2301-2400
Cuando
se llega a la isla de Oslo sabes que estás a punto de crecer de inmediato y, a
la vez, tienes miedo de todo, incluso de la rima consonante.
Poco
a poco te recuperas y ya estás dispuesto a todo, incluso a saltarte la nueva
ley que prohíbe que haya más de dos personas simultáneamente en una misma isla.
Entonces
es cuando llegan las nubes de oro.
Es cierto que en la
isla de Brueghel tanto Ángel como Fabiano se sintieron fascinados, fueron
conscientes de que nunca deberían salir de esa Isla de las Delicias, de ese
resplandor entre el Cielo y el Paraíso, de ese ignorar el Infierno, de esa
explosión de imaginación y creatividad.
El problema estaba en
que esta isla era invisible para los ojos, los radares y para todos los
sistemas de detección. Por eso, mientras el capitán del barco aseguraba que no
habían llegado, Ángel y Fabiano insistieron en desembarcar en lo que para ellos
dos era el mejor panorama que podía pintarse. Y así, detenidos en un mar sin
islas según los expertos marinos, ellos llegaron a uno de sus destinos
múltiples, casi se podría decir politeístas.
La mejor belleza podía
darse en el mundo, aunque ya sabían que los dioses y la materia y la energía
habían formado el universo bien y la belleza-verdad-bondad humanas bastante
mal. No se puede tener todo, les decían. Lo bueno es escaso, la belleza es
efímera, la verdad interpretable, comentaban otros. Pero para ellos la vida era
bella, la búsqueda de la verdad incurable y la bondad estaba presente en cada
intento.
A pesar de la niebla.
2401-2500
Rotas
están las islas abandonadas, abandonadas porque no respiran, no respiran porque
les falta el aire de arriba, les falta porque la primavera se ha escondido, se
ha escondido porque no quiere relacionarse con islas abandonadas.
Tal
vez por eso las palabras, antes bien sujetas por ganchos perfectos a cables del
acero más sólido y estable, se sienten perdidas, flotan en el aire, no saben a
qué significado unirse ni aciertan a formar frases con sentido, mucho menos a
componer juicios y razonamientos que les exigirían saber algo o, al menos,
estar conectadas al centro de distribución de sentidos y significados.
En
este sentido las rutas de las principales líneas navieras han establecido que
solo son visitables una de cada cien islas. Si el catálogo está bien hecho, de
7.777 islas se pueden visitar 77, eso sí, todas ellas están conectadas entre sí
de tal modo y manera que, sin descender del barco, uno puede ir a cada una de
ellas con absoluta comodidad.
La isla de la Humanidad
es inconmensurable.
Y así empezó todo, como
si fueran improvisando, y llegaron Ángel y Fabiano a una nueva isla del
Laberinto, a veces el desierto, a veces
nieve, niebla, a veces familia que habla, discute y no se entiende, a veces
palabras.
Pero, cuando todo sale
bien, la vida es prodigiosa. Y esto es lo que le dijeron a la Diosa de Heráclito
cuando se encontraron con ella.
–Ángel: Aunque ya lo sabes tenemos que decírtelo: estamos fascinados
contigo. Esperábamos encontrarnos con una "diosa mayor",
simpática, que habría "envejecido diez años" en un verano y nos
encontramos con una diosa joven fascinante, encantadora y maravillosa que
ha rejuvenecido veinte, es decir, con los años más deliciosos que existen. Nos
has contado una mentira, pero te perdonamos. A las diosas y a los dioses se les
perdona todo.
–Fabiano: Una vez repuestos del impacto que supone volver a verte y estar
en presencia de tanta Belleza, Bondad y Berdad (con tu verdad indisoluble de
tanta Belleza), también conocemos a tu familia, a la que le has prestado magia,
duende y alegría. Ya decía Platón que "la belleza es el esplendor de la
verdad", aunque no dijo que la verdad es la presencia de tanta
belleza. Rousseau decía que "lo bueno es lo bello puesto en
acción", en la acción de ser generosa sin límites.
–A: Qué podemos decir, nos rendimos ante tal grado de perfección. Pero, por
favor te lo pedimos, para otra vez avísanos de que has dispuesto de los más
hermosos colores alrededor de tu cuello y que ibas a ponerte ese abrigo
rosa fucsia y ese pelo rubio amarillo dorado áureo tan sublime y delicioso
que los mismos ángeles van a tener que ir a la peluquería celeste para
lograr algo parecido.
