9. EL JOVEN GEÓGRAFO
“Si yo soy amigo del mar y de todo cuanto es de especie marina, y cuando más amigo suyo soy es cuando, colérico, él me contradice:
Si en mí hay aquel placer indagador que empuja las velas hacia lo no descubierto, si en mi placer hay un placer de navegante:
Si alguna vez mi júbilo gritó: La costa ha desaparecido, ahora ha caído mi última cadena.” (Nietzsche: Así habló Zaratustra)
“El océano es una máquina de Türing, la arena es la cinta; el agua lee las marcas escritas en la arena, en ocasiones las borra y en ocasiones graba marcas nuevas por medio de pequeñas corrientes que son a su vez resultado de las marcas ... Con el tiempo el océano las borra, pero en ese proceso su estado ha cambiado, la estructura de sus remolinos ha quedado alterada.”
(Neal Stephenson: “Criptonomicon II. El código Pontifex”)
El desierto también es una máquina de Türing, la arena y las dunas son la cinta; el viento lee las marcas escritas en la arena, en ocasiones las borra y en ocasiones graba marcas nuevas por medio de ráfagas que son a su vez resultado de las marcas ... Con el tiempo el desierto las borra, pero en ese proceso su estado ha cambiado, la estructura de sus dunas ha quedado alterada.
El joven geógrafo pensaba que debería situarse lo más cerca posible del borde de la perfección, navegante terrestre, cartógrafo de sueños y de quimeras, viajero incansable por todas las imprudentes alegorías sobre lo que nos mueve y nos conmueve, escribió este mensaje como parte del proceso de terapia ocupacional que necesitó seguir para liberarse de los pesados yugos—papeles—boletines burocráticos. Después de todo lo más importante siempre aparece un poco tarde y, a no ser por un milagro, apenas le da tiempo para salvarnos. Sea como sea su vida se dirigirá a los colores de la tarde, el otoño amarillo le ayudará a soportar su propio otoño y la naturaleza le seguirá dando una lección magistral tras otra de pintura y de escultura y de arte con mayúsculas.
Nunca se olvidaba del fragmento 61 de Heráclito, era su favorito, el que le indicaba su afinidad con la eterna ternura, la misma que parecía molestarle tanto a otras personas: "El agua del mar es la más pura y la más impura; para los peces es potable y beneficiosa; para los hombres funesta".
El joven geógrafo quiso ser innovador y hacer lo que creía que nadie había intentado hacer jamás. En el pasado todos los geógrafos y cartógrafos habían seguido la teoría de Heráclito, incluso la de Cratilo, del flujo universal, de que todo cambia y se mueve, y más que nada el mar, de que su superficie se transforma y no permanece y que, por tanto, no merecía la pena realizar, ni intentar siquiera, un plano de la superficie marina ni de la del desierto.
Nuestro joven geógrafo necesitaba un marco firme de referencia o un sistema, alguna verdad objetiva, alguna regla fija para guiar su conducta; necesitaba sentirse seguro y dar sentido a su existencia que él veía, sin razón, casi naufragada. Por eso le obsesionaba Heráclito y el mar, el desierto y el mar de dunas, el cielo y las nubes, y un fragmento de Heráclito que él parafraseaba, según el día, de mil maneras. Por ejemplo:
“La arena del desierto es la más pura y la más impura; para las dunas es beneficiosa; para los hombres a veces no.”
"El mar es el agua más pura y la más envenenada: para los peces es fuente de vida; para los geógrafos no es cartografiable y es causa de su desilusión, desencanto, desesperación y desengaño."
Pero el joven geógrafo se atrevió con ello, no sólo realizó una cartografía exacta de las olas, de las nubes y de las dunas siempre cambiantes (ya que olas, nubes y dunas compartían su misma esencia), porque si las dunas le parecían siempre fascinantes sabía que las olas eran todavía dunas más precisas y tan rápidas, tan líquidas y tan móviles como las esculturas móviles de Calder; también se atrevió a realizar las cartas de navegación del mar a la orilla de aquella playa, fijando el milenio, siglo, año, mes, semana, día, hora, minuto y segundo; también se atrevió a ponerle nombre a todos aquellos pequeños accidentes, nombres topográficos—oceanográficos y así cada cresta de cada ola, cada oscilación de cada corriente, cada rumor de una nueva marea, pasó a tener nombre propio, decisivo, eterno y definitivo al menos en aquel instante.
