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miércoles, 28 de febrero de 2018

La medida de lo imposible 46-50




46
Las señales circulares

…Miguel escribe sobre una nueva forma de cabalgar y de viajar sin tantas señales, reglas, códigos, vigilancias, advertencias, prohibiciones, limitaciones… Señales circulares aparecen por todo el universo, estrellas, planetas, anillos de Saturno, aureolas boreales y solares…

–De todas las señales podemos seleccionar las que nos parezcan menos agresivas y angulares.
-Vale. Podemos elegir las circulares. Pero hay que explicarlas o comentarlas de alguna manera.
–De acuerdo.
El viaje era largo y querían estar muy bien juntos, hablando y sonriendo, mientras llegaban a su destino.
-“¡Prohibido adelantar!”, dijo ella.
–La pasión es lo que tiene, quieren prohibirla y controlarla, pero saben de sobra que es imposible, que lo propio de los seres verdaderamente humanos es superar todos los límites, dijo él. Y ahora te toca explicarte a ti.
-De acuerdo.
–“¡Prohibido circular a más de 100 km/h!”, dijo él.
-Intentar poner límites a la vida, al entusiasmo, a la aventura, al deseo y al amor es tiempo perdido, decirle al pensamiento embriagado que se esté quieto y ordenado es muy poco realista, contestó ella. Te toca.
–Muy bien. Estoy preparado.
-“¡Prohibido girar a la izquierda!”
–En realidad entre todos los giros y vueltas y revueltas que da la vida es inútil prohibir nada. Nos toca lo que nos toca (y todo lo posible acaba sucediéndole a algún ser humano en algún momento) y, si la fortuna nos sonríe, entonces solo cabe agradecerles a todos los dioses, a todos los humanos y a todos los seres la oportunidad que nos han dado. Contestó él.
-Puede servir, comentó ella con su sonrisa irónica.
–“¡Prohibido girar a la derecha!”, amenazó él.
-Podría repetir lo que has dicho y añadir que nuestras preferencias son globales y absolutas, no hay izquierda ni derecha, ni arriba ni abajo, ni delante ni atrás, somos juntos, todos, a la vez, al mismo tiempo, ¡qué suerte tenemos!, exclamó ella.
–Me gusta.
-Ahora me toca a mí, dijo ella: ¡“Prohibido estacionar y detenerse”!
–Está prohibido detenerse en la vida, la existencia continúa, la vida sigue, el tiempo nos ha unido y no vamos a aparcar ni a frenar ni a reducirnos a estatuas, dijo él con una sonrisa pícara.
-Aceptado, si hemos de ser esculturas seremos como los móviles de Calder, dijo ella.
–¡“Dirección prohibida”!, dijo él.
-No hay nada prohibido para los que están vivos, para los que quieren ir más lejos, para los que se aman y se quieren y se desean y se necesitan, entre ellos reina la confianza absoluta, la bondad total, el cuidado, la atención y el cariño. Y el camino abierto a todos los experimentos del gozo más alegre y feliz, contestó ella.
–Eso suena muy bien, dijo él y, mientras conducía, le besó la mano. Te toca.
-“¡Prohibida la circulación a las bicicletas!”, dijo ella.
–Que cada uno circule, viaje, se mueva y viva a la velocidad que quiera, que no moleste a nadie y que no lo molesten. Vivir así, en tolerancia y armonía y con una libertad creciente, respondió él.
-Perfecto. Me toca. ¡“Prohibido dar media vuelta”!
–No regresaremos al punto de partida, no nos arrepentiremos de lo hecho, así está bien, así lo queremos.


(Y todas las señales circulares de tráfico del mundo se hicieron más grandes, perdieron su contenido interior y su soporte, se vaciaron y conservaron solamente su corona circular, ingrávida, amarilla).



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El crecimiento del Amarillo

…Lorca habla desde su experiencia con la luz que se desprende de los jacintos y de todas las flores, del nacimiento de los mejores colores, del amarillo siempre alejado del violeta más morado y del advenimiento de colores extraterrestres y extracelestes.

