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martes, 11 de octubre de 2011

La superficie de las nubes-5

3. EXAMEN DE ACCESO A LA CATEGORÍA DE SER HUMANO

“¡Es preferible no saber nada que saber mucho a medias! ¡Es preferible ser un necio por propia cuenta que un sabio con arreglo a pareceres ajenos!” (Así habló Zaratustra)

Juan y Faustino, máximas autoridades del Consejo Superior de Investigaciones Críticas sobre el Ser Humano, se reúnen para realizar las “Pruebas de Acceso a la Categoría de Ser Humano” a un candidato.

Juan (J)- Hace tiempo que no nos reunimos.
Faustino (F)- Sí, hace tiempo que nadie pretende ser un ser humano y es raro, me parece que antes había más exámenes y pruebas que ahora.
J- Dicen que son malos tiempos para la Humanidad.
F- Debe ser eso.
J- Deberíamos ser más tolerantes, tal vez deberíamos aprobar a alguien.
F- Sí, hace mucho que no aprueba nadie, hace mucho tiempo que no se presenta nadie, pienso que debemos hacer algo.
J- ¿Quién se presenta hoy?
F- En la ficha pone “Juan Sebastián Sereneti”.
J- ¡Curioso apellido!
F- ¡Curioso candidato para ocupar una plaza vacante de ser humano!
J- ¿Por qué dices “plaza vacante”?
F- Porque no hay muchos seres “humanos”, y por relacionarlo de alguna manera con los puestos-sillones de la Real Academia Española.
J- Aquí, entre nosotros, casi todas las plazas están vacantes, desiertas.
F- Cierto, nacen millones de niños y pocos llegan a ser adultos verdaderamente humanos, “muchos son los llamados y pocos los elegidos”, porque “todo lo excelso es tan difícil como raro”, dice Espinosa al final de su Ética.
J- Deberíamos solucionarlo.
F- Recuerda que nuestra tarea no es sólo examinar, discriminar, distinguir, decidir,... si el candidato es un ser humano o no; nosotros también tenemos que educar a la Humanidad, pero sólo lo podemos hacer desde estos exámenes y no sé si serán los instrumentos más adecuados.
J- Pues es una pena, porque es evidente que ya va siendo necesario y que alguien debería hacerlo.
F- ¡Tienes razón!
J- Sí, pero no hacemos nada.
F- Algo deberíamos hacer, podemos ayudarle un poco a este candidato, a ver si así aprueba alguien. ¿Te parece?
J- De acuerdo.
F- ¿Le decimos que pase?
J- De acuerdo, que pase.
F- (Anuncia en voz alta:) El candidato a ser humano Juan Sebastián Sereneti puede pasar.
Juan Sebastián (S)- (Abriendo tímidamente la puerta, como si estuviese cansado) ¿Se puede pasar?
F- Por supuesto, adelante y siéntese.
S- ¡Buenos días tengan ustedes!
J- ¡Buenos días!
F- ¡Buenos días (En un aparte a Juan le dice: - Parece muy educado).
J- (En un aparte a Faustino: - Sí que lo parece).
F- ¿Le parece que empecemos?
S- Por supuesto, cuando ustedes quieran.
J- Veamos, sabrá que esto no es un examen tradicional, aquí no hay un cuestionario ni un montón de temas que haya que estudiar, no hay preguntas tipo test; se trata de mantener un diálogo, una conversación personal en la que nosotros podamos constatar, sin ningún género de dudas, que usted es un ser humano.
F- Es como si tuviera que superar una versión especial del famoso Test de Türing.
S- Lo que ustedes digan, estoy a su entera disposición. (Hace una especie de reverencia).
F- Tampoco es necesario ese gesto ni que sea tan humilde.
S- No es humildad, en realidad yo sólo pretendo ser humano y la vida no me lo ha puesto ni me lo pone fácil; estoy un poco vencido y abollado y no sé siquiera si habré acertado en esta aventura en la que parece que quiero llegar a ser lo que parece tan difícil de conseguir.
J- ¿Quiere contarnos algo de lo que le preocupa?
S- No sé por donde empezar.
F- Seguro que desea decirnos algo, empiece por donde quiera.
S- Sí, claro, aunque tal vez les parezca patético y ridículo, aburrido, absolutamente obvio; no creo que les pueda interesar nada lo que yo les diga.
J- ¡Cuéntenos!
F- Sí, no se preocupe, nuestra tarea es escucharle y hablar con usted.
S- Muchas gracias, son ustedes muy amables.
F- No es necesario que nos agradezca nuestra atención, es nuestro trabajo y lo hacemos con mucho gusto.
S- Bien, entonces empezaré con una cita de Shakespeare: “Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes”, y puedo recordar otra, del mismo autor, que decía algo parecido a “La historia es un cuento de locos contado por un idiota” ¿o era “un cuento de idiotas contado por un loco”?, no sé, es igual. Lo cierto es que a mí me preocupa casi todo; por ejemplo, observo que a mi alrededor niños, jóvenes y adultos, casi todo el mundo se preocupa más por su apariencia, por la moda, por su propio peso, por vestirse bien cada día, por el qué dirán, por el olor y el desodorante corporal, por el teléfono móvil de última generación, por si han visto o no la última película, si han estado o no en un lugar de vacaciones determinado y aconsejado por tal medio de comunicación o de incomunicación, por el dinero, por el coche, por el deporte de moda,... en fin, veo lo que se podría denominar demasiada frivolidad, ligereza, vacío y muy poca humanidad.
J- ¿A qué se refiere?
