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Los dioses enamorados
…Lorca escribe siempre desde Nueva York, desde Calder,
sabe que los dioses más atrevidos son los que crean paraísos nuevos, los que
descubren cielos multicolores e inventan mil y una maneras nuevas de sentirse
bien en este mundo tan lleno de variaciones.
¿Quién eres tú para crear una luz nueva?, ¿qué clase de osadía te mueve
para ser capaz de tal atrevimiento?, ¿qué sentirán ahora los habitantes
vocacionales de las cavernas?
¿Cómo eres capaz de inaugurar de repente un imprevisto amarillo?, ¿no es el
blanco suficientemente luminoso?, ¿qué les dirás ahora a los pintores
tenebristas?
¿De qué manera adivinaste que allí se escondía el máximo nivel de la
esperanza?, ¿y por qué necesitamos esperar algo mejor que lo que ya somos,
vivimos, disfrutamos y tenemos?, ¿qué coreógrafo se atreverá a soñar un
movimiento más insólito?
¿Qué grado de belleza te acompaña siempre que te ríes?, ¿qué tiene la
sonrisa bondadosa para superar la rotundidad y la desolación de las
distancias?, ¿por qué, cuando lo tenemos todo, todavía nos falta?, ¿qué harán
los poetas cuando todo esté expresado, dicho y explicado?
¿Qué haces para merecer ese resplandor tan floreciente compuesto de
promesas de felicidad cumplidas y magnolias extasiadas?, ¿por qué, aunque solo
sea una, no nace una flor inmarcesible?, ¿y por qué hasta el mármol y el bronce
acaban desgastados?
¿Cuándo te diste cuenta de que lo tuyo no era vivir sino flotar y soñar e
imaginar inéditas nieves eternas para mejorar los horizontes?, y, en este caso,
¿por qué la nieve no es amarilla?, ¿en qué película, en qué sueño, podría nevar
de forma soleada?
¿Cómo llegaste a ser esa mirada cristalina que acuna los mejores
sentimientos humanos?, ¿qué arquitectura construirá para todos el áureo
domicilio exento de pasillos perdidos y lleno de abundancias?
¿Cómo fue posible que de la pura materia surgiera ese dominio de
generosidad y palabras adorables, un ser humano que lee con atención y entiende?,
¿qué hizo posible la genial invención de la ficción más literaria?
¿En qué medida el cariño y la ternura te constituyeron desde siempre?, ¿qué
hemos hecho para merecer la Pasión según la Música extremada?
¿Qué has hecho para conseguir y merecer tantas palabras de amor
correspondidas?, ¿qué Divina Comedia de la Mancha recorren ahora y siempre Don
Quijote y Sancho?
¿Por qué no nos sorprende que sigas sobrevolando los problemas?, ¿qué hay
de cierto en la más humilde de las armonías?
¿Por qué siguen siendo circulares las esferas?
¿Por qué los dioses no van a poder enamorarse de los seres humanos?, ¿por
qué quieren ser todos calderianos?
(Se pueden hacer todas las preguntas que cada uno quiera, lo que no se
puede negar es que los asteroides, los satélites, los planetas y las estrellas
existen y que, por tanto, pueden volar los monumentos).
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Atención
…Marcela dedica atención a todos los detalles, mira
fijamente y con delicadeza todos los asuntos que conciernen a la belleza. Y
hasta es posible que Miguel hubiese viajado más con sus personajes Persiles y
Sigismunda si los medios de transporte de la época lo hubieran permitido, si
los medios de unión lo hubieran hecho posible, si las posibilidades se hubieran
realizado.
Para que un día quede bien instalado entre nosotros se necesitan ciertos trinos
de pájaros optimistas, un sol resplandeciente y sin complejos, las mimosas florecidas
y, si queremos que todo sea perfecto, también precisaremos una sonrisa amarilla
de oropéndolas
y la alegría soleada de un niño que corre y salta.