–F: Ya sabes que también somos algo sensibles y que, ante tal despliegue de
encanto, de sensibilidad, de dedicación y de bondad, no nos ha quedado más remedio que
ingresar en la Unidad Coronaria del Hospital más cercano para
que estabilicen, dentro de lo posible, estos corazones nuestros sometidos a tan
alto grado de estímulos absolutos.
–A: ¿A quién se le ocurre ser diosa en un mundo con tantas deficiencias?
–F: ¿Cómo es posible contemplar tal acumulación de maravillas y seguir
vivo?
–A: Como diría nuestro Nietzsche: "Solo como fenómeno estético están
eternamente justificadas la existencia y el mundo", está claro que en
su inmenso genio debió intuirte y adivinarte.
–F: También queda demostrado que los dioses, la materia, la energía y todas
las leyes y secretos del cosmos se han aliado para generarte, por eso ya
no nos queda otro remedio que abandonar el ateísmo. Cómo no creer en la
diosa de la Belleza.
–A: Como diría Ángel González, sabemos que existimos porque tú nos imaginas,
porque hablas con nosotros, porque nos haces el honor de hacerte visible.
Nuestro San Juan diría que vas "mil gracias derramando", mejor dicho,
muchas más que mil.
–F: Y logras ser diosa a tiempo completo y serlo con intensidad; cuidar a
todos, también con intensidad, y avanzar como maestra de yoga Cen (versión Celestial del zen) y todo con una exquisita manera de ser y
de estar en el mundo. Mil gracias por todo.
–A: En cualquier caso lo primero que queremos hacer es
justificarnos, no corregirnos, ya que -como tú muy bien dices- en este tema somos
incorregibles. No hay halagos, solo reconocimiento objetivo de la realidad. –F:
Si el encuentro no es un sueño inspirado por las musas ni una alucinación
divina, ni una especie de invasión de un programa de realidad virtual corregida
de defectos y aumentada de virtudes, entonces está claro que debemos
rendirnos a la evidencia.
–A: Y es que ya lo decía Descartes, regla número
1 del Discurso del Método, no admitir nada en la mente que no sea
evidente, que no se perciba con absoluta claridad y distinción. Y te
juramos y prometemos que te percibimos con absoluta claridad (por no hablar
de clarividencia) y distinción (para no hablar de tu elegancia
extrema, de tu estilo sublime y sin sombra).
–F: Lo que no debes es "abusar" de tu presencia
y de tu figura porque, como bien decía Lorca, "conocí a un hombre que
barría su tejado y limpiaba las claraboyas solo por galantería con el cielo"; pues
eso, lo mejor ha de hacerse siempre por galantería con el Cielo.
–A: Resuelto el primer problema, te diremos que nos
alegró, alegraste, alegrabas, alegra... verte tan inconmensurablemente bien.
–También os veo bien.
–F: Gracias por vernos bien, eres muy generosa. Lo que
sí es cierto es que parecía que nos hemos visto unos días antes. Y la que has
ganado en luz, alegría, sabiduría y serenidad eres tú. Lo que nos hace muy
felices.
–A: El Palacio se ilumina con vuestra presencia, sin
duda es un honor y una suerte para nosotros hacerte un regalo, no lo dudes. Por
cierto, se me ha ocurrido que estas horas que estamos juntos bien filmadas
por un buen director, darían para un excelente largometraje, lleno de belleza.
–F: Algunos diálogos más. No sé. Es una idea a
desarrollar para la próxima ocasión. La Diosa insuperable, todos muy bien,
también los actores.
–A: Y debes saber que es coherente tu ascenso en el
mundo del yoga, ya Kierkegaard hablaba de que todos los humanos podemos
pasar por un estadio estético, uno ético y uno religioso o
espiritual. La Belleza es evidente, la Bondad más que demostrada y tu
ascenso espiritual es imparable.
–F: Esperamos merecer por eso que seas algún día
nuestra guía espiritual ya que creemos que existe
un acceso privilegiado al nirvana y que solo es posible ante
la persona diosa adecuada.
