La Biblioteca Nacional de Polombia decidió encuadernar todas las hojas de los árboles, pensaban que de esa manera, cambiando de hojas, también aparecerían nuevas ideas, nuevos temas y objetivos para todos los lectores.
Cada otoño iniciaban una nueva colección y así se concedían el placer de recordar con todo lujo de detalles las ceremonias pasadas.
Meses más tarde, los bibliotecarios más intrépidos querían hacer lo mismo con las ramas más elevadas de los árboles, con las aves, con los cielos y con los sueños volátiles.
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