Ahora que lo pienso, tampoco nos sobraría la eterna presencia que ya nunca
es ausente.
Para que un día cualquiera permanezca para siempre con nosotros es preciso
cuidar con esmero todos los detalles, sonreír desde el principio, desde todos
los despertares, agradecer que existen los naranjas y los colores vivos,
brindar por las flores, expandir cada gesto como si quisiéramos abrazar el
universo entero y saber, sí,
saber que detrás de toda la belleza, de todo lo que nutre la esperanza, hay
una presencia dorada.
Y ahora que lo reviso, no nos vendrían nada mal los mejores recuerdos.
Después de todo, y sabiendo todo esto, lo raro es contemplar la ignorancia
de tantos seres que apenas quieren ser humanos, que confunden felicidad con
abundancia, que renuncian a todo lo poético por simples bienes de consumo; lo
extraño es comprobar con qué facilidad se engaña y como el lenguaje, que
debería seducir a las almas hacia los más altos y elevados y tenaces andamios de
las flores,
sirve para mentir, seducir y confundir, para extraviar y separar.
Y todo esto con el permiso de todos los que podrían evitarlo.
Solo se necesita repasar los países que ya están cerca de nosotros: Portugal, Olanda, Australia,
por citar solo algunos y no olvidarme de ninguno de los otros.
(Ningún día está fijado para siempre, como mucho es una oportunidad
fascinante para mejorar la vida, pero no permanecerá con nosotros mucho
tiempo).
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Los humanos también nos han regalado su sabiduría.
…Lou Andreas-Salomé
escribesobre lo que somos y no nos atrevemos a vivir.
Lo primero que debemos hacer es agradecerle que haya compartido esta
lección con nosotros. Es un honor superlativo que seguramente no merecemos. Necesitaremos
días, semanas, meses y años para entenderlo, y siglos, milenios y
eternidades multicolores para vivirlo y corresponder a todo lo que nos ha
dado y nos sigue regalando. Estamos en deuda. Eso está claro.
Es cierto que Teodoro es un experto en meditación, en budismo y en
hinduismo, en esas filosofías orientales que tan difíciles son de encajar
en la monovisión del paradigma científico materialista y de
la filosofía racionalista occidentales. Lo curioso del caso es que uno de
nosotros, cuando estudiaba Filosofía en la Universidad, tuvo la suerte de
escoger una optativa sobre Filosofía Oriental; lo que le permitió
desde entonces estar abierto a lo que Salvador Pániker llamaría otra
"aproximación al origen".
Empezaremos confesando una cosa que sabemos todos: escuchamos con atención
pensando en la perfección, sabiendo a qué y a quién se refiere y que, sin
saberlo o sabiéndolo, la está describiendo. Lo que no hace más que confirmar
nuestra certeza intuitiva y nuestra seguridad instintiva de que es, encarna,
representa o tiene acceso a esa sabiduría de la que habla.
Me gusta Howard Gardner, y tuvimos el placer de escucharlo en directo
cuando en el Teatro Palacio Valdés de Avilés Eduardo Punset lo presentó
con motivo de la concesión del Premio Príncipe de Asturias 2011
de Ciencias Sociales. Estamos de acuerdo con él en que hay muchos tipos de
inteligencia y que la lógico-matemática y la científica naturalista
son solo unas de las maneras en las que aparece la inteligencia entre los
humanos. Por ejemplo, en su caso, la inteligencia lingüística, la interpersonal
y la intrapersonal son algunas de las más radiantes. Y hay más, la
corporal, la espacial y la musical también son esenciales.
Si nos lo permiten, comentaremos su discurso dedicándoselo. Desde que nos
conocemos algunos hemos sabido que estábamos ante una persona muy
especial, una filósofa muy lúcida y perspicaz, ante la sabiduría encarnada
en una forma esencial y esmeradamente bella en todos los sentidos. No hace
falta haber tenido experiencias próximas a la muerte, es mucho mejor haber
tenido supra-experiencias cercanas e inmersas en la Vida en las que era
muy sencillo contemplar la luz perfecta y saber cuál era el ser al que
teníamos que dirigirnos.
