15. ORIENTARSE NO ES TAN FÁCIL
“Es tiempo de que el hombre fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre plante la semilla de su más alta esperanza.” (Así habló Zaratustra)
—S: ¡Es increíble! Cuando me dirigí al Departamento de Orientación pensé firmemente que me iban a ayudar, tal y como me habías dicho.
—P: Pero, ¿no te ayudaron?
—S: No sólo no me ayudaron, sino que contribuyeron bastante a aumentar mi confusión.
—P: Empecemos por el principio: ¿qué querías saber?, ¿qué te preocupaba?, ¿qué buscabas allí?
—S: No sé explicarlo muy bien. Era una sensación rara; por una parte está ese título de una novela que no he leído, “La vida, instrucciones de uso”, que a mí tanto me gustaría leer y conocer, sobre todo la parte de las instrucciones; por otra parte está el sentido de nuestras vidas, aparentemente dedicadas al estudio, desde los tres años, dentro del sistema educativo. Claro que durante los años de Colegio y de Instituto todo es bastante fácil, no hay que elegir una carrera, unos estudios universitarios que pueden marcar y decidir el resto de tu vida ...
—P: Te entiendo, sientes una especie de angustia ante las inmensas posibilidades que se te abren en cada momento, cuando terminas tus estudios o en cualquier periodo de tu vida, cuando no sabes qué hacer y no sabes todo lo que se puede realizar en el mundo.
—S: Más o menos.
—P: Cuando estaba en el último curso del Instituto, en teoría era un curso de orientación universitaria, no de orientación vital, soñé en una ocasión que era algo parecido a una planta que estaba naciendo, desenterrándome, asomando la cabeza y mirando desde el suelo lo que había alrededor; hasta entonces era fácil ser planta, bastaba con ir creciendo protegida por el suelo caliente y húmedo, además estabas acompañado de otro buen montón de semillas que estaban haciendo lo mismo. Pero estaba llegando el momento decisivo, había que salir al aire, atreverse a respirar, crecer, volar, ser al menos una planta, un ser vivo, un ser autónomo. ¡Y cuántas posibilidades había!, ¡cuánta angustia por no saber lo que podía estudiar y lo que podía hacer uno con su vida, lo que debía hacer!
—S: Algo así era lo que yo sentía cuando me acerqué al Dep. de Orientación.
—P: ¿Y?
—S: Pues no sé cómo empezar, yo iba buscando ideas, sugerencias para dedicar mis energías y mis posibilidades a algo estimulante, a todas esas cosas que te parecen interesantes pero que no sabes exactamente en qué consisten porque no sabes exactamente cómo vivir. Es decir, no sé muy bien si el mundo y la vida son como son porque tenemos las teorías-ideas-modelos que tenemos o si tenemos las teorías-ideas-modelos-cosmovisiones porque el mundo, la vida, la naturaleza y la realidad son como son.
—P: ¿Y qué pasó?
—S: Ya conoces a Ana Gallego, la Directora del Dep. de Orientación, y su habilidad para hablar sólo de lo que a ella le interesa.
—P: Pero, ¿qué pasó?
—S: Pasó lo que nadie podía esperar ni imaginar, después de mantener una larga conversación consideró que lo más importante era que leyese en voz alta un texto, en forma de larguísimo y pesadísimo poema (?) que parecía que había escrito especialmente para mí.
—P: ¿Y qué hay de extraño en eso?
—S: En que en ese texto se habla de todo, de cualquier cosa, y llega a acumular tantas sugerencias que aturde y confunde.
—P: ¿Tienes aquí ese texto?
—S: Sí, pero me dijo que era personal y confidencial.
—P: ¡Déjame leerlo!
—S: Dijo que era exclusivamente para mí.
—P: ¡Déjamelo!
—S: Bueno, pero con una condición, léelo con calma, en voz alta, declamándolo con energía y entusiasmo, como si fueses una actriz y tu vida y tu futuro dependiesen de ello.
—P: De acuerdo. Lo leeré:
EL SENTIDO
“¿Qué quieres hacer?, ¿qué pretendes hacer con lo que eres?, ¿de dónde vienes de esta manera?, ¿hacia dónde te encaminas sin rumbo?, ¿qué puedes saber de todo esto?, ¿qué debes hacer cada día o en las próximas horas?, ¿qué te cabe esperar a su lado?, ¿cuál será el sentido de esta oportunidad de “vivir”?
¿Dibujar esmeraldas en el aire cuando el sol envidia unos ojos sensibles y pacíficos o esperar a que lleguen hasta ti todos los corredores del atlas?,
¿hablar de mil canciones de amor para escucharlas y cantarlas después en compañía de los mejores amigos o creer en la embriaguez de los ángulos de los colores de las flores,
intentar un diálogo con las magnolias y los rododendros o influir en los dedos para que todos los días tengan su solsticio y su equinoccio?
¿Prolongar los masajes de la nieve en las manos de los niños que juegan o perderse en la sutil eficacia de un tornillo sin tuercas,
ser fuerte en el país de las maravillas y valiente, atrevido, intrépido, osado, inconsciente y hasta temerario,... o carroza de fuego blanco en la serenidad de la nada,
esculpir alegrías dinámicas en las cúpulas de las catedrales más verticalmente góticas o dar de comer a las ballenas melancólicas que todavía puedan escucharse encantadas,
estudiar los posibles sonidos que envían los planetas a las almas más sensibles
o crecer hasta alcanzar el vapor de otra atmósfera y entregarse de lleno, desde todos los grados superiores de lo airoso, a la justa distribución de las riquezas y a la divina proporción áurea de la mirada de tus ojos?