El primer mapa le quedó así:
Ola de las nubes en las dunas
Ola deshaciéndose ola del niño que juega con las olas
Ola de la niña que juega a vaciar el mar ola del aquí y del ahora
Oleada de la vida Ola del presente
Ola en retirada ola efímera
Ola que moja la arena ola del viento
Ola de los amigos contentos Ola de vanguardia
Ola en calma pequeña ola terminándose
Ola empujada ola que se acerca otra ola de la vida
Ola de espumas ola del amor platónico
Ola de repente ola llena de vida ola alegría
Ola de nadie
Ola de empuje ola de amor ola de fuerza
Ola de media altura ola que cambia y canta sin esfuerzo
Ola de mil elementos ola al viento
Ola de miel ola digna de ver ola de noche de luna
Ola azul marino ola que viene ola sin nombre
Ola con reflejos plateados
Ola del entusiasmo pleno
Ola reposada ola de altura
Ola ondulada ola delicada de Yves Tanguy
Ola de profundidad ola de matices verdes azulados
Ola de los batientes ola de agua entrelazada ola definitiva
Ola de algas diversas ola sabia ola que fue iceberg y hielo
Ola agradecida ola del aire que respira
Ola del eterno retorno de las olas
Ola lejana ola de fondo ola del horizonte
Ola que huye del Cabo de Hornos y desea la playa
Ola adivinada al final de la tarde cuando el sol no quiere dejar de mirarte
Cuando presentó su mapa-carta marina a su jefe, el geógrafo-cartógrafo-geómetra estricto, le contestó que todo aquello no era más que un desvarío, una quimera, poesía disparatada, mala literatura y, además, alejada de la ciencia. Lo que debería hacer es cartografiar playas rectas, ángulos de noventa grados en los acantilados, todo de hormigón y de acero inoxidable si era posible, y calculado sin margen para la espontaneidad poética y sentimental. Aquí estamos, le dijo, para ser objetivos, para trazar coordenadas, para calcular líneas de deriva, desviaciones y derivaciones y no para soñar despiertos.
El jefe en su obsesión, casi delirio, por normalizar, etiquetar, controlar, cuadrar y cuadricular, racionalizar, catalogar, medir y controlar, se le ocurrió que debería centrar su futuro trabajo en estructurar la forma de las nubes, para legalizar las que cumplan con todos los trámites; en diseñar en cuadrados y rectángulos las hojas de los árboles; en manejar los colores en sus mapas como en una carta de ajuste, todo cuadriculado, todo ajustado; en proporcionar horarios regulares a todo: a la misma hora la misma nube pasa por el mismo ángulo del cielo y la misma temperatura todo el día, sin brisas, vientos ni cambios; debería fijar la misma intensidad de luz todo el día, sin modificaciones tales como amaneceres o atardeceres que tan difíciles hacían la precisión y la exactitud en su trabajo. Debería procurar toda la uniformidad posible como si todos los alumnos del planeta del mismo nivel estudiasen la misma página del mismo libro de la misma asignatura a la misma hora en todas partes. Todas las diferencias deberían ser abolidas, sólo la homogeneidad, el control, la normalización y el cálculo, nos permitirían vivir en un mundo civilizado. Y, respecto a las olas, deberían ser paralelas, rectas, sin vacilaciones, horizontales, bien homologadas y nada de poesía, ¡números y sólo números!
El joven geógrafo salió del despacho de su jefe pensando que todo esto le parecía el relato de Borges "Del rigor en la ciencia". ¡Menuda empresa!, ¡menuda fábrica de gris uniformada! Lo recordaba perfectamente:
"En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él ..."
Después de escuchar los desvaríos de su jefe decidió que quería seguir siendo joven y geógrafo, joven como para atreverse a hacer lo que nadie había intentado antes (la pasión según el eterno oleaje y el continuo cambio de las dunas) y geógrafo para continuar con la tradición de los geógrafos rigurosos de Borges, pero de otra manera. Por eso volvió al mar, a la misma playa y allí volvió a trazar otro mapa o carta marina, para navegar por las sutiles diferencias de la apariencia del mar, para no marearse ante tantas profundidades.