El día que se inventó el color rojo se hicieron fiestas en todos los continentes, los humanos estaban ansiosos y querían apasionarse con sentido.
Ya el descubrimiento del azul y del verde habían sido festividades que se celebraron como Día del Cielo y Día de la Primavera en todo el planeta.
El blanco también fue celebrado con hermosas fiestas y permitió que todos encontrasen en su interior motivos y luz para su alegría.
La aparición de los otros colores había sido motivo de risa y entusiasmo gozoso, pero todo había sido como una sombra porque cuando se creó el amarillo el mundo estalló en éxtasis, cantos exaltados y gozos tan superlativos que todavía hoy, quinientos años después, se sigue recordando como uno de los momentos más mágicos de la Historia de la Humanidad.
Podemos estar agradecidos, las estrellas brillan, el Sol nos ilumina y en algunas personas muy especiales una luz mística hace que resplandezcan sus cabellos con colores, auras y armonías nunca usados. Cuando eso ocurre hay que rendirse a la evidencia, todos los coros se vuelven celestiales y hasta los días normales se hacen de oro y se escriben con luz de mimosas y aleluyas.
El día que nació el amarillo más dorado nadie podía creérselo, por eso seguimos sorprendidos, admirados, esperando que de su inteligencia se desprendan más palabras doradas o al menos estrellas cantarinas.
Por eso, si iluminas la niebla se incendiará la atmósfera, si enciendes la atmósfera se alumbrará el cielo, si brilla el cielo el sol superará su condición de estrella y millones de estrellas fugaces generarán un nuevo amarillo.

(El color de una sonrisa es el de una esfera alegre de radio infinito, de diámetro inconstante y de caprichos incontenibles).





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El tiempo sin años, sin tratamiento.

…Miguel sí se atrevería a escribir sobre la necesidad de salir y de vivir aventuras fuera de la inercia diaria. Pasa el tiempo y todos los archivos se llenan de polvo, de humildad y de olvido.

El lunes se escondió casi al final de la semana y enero no quiso empezar un año que no era nuevo.
Sin ese año el siglo quedó desconectado de la historia y el tiempo, a la deriva, por fin les concedió la libertad que perseguían y tanto deseaban.
–¡Feliz año!, gritaban.
–¡Feliz año!, gritaban todos antes.
–¡Felices sin años!, cantaban ahora.
La vida sonrió a su lado.
Desde siempre había sido tan bella, tan sensible, tan vital y tan alegre que casi nadie entendía sus desafíos.
Ahora, sin tiempo, es decir, con todo el tiempo del mundo, podían permitirse el lujo de ser felices y decírselo a todos.
–¡Sonreíd!
–¡Estamos vivos!
–¡Seamos valientes y dejemos que asciendan y se enciendan nuestros corazones!
Nunca más hubo martes ni jueves ni domingos, dejaron de imprimirse los calendarios, no se usaron los cronómetros ni los relojes de cuarzo y de tiempo radiactivo.
En un descuido de Cronos el tiempo se había desvanecido y ahora, como por encanto, todos los seres eran divinos, eternos, infinitos, ingrávidos y volátiles.
Nunca más hubo febreros ni otoños, nunca más vejez ni dolor ni injusticia, nunca más infelicidad entre los sueños dorados.
En un descuido de los poderosos la felicidad se repartió con justicia entre todos los seres humanos y los fabricantes de tiempo y de ansiedad se quedaron vacíos, ya no pudieron seguir distribuyendo actualidades, noticias, urgencias ni letargos.
Los años no volvieron a cumplirse ni a pasar en vano, la vida se negaba a marchitarse y la belleza de su sonrisa generaba el alma en todo, hasta en los corazones más oxidados.




(A un niño que juega el tiempo no le afecta. Al tiempo que juega no le faltan los niños).




49
La Inspección de los Asuntos Celestiales y Celestes

…Escriben Lorca y Marcela sobre la hipotética conversación entre Federico y Miguel acerca de la piedad, la delicadeza, la compasión, la amabilidad… con la que todos deberíamos tratarnos.