¿Hablar del sentido del hablar con el lenguaje más claro y preciso o envenenar las varices de las piernas del diablo para que se dedique a otra cosa,
estar voluntariamente el último en todas las filas para acabar siendo siempre el primer bienaventurado que no lo pretende, o creer que todo comienza siendo inocente y mortal,
soportar todas las manías de las personas adultas, histéricas, o saber si los despertadores también se duermen en luna llena,
o será tal vez dibujar de nuevo las estrellas y sus nuevas posiciones estrenadas en cada fiesta de inauguración de un móvil de Calder en casa de Elena,
o cabalgar sobre la desesperación de una vida solitaria incapaz por si sola de asistir al estreno de todas las originalidades?
¿También puede ser un viaje a los cabellos más sedosos y delicados o cometer múltiples infidelidades con las nubes desheredadas de la tierra,
romper todos los troqueles y los modelos que hacen moldes y formas y figuras que no te representan;
reírse de la risa o mirar como se presentan de rodillas los aviadores después de rizar el rizo de los tirabuzones entre las nubes,
bailar todos los ritmos de la seducción oriental para perder hasta la inconsciencia o rezar para que nadie crea ya en los pantalones vaqueros,
huir de nosotros mismos,
mordernos,
entusiasmarnos con el Canto Gregoriano,
leer a todos los poetas,
vivir todas sus sugerencias y todas sus locuras,
pintar como si los colores, incluso el malva, el añil, el morado y el violeta,
fuesen la única posibilidad de salvarnos,
o ensuciar de magnífica belleza todas las clavículas de los versos para que sepan cuál es el verdadero preludio, el auténtico juego, el ser que respira y vibra ascendiendo?
Bendecir a Epicuro
y revisar de vez en cuando las lecciones que nos dan los cuentos, por si fuera necesario corregirlas, olvidarlas, transformarlas
o bien, todo es posible, abandonarlas a su suerte, a la suerte inmensa de las dunas de ese paisaje que, nunca, es desierto.”
—S: ¿Qué te parece?
—P: (Exhausta) ¡Exagerado!, ¡excesivo!
—S: ¡Y con esto pretendía orientarme!
—P: ¡Increíble!
—S: Así solo acaba uno más aturdido y confundido.
—P: Es imposible digerir esto, es una sobredosis de información, un enorme palimpsesto.
—S: Así no se orienta nadie, esto es absolutamente desproporcionado.
—P: Creo que sólo pretendía impresionarte, que pudieras examinar todas las posibilidades que ofrece la existencia a los humanos, incluso en su versión más poética.
—S: ¿Y qué hago yo con todo esto?
—P: Releerlo y pensarlo detenidamente, te está diciendo: atrévete a reflexionar sobre las condiciones de tu propia existencia.
—S: No sé, tal vez yo esperase algo más concreto, más exacto.
—P: Precisamente esa es la mejor aportación de todo esto, no te dice lo que debes hacer, sino que te insinúa, te invita a vivir, a adentrarte en la dulce complejidad, en la atractiva encrucijada en la que cada ser humano está metido y en el caos de los hermosos laberintos cruzados que existen y se forman en el encuentro de nuestros abrazos y de nuestros obstáculos, de nuestras alegrías y de nuestras deficiencias, de nuestras amabilidades y de nuestras limitaciones y también en nuestros amores y en nuestros conflictos, porque hay de todo en cada uno de nosotros.
—S: Pero yo sólo quería saber lo que debo hacer para continuar.
—P: Ya te lo ha dicho.
(...
—Exageradísimo, esto no se puede ni leer.
—Es lo que pienso yo.
—Es una solemne barbaridad, habría que seleccionar mucho y quedarse con lo esencial, con la centésima parte.
—¿Y qué podría ser lo esencial en ese maremágnum?
—No lo sé muy bien, pero creo que como todos estamos siendo sometidos a un bombardeo masivo de información, de datos, de hechos, de significados; como estamos ya saturados de conocimientos, la mayoría inútiles y estériles, lo más apropiado sería vivir dentro de tu propio ecosistema mental, reducir todo esto sólo a lo necesario.
—¿Y qué sería lo necesario?
—Que la vida es bella y hay que vivirla con placer y alegría.
—Pero sin perder las referencias globales.
—Sin perderlas y sin obsesionarse por llenar de actualidad superficial todo lo que se puede saber.
—Puede ser una solución para llegar a la excelencia.
—Y aunque sólo sea una solución provisional, saber que es eterna; que aunque digan que se termina, continua y que, aunque nadie lo destaque, es lo más importante.
—Ser más humanos.
—Sí, ser más.
—Ser más tiernos y cariñosos y amables y simpáticos.
—Y más apasionados, llenos de vida y de armonía hasta para los excesos.
—Para todos los excesos de la embriaguez más placentera y dichosa.
—Para envolver los días en una eterna variación de placer que no se agota nunca de darse ni de afirmarse como realidad primordial.
—Para descubrir nuevos prólogos al placer, nuevos índices al gozo, nuevos capítulos a todos y cada uno de los deleites.
—Y nuevos catálogos a la vida más espléndida y desenfrenada que amplía el universo hasta límites insospechados.
—Y todo desde la primera sonrisa enamorada de todo, agradecida por todo.
...)
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