Y así, con ese ánimo, trazó su segundo mapa:
Ola de las dunas de nubes de agua
Ola de los niños jugando
Ola que descansa
Ola del Olimpo ola de los dioses felices
Ola del aire inocente ola sin fuego
Ola que remueve la mente Ola que llega a la tierra
Ola del tiempo ilusionado ola que brilla
Ola de Heráclito
Ola del arco iris recién iluminado
Ola de los poetas siempre vivos ola de los enamorados
Ola no burocrática ola sin inquisiciones
Ola mística ola del sentido de lo humano ola de luz
Ola educada ola de la civilización tolerante
Ola feliz ola de Epicuro sonriente
Ola que recorre el mundo ola del sueño y del insomnio
Ola obscura y cálida ola acogedora
Ola individual pero no egoísta ola de la razón pura relajada
Ola del murmullo Ola del barco que se aleja
Ola del amor salvaje ola del espíritu puro ola de pasión en calma
Ola del mundo que se nos avecina ola de la creación plástica
Ola del aire perfumado ola unida a las demás olas
Ola del ensayo ola que acaricia astronomías
Ola de Alexander Calder Ola y adiós
Ola aristotélica ola del padre, de la madre, del hijo y de la hija
Ola de un cierto desorden ola en forma de gaviota feliz
Ola del estoicismo azul
Ola botánica que arrastra algas y murmullos ola del saludo
Ola enmarcada entre olas semejantes
Ola que flota en la ballena ola a la deriva ola del tercer Wittgenstein
ola de los cuentos infantiles ola del espíritu atrevido
ola de la fraternidad ola de la filosofía de la vida
ola del país de las maravillas
ola de una espiral inacabable
ola de los libros hermosos ola del sol rojo en el horizonte
ola que se sabe todas las olas, que se las sabe todas
ola del velero que es el aleph
ola de la luna entre las dunas escondida
Y así, un día tras otro, el joven geógrafo trabajaba, inventariaba, inventaba, creaba, descubría, adivinaba el perfil de los trazos de las ondas de los brillos de las curvas de las líneas de las olas de los mapas marinos que estaba trazando, siempre renovándose y siempre con sentido. “Así fue el mar, así será algún día, así era esa ola de la playa, así la vi y así la he visto y hoy la contemplo acercándose infinitamente, así es ahora, así será y seguiré trazándola. Ola será y siempre renovada. Duna será y tendrá sentido. Nube será, y siempre iluminada.”, pensaba.
Y dibujó, con infinito mimo y cuidado otro mapa de la playa:
Nube de nubes, nube de la duna de las olas
Ola niña de los niños la ola que se adelanta
Ola de nuestras horas ola de horas muertas, vivas de gozo
Ola de vientos ya calmados ola del ser todavía no pensado
Ola del viaje ola del merecido descanso
Ola del péndulo sin tiempo ola de Hoffstadter
Ola que nos acompaña a todas horas
Ola de los aves que se aproximan ola de Sócrates bañándose
Ola del amor que estudia anatomía
Ola del este y del oeste
Ola de los sueños que se cumplen ola en la buena dirección
Ola de las sonrisas alegres
Ola de los diccionarios delicados ola de las melancolías
Ola de los descubrimientos ola del susurro que acaricia los cuerpos
Ola que nunca tuvo que ver con un naufragio
Ola de los monumentos marinos
Ola de la ninfa que se baña desnuda en la playa, ahora perfecta
Ola, río, arroyo, marea, corriente y océano de Juan Sebastián Bach
Ola viajera y viajada ola tan superficial como profunda
Ola con mensaje ola demostrada al modo geométrico
Ola del poeta desconocido ola que nunca se olvida de su origen
Ola infinitamente dedicada a tu presencia, a tu figura, a tu mirada
Y leyó un fragmento de un libro:
"Nace de este tercer género de conocimiento el mayor contento posible del alma". Proposición XXVII. "...quien conoce las cosas según dicho género pasa a la suprema perfección humana y, por consiguiente (por la definición 2 de los afectos) resulta afectado por una alegría suprema."
Espinosa: "Ética demostrada según el modo geométrico"
Y así, día tras día, fue elaborando la mayor, mejor y más extraña colección de cartografía marina y desértica, un mapa cada día, trescientos sesenta y cinco días al año y ya llevaba cuarenta años haciéndolo, y siguió después de jubilado, ya oceanógrafo y oceanólogo, ya dunógrafo y dunólogo y dunósofo, ya mareólogo y mareógrafo, ya nubólogo y nubógrafo, todos los días, hasta el momento de su muerte en el que las olas se hicieron venecianas y su cuerpo trasladado por las olas del viento de las dunas en una góndola perfecta llegó desde Asturias a Venecia y desde allí al cielo de las olas, de las nubes y de las dunas, a las playas del cielo, a las olas y a las dunas del alma para siempre alegre e ilusionada, siguiendo en esto, y en todo, a su admirado Espinosa y llegó a comprender, con inmenso gozo, la necesidad de toda su dedicación al conocimiento.
