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viernes, 16 de diciembre de 2011

UN ENCUENTRO

Ellos mismos eran todo lo que tenían, cuando despertaban les tocaba hacer el trabajo más duro, colocar en el exterior el cartel de la obra que ese día representarían como “ESTRENO ABSOLUTO”, “ÚNICA FUNCIÓN”. Después, dada la facilidad con la que todo se desplazaba en aquel mundo, tenían que instalar en su sitio las sillas, las luces, los pasillos. Más tarde localizaban y montaban el escenario, siempre en construcción, y el texto; los decorados y la escenografía estaban a menudo por las nubes. Por último buscaban el vestuario y el maquillaje adecuados.

Todos los días tenían que colocar el cartel “LOCALIDADES PARA LA FUNCIÓN DE HOY”, para animar a alguien a entrar. Pocos espectadores quedaban ya para ver a un Romeo solo, a un Don quijote en Sierra Morena, a un Don Juan Tenorio venido a menos y a un San Juan de la Cruz cansado y algo escéptico; cuatro personajes solos con sus soliloquios patéticos y escondidos.

Por último, una vez comprobado que casi nadie entraba en el teatro, había que apagar las luces y atreverse a seguir otra noche con ánimo la función de reconstruirse a sí mismos.

(Romeo se lamenta de su soledad, se le van acercando Don Quijote, Don Juan tenorio y San Juan de la Cruz).

-Romeo (R): ¡Es despiadada esta hora en la que no veo a mi amada Julieta!, ¡es inhumano sostener su ausencia!

-Don Quijote (DQ): Perdone que le interrumpa en su soliloquio, joven, quisiera decirle que no está solo en estas penas de amor, también me encuentro sin mi amada Dulcinea del Toboso y puedo soportarlo.

-R: Así no arreglamos nada, dos penitentes no solucionan lo que debería ser una vida dulce y soleada.

-Don Juan tenorio (DJT): Estas cuestiones del amor no se solucionan con lamentaciones y quebrantos, sino con astucias y ánimo divertido.

-San Juan de la Cruz (SJC): Don Juan, vos habéis amado a muchas mujeres, pero seguro que hay una que es la que os ha dejado recuerdos imborrables.

-DJT: Sí, Doña Inés.

-DQ: ¡Curiosa manera de referirse a su amada, con un “Doña” delante!, ¿no sería suficiente decir “Inés del alma mía” o algo parecido?

-DJT: Admito la corrección, siempre y cuando se considere que en estos asuntos del amor no sabe más el que más presume.

-DQ: ¡Os veo bastante cuerdo y sensato!

-SJC: Por lo que veo todos hemos perdido a nuestro ser amado, todos vivimos en esta falta, a la espera, viendo que no vemos; se nos ha escondido la luz y de nada sirve clamar al cielo.

-DJT: También clamé al cielo y no me oyó, por eso he decidido hacer lo que me dé la gana en cada momento.

-R: La cuestión no es si los dioses intervienen en estos asuntos amorosos, sino si el amor es el mismo Dios.

-DQ: No parece exagerado señalar que si nuestro amor no es Dios debe ser lo más parecido que existe a la perfección.

-SJC: Sí, pero, ¿por qué un ser perfecto nos dejaría así?

-DQ: Sin duda por nuestra imperfección.

-R: Por presiones familiares.

-DJT: Por las restringidas reglas del decoro que cada época gusta disponer a su antojo.

-SJC: Porque no hemos merecido su presencia y su figura.

-DQ: Dulcinea será lo que yo quiera que sea para mí y no creáis que, porque parezco loco y altamente platónico, no controlo mi vida ni sé pensar con algo de pertinencia.

-DJT: Me parece que esa es una manera afortunada de hablar; tal vez toda la realidad sea sólo lo que nosotros queramos o dejemos que sea.

-R: Veo que habláis con distancia de vuestro amor, como si nada os fuese en ello, como si la vida no se deshilachase y perdiera en cada una de sus ausencias.

-SJC: Está claro que vivimos escondidos o perdidos, o que alguien se ha escondido de nosotros; gemimos, andamos huidos y, por más que clamemos, lo mejor no aparece.

-DJT: Para este negocio de la vida no hay soluciones, hay palabras, teorías, sensaciones, sonrisas, gestos...

-SJC: Cuando logras la iluminación llegas a ver, sonríes y ya lo sabes: no hay nada.

-R: Somos como las últimas personas que hablan un idioma a punto de desaparecer, ya no tenemos a casi nadie con quien comunicarnos.

-DQ: Y siempre acompañados de esa sensación de ser como farsantes, de vivir una vida menor de la que nos corresponde.

-DJT: ¡Curiosa vida es esta en la que, sin méritos conocidos, se les concede a unos tanto y a otros tan poco!

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