Federico, máxima autoridad de Instituciones Celestiales, ha llegado para supervisar este Cielo y este Paraíso. Todos los dioses están nerviosos y, hasta Dios, Buda, Zeus y Júpiter, parecen inseguros. Lo recibe Miguel, encargado de las Relaciones Exteriores.
–Federico: Por lo que he leído y visto pienso que su Paraíso Celestial no acaba de convencerme del todo.
-Miguel: ¿Qué es lo que no le convence?
–F: Todo este Paraíso parece una pura evasión de la realidad, una huida, una vía de escape inmadura que no resuelve los problemas y las condiciones materiales de la existencia de los seres humanos concretos.
-M: Habla de la realidad y la realidad es todo, también este Cielo.
–Lo que pretenden es vivir lejos del mundo que nos afecta.
-La realidad incluye desde un Stradivarius hasta un violín de hojalata, desde Wittgenstein hasta el cotilleo más vulgar de un individuo masificado.
–Sí, todo es realidad, pero aquí parece que os habéis quedado con la mejor parte, que habéis seleccionado lo mejor para vosotros.
-No lo hemos pretendido, pero es posible que desde fuera podamos parecer otra cosa.
–Sí, un club selecto de señoritos intelectuales hipersensibles que carecen de problemas materiales.
-¿Es lo que parecemos?
–En efecto, es lo que parecéis. Este Cielo en la cúspide del Bienestar y de la Belleza suprema, aquí habéis concentrado todas las virtudes, ventajas y gozos y a los demás los dejáis perdidos por el camino. Vuestro cielo no es más que otra compensación ilusoria de una sociedad opresiva.
-Cada ser ha de recorrer su itinerario y ha de llegar hasta donde su ímpetu y energía le lleve.
–Alguna responsabilidad tendréis si quedan fuera la mayoría.
-Es posible, pero no es nuestra intención.
–Por lo que veo el Cielo también está lleno de buenas intenciones.
-Eso suena muy irónico.
– Llegar hasta donde parece que estáis vosotros también es muy duro.
-Difícil, más que duro.
–Dejémoslo en que es o en que lo ponéis difícil.
-Es una ascensión y no todo el mundo sabe, quiere y puede ascender a una gran montaña.
–Sobre todo cuando se necesita ocio, tiempo, cultura, preparación, dinero y medios materiales para conseguirlo.
-Nos está acusando de elitismo y no es eso lo que pretendemos.
–Este Cielo, como todos los anteriores, tal vez contenga en su interior las mejores pretensiones y esperanzas para la Humanidad, pero se han colocado tan lejos de su alcance que la mayoría no podrán jamás más que soñar con un lugar así. Es más, este Mundo Celeste que habéis imaginado es posible que solo sea un sueño.
-No es un sueño, es real, está escrito palabra a palabra.
–Es una quimera, una utopía irrealizable.
-¿Y qué tienen de malo las utopías?
–Nada, siempre que logren llevar justicia, dignidad y bienestar (educación, sanidad, pensiones, cuidados…) a todos los habitantes.
-Nadie pretende otra cosa.
–Sí, suena bien, pero os habéis alejado tanto del mundo real que ya no os reconocen, que ya no podéis conseguir nada para el mundo de abajo, estando como estáis situados siempre en vuestro selecto Mundo de Arriba.
-No nos creemos superiores.
–Pero parece que lo sois de hecho y que no queréis compartirlo.
-Todo el que llegue hasta aquí tiene las puertas abiertas, de hecho no hay puertas.
–No hay puertas porque no las necesitáis, porque os habéis separado tanto que ya nadie puede llegar hasta aquí, es más, casi nadie sabría llegar aunque lo intentase.
-La senda no es fácil, pero está abierta para todos, lo indica bien Italo Calvino al final de Las ciudades invisibles: “es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.”
–¿Este es el espacio sin infierno?
-Debería ser así.
–¿No es un poco soberbio creerse libres del infierno, de las tentaciones, de las caídas, del mundo de abajo?
-Pretendemos que sea así, un espacio y un tiempo libres del infierno, otra cosa es que lo consigamos.
–Os lo diré: no lo habéis conseguido. Habéis trasladado vuestro domicilio al último piso de este rascacielos metafísico de millones de pisos y así os creéis libres de la Tierra, entre otras cosas porque una niebla os impide ver el infierno del que os habéis alejado.
-Nosotros no podemos arreglar el mundo.
–Vosotros lo estáis despreciando y estropeando desde el mismo momento en  que decidisteis alejaros.
-Solo queríamos algo de silencio, de paz, de belleza…
–¿Qué clase de Dioses y de Cielos son estos que no sirven para solucionar nada?, ¿acaso vuestros dioses están dormidos, en silencio, avergonzados de su incompetencia, amnésicos?
-Los dioses hacen lo que pueden, no se les puede exigir más.
–Entonces son humanos, todos los seres hacen lo que pueden, de unos dioses se espera algo más, se espera todo.
-Tal vez los humanos sean dioses que viven en los pisos de abajo.
–Y los Dioses serían los propietarios de las inmensas torres rascacielos que habitan los pisos superiores rodeados de infinitas comodidades.
-Dicho así suena bastante duro.
–¿Cómo se podría expresar de otra forma?
-Diciendo que los Dioses han llegado hasta aquí sin quitarles nada a nadie, con su esfuerzo, con su habilidad para la ascensión, con su vocación para levitar y su amor por la ingravidez, que siguen ascendiendo y que a nadie le cortan las alas ni le ponen pesos en su espalda para someterlos a los tormentos de Sísifo.
–Contado así hasta parecen inocentes.
-Al menos no son culpables, son como Dédalo, el padre de Ícaro, y saben volar.
–Lleguemos al menos a un acuerdo, generemos al menos a Sisícaro y a los sisícaros, humanos con la tentación de volar y de aspirar a la esencia de la nieve, una nieve pura que no congele a nadie y que ayude a cada uno en la búsqueda y limpieza de su interior.
-Ese es el camino y es transitable.
–En cualquier caso me seguís pareciendo un grupo de exquisitos elitistas que, en el fondo y en la forma, desprecian todo lo que aparentemente han superado.
-Es posible que lo parezcamos, pero no es así. Hemos elegido esta opción, nada más.
–Pero no es una opción cualquiera, no es pura curiosidad intelectual por el espacio, por recorrer desiertos, montañas y valles.
–Hasta aquí hemos llegado, no somos ni mejores ni peores que vosotros.