–A: Ningún palacio puede mejorarse con decoración, la realidad es
que la genialidad arquitectónica solo se logra cuando llega la visita
más iluminadora. Lo decía Platón sobre la dialéctica emocional:
"He aquí el recto método de abordar las cuestiones amorosas: empezar
por las cosas bellas de este mundo, teniendo como fin la belleza en sí, y
valiéndose de ellas como de escalas, ir ascendiendo constantemente, yendo
de un cuerpo bello a dos, y de dos a todos los cuerpos bellos, y de los cuerpos
bellos a las bellas normas de conducta, y de ellas a las bellas ciencias y
partiendo de éstas, hasta la ciencia de la belleza absoluta, y llegar a conocer
por último lo que es la Belleza en sí. Éste es el verdadero momento en el
que adquiere valor la vida de un hombre: cuando contempla la Belleza en
sí" (El Banquete, 211 e).
–F: ... Es lo que nos pasa a nosotros.
–A: A veces nos da la impresión, pasajera, de que se puede superar a San
Juan de la Cruz cuando decía que "no hemos venido a ver sino a
no ver". Lo sentimos por nuestro querido San Juan (y lamentamos
ser tan poco humildes), pero hemos visto, te hemos visto.
–F: También Borges en La Biblioteca de Babel decía:
"No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un
libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo,
aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y
la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo
exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado,
pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se
justifique".
–A: Y te aseguro que ese libro existe, que lo hemos leído; que ese honor,
esa sabiduría y esa felicidad existen, que el Cielo existe, que todo está
justificado.
–No hacéis más que exagerar.
–F: Los mejores músicos saben que, antes de atreverse a componer cada
mañana, deberían escuchar a Bach. Y también es cierto que hay personas
que, con solo su presencia, superan los más bellos monumentos sonoros del
gran J. S. Bach.
–A: Tú y tus compañeros de yoga sabéis que su práctica genera endorfina y
serotonina, produce relajación y sensación de placer; pero hay sonrisas
más sanadoras, gratificantes y perfectas que cualquier meditación.
–F: Es cierto que queremos contratarte como modelo de alta costura, qué
digo alta, altísima costura inconsútil y como actriz para un
largometraje perfecto en el que no faltaría ni sobraría nada. Y no te rías
mucho cuando leas el epitafio que decía: "A mi muy querida madre que,
después de haber vivido 35 años con mi padre, nos dejó con la esperanza de una
vida mejor". Es cierto, existe una vida mejor.
–F. Debes saber también que nos disgusta la expresión "divina de la
muerte", cuando te vemos "divina de la vida". Por eso los
expertos que trabajan en cuidados paliativos aseguran que en el momento
final nadie echa de menos haber tenido un coche mejor, haber ascendido más
en su empresa o cualquier cosa semejante, ya que parece ser que todos
dicen que les habría gustado pasar más tiempo con sus seres queridos. Debe
ser por eso que a nosotros también nos gustaría volver a verte más a
menudo.
2501-2600
Todas
las islas triangulares envidian a la isla Circular por su arena amarilla, sus
árboles verdes, sus elegantes mareas y maneras, su saber estar y detenerse y
leer entre líneas.
Las
islas con esquinas ruegan a las olas que erosionen con rapidez y eficacia sus
acantilados y todos sus vértices, saben que las islas más deseadas son casi
circulares y están rodeadas por playas de arena fina por todos sus puntos
cardinales.
Todas
las islas quieren ser afortunadas.
La isla de Italo
Calvino es invulnerable. Eso lo sabemos todos.
Al poner sus pies en
tierra tanto Ángel como Fabiano sintieron
que, de repente, la vida se disparaba, que las musas debían visitar a
menudo aquel espacio lleno de una belleza otoñal tan resplandeciente.
Se encontraron a
Gabriel, la persona Despierta, la que ha logrado la iluminación, la que
transfigura. Pero eso eran palabras, lo decisivo es que lo que parecía una
comida para tres se convirtió en una fiesta para toda la extensa familia de la
Isla; lo que imaginaban posible, árboles con las hojas amarillas todo el año,
se ampliaba hacia lo extraordinario, todos los años pasaban sin caducidad. Lo
que era un viaje de investigadores se transformó en una invitación a vivir en
buena compañía; la lluvia se convirtió en gotas de luz y todo era fácil,
sencillo, posible, de una autenticidad tan deslumbrante que molestaba a los más
prudentes.