A veces no había ni espacio ni tiempo, más bien una alegría y una
paz infinitas y un desmayarse continuo ante la contemplación de tanta Belleza.
Sabíamos cómo, por qué y para qué se habían formado los universos A, B y C, sobre
todo el C, al que los antiguos sabios griegos llamaron con razón Cosmos,
el Todo ordenado y armonioso.
Necios seríamos si no reconociésemos lo que nos ha sido dado, sí,
"desde el asombro maravillado", no hubiéramos entendido que una
sonrisa era nuestra alma, ¡y qué sonrisa! Por eso, y desde entonces,
no necesitamos agradecerle nada a Dios ni a los dioses, nada a ese
dios crucificado y torturado, nada a la vida ni al Tao ni a Buda, pero sí a un
ser en el que se reúnen amor, inteligencia y belleza. No sabíamos y
empezamos a conocer. En realidad muy pocos saben. Los demás somos nada frente
al precipicio insondable del infinito. Desde estos pequeños seres que
somos mirábamos sorprendidos y admirados, éramos aspirantes a aprendices
de sabios y siempre encantados. Agradecíamos lo que nos daban y la luz que
recibíamos ("cuando tú me mirabas/ tu gracia en mí tus ojos
imprimían"), estábamos iluminados, en nosotros se inscribían
recuerdos imborrables.
Reconocer la ignorancia es liberador, lo que sabíamos apenas nos daba para
estar a su lado sin alcanzar nada, sabíamos que no se podía conquistar lo
más alto. Hay que reconocer lo que es evidente, no éramos más que seres
pequeños frente a la inmensidad, pero podíamos imaginar, podíamos saber,
de hecho comenzamos a saber lo que es un océano de vitalidad. No practicamos
el egocentrismo ni el eurocentrismo ni el geocentrismo, ni siquiera
sabemos si existe el centro de algo o si conocerlo proporciona alguna
ventaja. Veíamos, mirábamos, admirábamos, ese era y es el centro de la
sabiduría.
Sí, la cuestión era y es ser, no solo saber. Nos gustaba también lo de
conocer por identidad, fusión y confusión, la conciencia inicial unificada, ese
acceso a toda la realidad que importa, la mejor eternidad incorporada para
siempre a cada uno de los presentes compartidos. Hay algo inefable en todo
esto y algo que se puede expresar. Podríamos decir lo que es el gozo, la
belleza, la felicidad, el amor, la gratitud para siempre: la flor, la
magnolia que surge de la plenitud radiante, el colibrí que sobrevolaba cada
palabra emocionada.
Todos somos benditos, pero unos más benditos que otros; sabemos que hay
seres que están por encima de lo que llaman mecanismos de defensa, que han
superado el laberinto del yo y del ego, que agradecen la luz y bendicen a todos con
sus miradas, sus atenciones, su presencia, sus palabras... Dicen que el amor es
sabio, devoto, beato, santo, divino. Así es, la magia (y el arte) del amor es
la más alta y compleja de las sabidurías que nos permite salir del tiempo.
Estamos de acuerdo, algo nos ha llegado.
Hemos pasado por mil desorientaciones, por noches obscuras del alma y
tenemos que sanar y curarnos con palabras y con silencios encantados. Sí,
el gran sentido se abre con la iluminación, nada que hacer, ningún deber,
ninguna obligación, nada que conocer, descansar en el ser, el júbilo, el
éxtasis, el nirvana, el cielo estrellado.
