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martes, 18 de octubre de 2011

La superficie de las nubes-12

10. TODO LO QUE QUERÍA Y ESTABA NECESITANDO

“Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, ahora incuba en mí sus áureos huevos.” (Nietzsche: Así habló Zaratustra)
Sebastián siguió su camino, durante días caminó solo, a veces con alegría, a veces con ganas de llorar, a veces recordando con una extraña melancolía su agitada vida, a veces sintiendo el peso de su soledad, a veces prefiriéndola a la compañía inadecuada. Siguió caminando por la pasarela, sin miedo, adelante, siempre adelante con su silencio y su soledad durante un total de cuarenta días y cuarenta noches, o sesenta y tres días y quinientas noches, ese fue su alivio y su calvario, esa fue su alegría y su sufrimiento, siempre en soledad, siempre callado. Después de tan prolongado ayuno y abstinencia de presencia y compañía humana se encontró con su antigua compañera, pero parecía otra persona, otra viajera, otra caminante de la pasarela y se saludaron como si no se hubieran visto antes.

—Sebastián (S): ¡Buenos días!
—Ser humano(SH): ¿Buenos días!
—S: ¿Qué tal estás por aquí?
—SH: Bien, pero demasiado sola.
—S: Sí, es el problema de los que caminamos y vivimos por este desierto alargado.
—SH: Mira yo, antes de caminar por aquí, era muy seria, no sé, creo que me educaron mal o que tenía un carácter poco festivo; ahora al menos camino y miro a lo lejos y hablo con las pocas personas que pasan —dice algo despistada.
—S: ¿Y eso es importante?
—SH: Pues claro, yo no tenía capacidad para disfrutar con casi nada, me reía poco, la alegría me parecía sospechosa, la vida misma también; tenía pocos amigos y menos satisfacciones, creo que se me notaba que no era feliz, que no encajaba en casi ningún sitio.
—S: Lo entiendo y lo compadezco, es duro vivir así.
—SH: El caso es que no sabía cómo salir de aquel atolladero, no sabía cómo empezar a hablar, a reír, a tener amigos, a disfrutar de la vida, a desear el placer de sentirme acompañada.
—S: Difícil situación, difícil planteamiento, difícil nudo y difícil desenlace.
—SH: Todo fue difícil para mí, nunca encontré nada que transcurriese de un modo suave y resplandeciente, nada que saliese de forma natural, sin esfuerzo.
—S: ¿Nadie te dio esa oportunidad?
—SH: No lo sé, es posible que me la dieran y que yo no haya sido capaz de reconocerla— dice con un tono bastante apagado.
—S: Es extraño.
—SH: Verdaderamente así no se podía vivir; los seres humanos necesitamos respirar, alegrarnos, tener ilusiones y proyectos, concebir esperanzas, suavizar tensiones, albergar el cariño con todo el cuidado, movernos levemente, descansar, flotar en el océano definitivamente.
—S: Es difícil saber lo que hacemos aquí.
—SH: Caminar es necesario, volar es necesario, viajar, descubrir cosas, esperar lo perfecto,... Pero nos dijeron que si caminábamos por aquí encontraríamos la solución a nuestros enigmas, nos prometieron que desaparecería este desasosiego y este sabor a sinsentido que tenemos a veces, nos aseguraron que nunca volveríamos a pensar en blanco y negro, que abandonaríamos para siempre el triste furor de imaginar el suicidio, que ya no nos volveríamos a hacer daño con los pensamientos de siempre y que saldríamos de este perpetuo desajuste.
—S: ¡También lo recuerdo!, es cierto, ahora empiezo a recordarlo con más claridad, nos dijeron todo eso; pero pienso que esto nos permite vivir en el mundo y ser humanos, hablar, sentirnos, compartir nuestros problemas, pero, .., —dice muy extrañado y confuso—. No lo sé, será mejor hablar de otra cosa, todos caminamos hacia delante, no he visto a ninguno ir hacia atrás, no sé si es raro ni sé si debe preocuparnos.
—SH: Demasiado complicado parece todo esto, creo que nunca voy a ser capaz de entenderlo.
—S: Puede ser que tengas razón.
—SH: ¿En qué?
—S: En que esto debe entenderse entre risas, entre comillas, entre alegrías y buen carácter, entre fiestas y camaradas, entre amigos muy amigos, con una vida animada, divertida, gozosa e inteligente, una vida risueña, con entusiasmo y vitalidad. Y ser capaces de hacer de cualquier cosa algo extraordinario y perfecto, de sentir como si se estrenasen todas las sensaciones, de vivir en el estado en el que se inauguran las vidas y los versos y nada se acabase ni perdiese fuerza ni entusiasmo.
—SH: Hermosa manera de vivir.
—S: Imagina la música, la primera vez que escuchas algo que te embriaga y te adentra en lo sublime. La música de J. S. Bach.
—SH: Es el mejor ejemplo.
—S: Escucha, te veo a regalar esto. Y le entrega unos papeles.
—SH: ¡Gracias! Lee:

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