Si no fuera por los
arcoíris que poblaban la isla sin necesidad de lluvia, de la lluvia que caía
sin mojar a sus habitantes, de los habitantes que residían allí sin alterar el
paraíso, del paraíso que se adivinaba para todos… Si no fuera por aquellos
sueños de los que no querían despertar.
Después, muchos años
después, prosiguieron su viaje.
2601-2700
La
isla Sonriente es la que promete la vida más larga y también entender el
misterio del cuadro de Las Meninas de Velázquez.
Solo
por llegar a Ítaca han enloquecido miles de poetas, es lo que tienen las islas
de los dioses. Pero la cuestión no es llegar a Ítaca, ni siquiera el viaje, la
cuestión es quién acompaña al viajero.
Las
islas griegas están habitadas por mitos tan hermosos como desorbitados. En
cualquier caso es necesario subir hasta el monte Olimpo.
En
la isla de la Imprudencia las madres celebran que sus hijos no hayan sido
prudentes, se alegran cuando se han mojado, cuando no se abrigan y no llevan
paraguas si hay predicción de lluvias; por eso celebran que falten a clases
gravitatorias, que no calculen demasiado, que no sean tan previsibles, que se
dejen llevar por la ingravidez, que se rían con la vida y le den otro
significado a la alegría, Allí nadie tiene fecha para sentar la cabeza. A veces
incluso pueden vivir sin usarla.
La isla de Heráclito es
invisible. En esta isla tendrás que considerar los días malos como buenos días
y aceptarlos. La teoría del Hedonismo Utópico, para no fracasar y mostrar sus
limitaciones por todas partes, tendrá que afirmar que los días nublados son
aceptables, que los grises son amarillos, que lo apagado está a punto de
encenderse, que todo lo que sucede, de alguna manera y en alguna medida,
contribuye al orden y al bien general.
Es difícil de aceptar,
de entender y de trazar, pero es así como dos optimistas, dos virtuosos de la
inocencia optimista como Ángel y Fabiano, han de vivir todo lo que sucede.
Adentrarse en la isla
solo es aparentemente sencillo, cada paso y cada mirada requieren un análisis
exhaustivo de todas las posibilidades. Todos los fragmentos son verdaderos
simultáneamente, todos los aforismos veraces al mismo tiempo, todas las
sentencias oportunas en cada instante, todas las leyes son siempre de obligado
cumplimiento y todos los refranes funcionan a la vez.
¿Quién se atreverá a
dar el primer paso?
El primer paso es el
último paso.
Caminar es una manera
activa de estar detenido.
Detenerse es ya estar
preparado para el cambio.
Cambiar es imposible.
Lo imposible es lo que
sucede en el tiempo.
El tiempo fluye y no se
detiene porque, si lo hiciera, todo colapsaría, la materia y la energía
dispuestas en cada instante lo atraviesan en busca de su recorrido.
Recorrer, mover,
transformar, cambiar, son formas de nombrar lo que hace el Cosmos
constantemente.
Lo constante es lo que
no permanece.
Lo que permanece es el
cambio incesante hacia lo infinito.
El infinito es un
momento de la existencia en el que alguien contempla el Orden y la Belleza del
Cosmos y, sin entender, entiende.
Lo que se entiende
tiene un valor relativo, hay algo por encima del entendimiento, lo que está ahí
y es preciso, valioso, único, insustituible y bello.
La belleza es la mejor
forma de entender el mundo, donde se alcanza lo inalcanzable, lo sagrado, lo
incalculable, el vértigo.
El vértigo es lo que no
nos atrevemos a vivir, a pensar, a desarrollar…
¿Quién se atreve a
vivir el primer paso?
2701-2800
Ya
no quedan archipiélagos invisibles ni es fácil adivinar si la igualdad y la
libertad pueden coexistir con la justicia. La isla Libertad es otra de las
islas más buscadas por navegantes, exploradores, piratas y bucaneros.
Hay
que ser muy intrépido para atreverse a obsesionarse con ella, nunca es posible
adivinar por dónde saldrá su querer y su hacer.
Las
islas más libres a veces no son islas y son personas, jirafas, montañas,
telescopios, música de las esferas, palabras… y flotan como el castillo
suspendido en el aire de Magritte.
En la isla del paraíso
Natural escuchar lo sonidos que se producen al caminar por encima de las hojas
caídas en otoño en los grandes hayedos forma parte de la aspiración más elevada
de la humanidad.