Y la meditación libre también es una relación nueva con el cuerpo, cuerpo
como polifonía radiante del amor. Sí, lo hemos vivido, océanos en
reposo, corazones abiertos, amores gozosos y serenos, gratitudes explícitas, mudas,
regreso al origen de la alegría, paz inconmensurable, imperturbable,
tranquilo placer de ser y existir, amor incondicional... Perfecto, así lo
expresa Vicente Merlo: "nada que conocer excepto la propia lucidez
silenciosa, nada que hacer excepto este exquisito descansar en el
ser" y todo acompañado por ese resplandor de gratitud, por la belleza
de ser. Por eso podemos agradecer el canto de los pájaros, el sol cuando nace
cada día por el este, la montaña elevada, la sonrisa eterna y, sobre todo,
agradecer la suerte de existir, de conocer. Agradecer
la nueva existencia.
Siempre y cuando todo esto no signifique ningún tipo de olvido de todos los
problemas materiales que hay que resolver.
(Nada que hacer excepto agradecer).
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…Lorca sabe que hay
espectadores preparados para ser el nuevo público. Los nuevos espectadores
están vivos, las nuevas representaciones están preparadas, los textos están
escritos, los actores han ensayado…
Diez minutos antes de que comience la obra de teatro, con casi todo el
público ya sentado y hablando en voz baja, un espectador se levanta de su
butaca y se dirige por el pasillo hacia el escenario, sube las escaleras y se
dirige al público.
–¡Por favor!, ¿pueden escucharme unos minutos? Es muy importante, ¡deben
escuchar lo que les tengo que decir!
Muchos espectadores se callan y atienden, otros siguen hablando y comentando
si lo que está ocurriendo es parte de la obra, del espectáculo o no.
–(Elevando la voz) ¡Tienen que escucharme, deben prestar atención, en
cuanto comience la obra todo estará perdido!
El público está más silencioso.
–¿Qué hacemos aquí?, ¿por qué venimos al teatro a ver una escenificación de
la vida?, ¿es que no estamos bastante vivos?, ¿es que no nos atrevemos a vivir
lo suficiente?
Aparecen murmullos en la sala, se oye: “¿Y quién es este?, ¿qué dice?,
¿cómo se atreve a interrumpir el comienzo de la función?”
–Estoy escuchando lo que dicen. Soy uno como ustedes, un ciudadano más, un
habitante más de esta ciudad que ha venido durante años al teatro, como
ustedes. Y lo que les quiero decir es que deben pensárselo bien antes de seguir
acudiendo al teatro.
Más murmullos.
–Sí, sé que les estoy molestando, que me atrevo a interrumpir su espera
para invitarles a considerar si es normal que una representación sea más
importante que la vida misma.
¿Por qué les prestamos tanta atención a los actores, a veces incluso más
que al resto de ciudadanos? Nosotros vivimos con las demás personas, no con los
actores. ¿No sería más natural dedicarnos más tiempo los unos a los otros?
Por un lateral sale el regidor de escena para pedirle que se calle.
–Regidor: Debe ocupar su asiento. La representación va a empezar.
–Espectador: Ese es el problema. Eso es precisamente lo que les vengo a
anunciar: ¡la función no debe comenzar!
–R: Pero, qué dice, estas personas están interesadas en esta obra y en su
autor, además han pagado su entrada…
–E: No le hagan caso, la obra no es importante, el autor tampoco. ¡No existe
la catarsis! Lo que aquí ven no les va a servir de nada. ¡Abandonen la sala,
salgan a la vida, vivan! Y no se dejen adoctrinar por dramaturgos, poetas y
escritores.
–R: ¡Usted está mal de la cabeza!, no sabe lo que dice. Los escritores son
ciudadanos y artistas ilustres, inteligentes y sensibles; los que captan,
escriben y nos muestran lo que los demás apenas presentimos.
–E: No lo dudo, pero de lo que se trata es de vivir, no de contemplar
pasivamente lo que otros hacen. Se trata de moverse, de hacer, de transformar,
de mejorar.
–R: Eso es precisamente lo que intentamos aquí con esta obra de teatro.
–E: Eso no es más que una ficción inofensiva que no resuelve nada.
–R: Pero ayuda a pensar y a madurar, ayuda a elegir mejor.