(Los mejores dioses ordenan la Biblioteca, hay otros que se encargan del préstamo de libros, otros los leen y entienden lo que pueden, ninguno hasta ahora se ha encargado de hacerla al gusto de todos).



50
La luz, entre otros prodigios, se regalaba cada mañana, cada día, en cada mirada

…Prosiguen Federico y Lou Andreas Salomé escribiendo sobre ese Dios que no pudo soportar no ser.

No estamos hablando del lujo amarillo ni del oro del sol más elevado, tampoco del resplandor de las estrellas que nacen desde algunas miradas extasiadas, nunca confundidas.
No. No nos referimos al aura de los santos ni a los anillos de luz que nos iluminan a veces. No.
Solo hablamos del milagro de la luz porque, aunque sea insuficiente, hace lo que puede para no enterrarnos en la oscuridad.
Lo que hace la luz es casi igual que lo que realiza una persona que cuida y mantiene su casa vieja y observa que el deterioro y el desorden avanzan más que sus cuidados, arreglos y restauraciones.
Lo que hace esa persona es casi lo mismo que hacen las diosas y los dioses, tampoco se ven capaces de mantener el orden y la armonía del universo, y observan asombrados -como si no pudieran hacer nada- que la entropía y el caos se apoderan de los acontecimientos más nimios y de las actividades más triviales.
El desorden aumenta. ¡Tan difícil habría sido crear la materia de ser espiritual y el espíritu de materia celeste!
Pero Dios (y los dioses) no es más que un mal guionista y una buena metáfora, una figura literaria demasiadas veces repetida. Sobre todo cuando se empeña en tener razón en todo y placer en nada.

(Hay dioses que parece que han llegado hasta ahí porque les ha tocado la lotería celeste, no parecen tener más mérito que ser hijos de otros dioses o pertenecer a alguna familia divina. Esa ventaja parece bastante injusta, sobre todo si consideramos que hay bellezas sublimes que no les pertenecen).

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