Allí la música es la
única manera de neutralizar el tiempo, de retenerlo, de jugar con él, de
envolverlo en ritmos que avanzan y regresan al origen, que se envuelven en
volutas de verdad.
En esta isla Ángel y
Fabiano descubrieron que Dios o Diosa es de todos, no de uno; que la expresión
“Dios mío” no tiene sentido porque la perfección no es privada, es común, de
todos y para todos.
Fabiano llegó a
considerar que tal vez ese Dios-a puede estar cansado de toda la belleza
existente y que, de alguna manera, se ha ido desentendiendo de sus tareas de
espectador, observador, contemplador, admirador de las pequeñas acciones de la
humanidad.
Ángel no está de
acuerdo con Fabiano, la atención absoluta de un ser infinito no está limitada
ni se agota por seguir la trayectoria de cada una de las partículas elementales
que componen la totalidad de lo real y de lo irreal. Luz y serenidad, alegría y
belleza. Es imposible que un ser tan exquisito se canse y abandone la
contemplación de todas y cada una de las hojas que caen.
Diosa-s no necesita
tornillos, soldaduras, pegamentos ni puntos de unión para dar estabilidad a
toda la inmensidad del cosmos. Es suficiente que prosiga el juego continuo con
unas pocas leyes de la naturaleza.
Leyes presentes en cada
momento y en cada lugar del universo, en una totalidad que no se olvida de
ninguno de los dados que los humanos lanzamos en cada una de nuestras acciones.
Que la conciencia y la
inteligencia humanas sean restringidas, que el escenario de lo consciente sea
tan pequeño, que la totalidad de palabras y frases no pueda hacerse presente en
unas mentes-cerebros separados, que solo podamos leer y entender una oración a
la vez y no en todos los idiomas posibles y necesarios, y que no podamos seguir
la partida simultánea de este inmenso juego de hiper-ajedrez en este laberinto
galáctico indica nuestras limitaciones, pero no dice nada sobre el número
creciente de definiciones, de espejos, de interpretaciones.
2801-2900
La
isla más escéptica está siempre envuelta en niebla. Cada vez que ha sido
descubierta la aventura ha terminado en naufragio, erupción o sentimiento. Y
eso sí que no, lo que le faltaba a una isla es sentir su soledad en medio del
océano. No hay flotadores ni operaciones de salvamento para esa circunstancia.
Todos
los que llegan a esta isla creen que han descubierto el “Mediterróneo” y, en
efecto, también en esto se han equivocado, están en el mar “Mediterrante”.
Las
islas que tienen hijos, los islotes, siempre están preocupadas por lo que será
de ellos, la erosión, el viento, las mareas, las olas, las tormentas, las
gaviotas, todo es motivo de intranquilidad y desvelo.
Al llegar a las Isla de
los Bienaventurados nadie puede imaginar que las delicias que allí se otorgan
sean posibles.
También a Ángel y a Fabiano
les costó trabajo aceptar tal grado de perfección pero tuvieron que rendirse a
la evidencia. Si esa exquisita manera de estar en el mundo es posible debería
clonarse y hacer todo lo posible para que pudiera repetirse y extenderse y
expandirse por todos los puntos cardinales.
Los humanos han de
saber que esa sonrisa existe, que el árbol áureo dona sus hojas al viento en
otoño, que en cada atardecer los rayos solares transforman en oro todo lo que
tocan.
Cuando Fabiano y Ángel
vieron la isla entendieron los mejores oratorios de los músicos barrocos, los
maravillosos paisajes terrestres, la bendición de estar vivos y de haber tenido
la oportunidad de ver, de mirar y de contemplar.
El Sol, antes esférico,
se convirtió en un anillo solar sin núcleo, en corona solar irradiando el mejor
círculo, en círculo solar sin interior, en aureola sagrada en cada gesto, en
halo de energía vital, en aura de amabilidad, en nimbo de oro descargado de
ambiciones.
No preguntéis lo que
hicieron Ángel y Fabiano, los sueños perfectos no se cuentan, las realidades
delicadas solo se manifiestan a los espíritus preparados.
Y Ángel sonreía.
Y Fabiano daba las
gracias.
Los tripulantes del
barco, que nunca desembarcaban en ninguna isla, también notaron cierta dicha y
abandonaron para siempre la vulgaridad y la música barata.
A partir de ahí todo
empezó a ser celebrado.
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