Es curioso que libros, revistas y periódicos nos estén "descubriendo" últimamente las fórmulas de la felicidad, hablan de ternura y compasión, de meditación, gratitud y altruismo, de bienestar y hedonismo, de dormir bien, y hasta de tener un coche redondeado, de comer con colores, vivir con creatividad y poseer cierta sobredosis de energía vital, de alegría sin egoísmo, hasta mencionan eso de pedir menos y ser muy generosos; si a todo esto añadimos un vivir con poca agresividad y ansiedad lo que podemos conseguir es perfecto.
Otros dicen que en la vida hay que ser varias cosas, cuidador de colibríes, botánico aplicado al crecimiento de las magnolias, astronauta camino de los anillos de Saturno, escritor de relatos sin comienzo...
Para empeorar las cosas un domingo, en El País Semanal, un tal Borja Vilaseca hablaba de "Dejar de querer para empezar a Amar"; la idea no es mala, pero al hombre creo que se le fue un poco la cabeza y escribió:
"Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el estrés, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la envidia, la arrogancia, la preocupación, la intolerancia, la coberdía, la avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza..."
¡Qué tío!, pero ¿dónde hay alguien así?, ¿quién ha eliminado tantas distorsiones, obstrucciones y nublados? Por lo que veo, además de caminar entre infinitas distorsiones, obstrucciones y distracciones, andomos disipados, distraídos y fascinados.
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Creo que la felicidad es ubicua, difícil de encasillar y definir pero perfectamente detectable entre la maraña de distorsiones, obstrucciones, distracciones, fascinaciones, preocupaciones y demás tensiones. Es esa pátina deslumbrante que estalla en el aire a ratos, esa música interna, ese adagio lentísimo por los entresijos del alma, esa plenitud coral que admite la existencia sin ambages: está bien, todo está bien, todo encaja, todo armoniza, todo forma parte del conjunto y cada parte es lo que debe ser. Es un entregado amén.
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