–E: O nos mantiene en la mentira, en la representación, en el simulacro
eterno del lenguaje que cree referirse a la realidad cuando, verdaderamente,
siempre está alejado.
–R: Bueno, mire, tiene que abandonar el escenario, la obra va a comenzar y
no podemos perder más tiempo.
Se oyen abucheos desde el público: “¡Fuera!, ¡déjanos ver la obra!”. Pero
el espectador no se rinde.
–E: Deberíais estar aquí arriba, si no queréis salir del teatro por lo
menos atreveros a subir al escenario para ser parte activa de la obra. ¡Que no
os lo den todo hecho!, ¡venid aquí!, ¡subid!, ¡ocupad la parte iluminada y
principal!
Algún espectador se anima y sube. Se saludan.
–E: ¡Hola!, ¡bienvenido a la vida presente!
–Espectador 2: ¡Hola!, parece que no es tan difícil llegar hasta aquí.
–E: Si todos subierais al escenario todos seríamos los protagonistas de la
escena y la obra no podría realizarse sin nosotros. Si les dejamos todo el
protagonismo al autor, al director de escena y a los actores, serán ellos y
solo ellos los que tomen las decisiones.
Otro espectador sube al escenario y dice:
– Espectador 3: Pero nosotros no hemos escrito nada, no nos sabemos el
papel ni la obra.
–E: No importa, improvisaremos. Esto es lo importante. Nosotros seremos la
obra, la ficción y la realidad, el teatro y el mundo, la representación y la
vida y no dejaremos que nadie la escriba por nosotros.
Nos quedaremos aquí e interrumpiremos la acción cada vez que lo
consideremos oportuno.
–E 2: Y así ningún dios se atreverá a escribir nuestra vida por nosotros.
–E 3: Y ningún destino jugará con nuestras vidas.
(El teatro solo es una representación de una ficción de un simulacro de un
juego de una comparación de una sombra de un ensayo que quiere ser luz).
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Encontrar un sol en un fragmento de alambre
…Federico y Sidharta
unidos ante la inmensidad del mundo. La respuesta está en todas partes, solo
hay que acertar con la interpretación, que suele ser evasiva y evidente.
El caminante observa: “Ascender a la cumbre y regresar sin pruebas, ni
siquiera un trozo de metal o de piedra, de hierro interesante o de cable
doblado. Mirar y ver la perfección de este valle y de esa montaña con nieve. Y
conformarse con eso.”
El enamorado piensa: “Mirar y no ver. Ese es el lenguaje indescifrable. El
laberinto sin salida. El mundo sin dirección ni sentido. Y sobrevivir.”
El creyente solicita: “Buscar, clamar, gemir y no tener respuesta. Rezar y
encontrar silencio. Esperar y no hallar ni el más mínimo indicio. Y creer, a
pesar de todo eso.”
El artista encuentra un fragmento de alambre que encontró en aquel valle
perfecto, lo mira, lo dobla y lo encuentra interesante. Es indescifrable pero
ese es el lenguaje abstracto que ha elegido, se mantiene en la música de J. S.
Bach o en su silencio.
En todas las cosas hay más posibilidades escondidas que las que se ven a
simple vista, que las que la tradición admite y que las que la sensatez
considera.
Así en la materia aparecen átomos, protones, electrones, neutrones, quarks,
leptones, bosones, nadiones…
Entonces imagina que en el lenguaje podría suceder lo mismo, que
podrían aparecer nuevas expresiones y significados. Sería suficiente
que dos palabras se uniesen para que resplandeciese el universo.
Si unimos alma y altura surge la expresión “alma de altura, alma
alta, almalta, almura, el alma que solo aparece y se manifiesta en
la altura física o mental, alma sonriente, iluminada,
radiante, alegre, esclarecida…”.
(Caminar es la verdadera vocación de un explorador. Si no existiese el
cansancio ni las limitaciones de la vida, el ideal sería recorrerlo todo,
caminarlo todo, observarlo todo, vivirlo todo. Y después seguir con los demás
planetas).
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