvil que va a dar a las montañas, no al mar, y que en ese ascenso algo deben aprender.

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