Ola de la eternidad ola de la ausencia acompañada
Ola de nuevo ola que recuerda las dunas
Ola que recuerda que es nube que va al mar
Ola de las vacaciones en el inmenso Pacífico
Ola del presente ola del placer ola del himno a la alegría
Ola del alma eternamente rehaciéndose
Ola que baila todos los ritmos
Ola que visita todos los puntos cardinales
Ola que solo visita el presente cuando este es felizmente compartido
Ola que escapa del mapa de las olas
Ola del amor que no es desconocido
Ola de la Belleza en la inmensa ternura
Ola mimosa ola magnolia ola rododendro
Ola embarazada de alegría
Ola de la luna llena que es sonata del “Claro de luna”
Ola de Nietzsche embriagado de salud dichosa
Ola de amor siempre infinitamente exagerado ola del aire que no cesa
Ola del “Cinema Paradiso” ola del cielo que es alado
Ola de Ulises seducido por una sirena ola de Penélope
Ola de Sherezade ola de la vida curiosa
ola del amor placentero de las mil y dos noches
ola que nunca es maremoto ni destruye vidas ni alegrías
ola de nubes de arena de dunas de sal plateada
Sus hijos encontraron estos mapas; los demás, los miles y miles de mapas que había nombrado y dibujado con tanto mimo, los había depositado delicada y conscientemente en el mar y en el desierto, en la superficie de las olas, en la superficie de las nubes y en la superficie de las dunas, sus aliadas, poblándolas de nombres, llenándolas de vida, inundándolas de palabras con sentido.
Y el mar y las nubes y las dunas, con su acostumbrada elegancia y paciencia, fueron convirtiendo el papel, los colores y las tintas en átomos de arena embalsamada, en amor de arena, en arena de agua, en dunas besadas por las olas, en olas acariciadas por las dunas, en eternos mensajes de amor y de belleza, pero casi nada de esto se supo porque a casi nadie le interesaba.
(...
—Es un regalo curioso, sorprendente, maravilloso,... ¡muchas gracias!
—Sí, nubes, olas, dunas, palabras,...
—Atenciones, sonrisas, cariños,...
—Sí, más o menos.
—Dunas, nubes, viento, movimiento,...
—Amor, pasión, vida,...
—Sí.
—Impulsos creadores, optimismo irresistible, vida risueña,...
—Sentimientos, caricias, emociones, éxtasis,...
—Sí, debe ser eso.
—Lo mejor de la vida.
—Lo mejor de la existencia.
—Lo mejor de la música que nos impulsa a desear más arriba, más intenso y más alto.
—Lo mejor de la belleza, del placer y de la felicidad.
—¡Eso es vida!
—Sí, eso es la vida que deberíamos gozar todos.
—Y sin defraudar todo lo que la VIDA ha puesto en nosotros.
—Y sin traicionar nuestros principios éticos.
—Pero ningún principio ético debe ir contra la vida.
—Ya sabes que eso depende de lo que se entienda por “vida”.
—Pienso, creo y siento que la vida es lo que asciende, lo que tiene fuerza y atrevimiento, lo que nos empuja hacia arriba, lo que emerge, lo que se extiende como la alegría, lo que convoca todas las esperanzas, lo que no se detiene, lo que vibra de placer y de gozo, lo que no tiene miedo de la felicidad, lo que es joven y no se cansa ni se resigna, lo que conquista y distribuye energía y risa y ritmo entre todos y para todos, lo que no maltrata y se alegra de corazón con todas las buenas novedades, lo que agradece el mundo, la materia y el delirio, lo que es éxtasis y cumbre, lo que convierte la tierra en valle de alegrías, lo que recupera el cielo para todos los humanos, lo que genera diversión y regocijo, lo que es educación para el júbilo, lo que se diversifica en armonías, bellezas, deleites y superficies subyugantes, lo que es profundidad sana y contenta,...
—¡Vale, vale!, ya lo entiendo, ya sé de qué estás hablando.
—Pues menos mal que me paraste, porque ya no sabía seguir.
—Seguro que sabrías, es suficiente sentir para saber lo que es la vida.
—La vida es una diosa.
—No te fíes de las diosas. Recuerda lo que decía Esquilo en “Los persas”: “Del engaño de los dioses, ¿quién conseguirá escapar? ¿Quién con su pie ligero podrá huir de ellos en salto afortunado?”
—¿Quién querría escapar de los brazos de una diosa?
—Quien desee ser libre.
—Pero no quien desee mucho más ser feliz y dichoso, y vivir placenteramente.
—¿Aunque pierdas alguna libertad?
—La libertad necesita un para qué, un objetivo, una finalidad, ser libre sin más es sólo el comienzo, la condición para que se de la oportunidad, la decisión...)
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