S- A que todos podemos ver que eso no son más que anécdotas, apariencias, superficies; parece que lo más importante, lo más necesario, lo más urgente, no queremos verlo. ¿Por qué no nos preocupa?, ¿por qué no hablamos y solucionamos los problemas de los niños, de las mujeres y de los hombres, de todos los seres humanos que no tienen agua potable, alcantarillado, vacunas, medicinas, alimentos, educación, vivienda,... que se mueren de hambre y de miseria, que carecen de los más elementales niveles de higiene, limpieza y sanidad, que sólo tienen las telas que cubren sus cuerpos y que se sientan en el suelo, con dignidad y serenidad, resignados tal vez a morir?, ¿por qué no hablamos de las guerras, de las injusticias, de las explotaciones y de las imágenes que vemos y de las que nos ocultan?, ¿por qué somos capaces de soportar todo esto sin deprimirnos, sin llorar, sin rasgarnos las vestiduras, sin cambiar a los gobiernos, sin luchar hasta el último aliento? Hay demasiado dolor y sufrimiento.
F- Contra el dolor existen la medicina y los calmantes, contra el sufrimiento la socialdemocracia del norte de Europa.
J- Parece usted muy sensible.
S- ¡O muy imbécil!
J- No, imbécil no, usted es consciente de la situación y de las terribles condiciones materiales y mentales de vida de muchos cientos de millones de personas.
S- Pero ser sensible y ser consciente no basta, no es suficiente, para qué quiere uno ser consciente si luego no hace nada, si no sirve de nada la preocupación. Decía Eduardo Haro Tecglen, irónicamente, que “la razón se ha vuelto extravagante, de forma que pensar una solución lógica de un problema se debe descartar.”
F- Hay que hacer lo que se pueda. A veces eso es suficiente, demuestra que uno es humano, que es capaz de sentir compasión por el sufrimiento de los demás.
S- ¡Ya!, pero eso a mí no me convence, no me sirve de nada.
J- Parece que es usted muy perfeccionista.
S- No lo sé, lo que quisiera es que no se midiese todo por el beneficio, por el dinero, por el valor económico, por la eficacia, por la rentabilidad, por la productividad,... olvidándonos siempre de los asuntos más humanos, de los más desfavorecidos. Recuerdo un artículo en una revista sobre miles de personas que viven en el basurero de Payatas, en Manila, Filipinas. En medio de un olor terrible que sólo la miseria y la costumbre hacen soportable, la mayor ambición de muchos es llegar a tener una posición lo más cerca posible del lugar donde se derraman los desechos y desperdicios y basuras, para buscar los más valiosos. Eso es lo que me parece todo este sistema, un inmenso basurero donde nos disputamos las basuras y las migajas de los ricos.
J- Parece que es usted muy izquierdista.
S- Puede ser, pero melancólico. Recuerdo también un juicio en Francia contra unos padres de una secta que dejaron morir a un hijo sin asistencia médica, rechazaban cualquier recurso a la medicina en nombre de una lectura fundamentalista y fanática de la Biblia. Vale, de acuerdo, es irracional e insensato negar la asistencia médica a un hijo, pero ahora estoy esperando que se haga lo mismo contra el sistema económico mundial que deja sin asistencia médica a miles de millones de personas.
J- Estoy de acuerdo.
S- Si podemos condenar a unos padres por denegar el auxilio a su propio hijo, también podríamos y deberíamos juzgar y condenar a todo el sistema económico capitalista a nivel internacional por consentir lo mismo.
F- Habrá que empezar a hacerlo.
S- Dice la Unesco que 17 millones de personas mueren al año por hambre y enfermedades evitables relacionadas con la falta de agua potable. Y son como nosotros, somos nosotros en otros países desafortunados. Pero hay un sistema económico capitalista, de libre mercado, ultraliberal o como se llame, que se comporta como una secta cerrada y rechaza todo recurso a la solidaridad en nombre de una lectura fundamentalista y fanática de las leyes del mercado y del egoísmo más materialista.
J- Todo eso es cierto.
S- Si la sociedad capitalista tuviera un abogado defensor seguramente indicaría que la voluntad de los ciudadanos está anulada para cualquier cosa que no sea seguir su estúpido egoísmo, que la capacidad de pensar y de distinguir lo justo de lo injusto está bloqueada por la excelente presión publicitaria de la secta capitalista.
F- Pues sí, las cosas funcionan así, es vergonzoso.
S- Somos culpables del homicidio, del exterminio y del genocidio de millones de personas y nadie nos excusa, nadie nos condena, nadie nos recrimina nuestra conducta y nadie nos dice nada. Y eso es peor porque esta sensación de impunidad hace que algunos nos sintamos fatal. Somos responsables y nadie nos exige nuestra responsabilidad, somos culpables y nadie nos acusa, somos impresentables y todos nos saludan y fingen no ver lo que puede verse.
J- Así es.
S- ¡Cuánto odio!, ¡cuánta miseria moral hay que acumular en el alma para ser capaz de vivir sin sentir nada!, ¡cuánta diversión estéril!, ¡cuánto entretenimiento banal es necesario para ocultar esta miserable realidad de vacío y de esterilidad moral!
F- Es cierto.
S- Lo que quisiera es que nadie fuese declarado inútil, que nadie quedase excluido; como diría Ortega y Gasset todas las perspectivas son necesarias, todas las personas son necesarias. Les voy a leer un texto que tengo aquí de Ortega: “De esta manera la peculiaridad de cada ser, su diferencia individual, lejos de estorbarle para captar la verdad, es precisamente el órgano por el cual puede ver la porción de realidad que le corresponde. De esta manera aparece cada individuo, cada generación, cada época, como un aparato de conocimiento insustituible.” Y este otro de Felipe Fernández Armesto, de su obra “Civilizaciones”: “Aunque el experimento fracase, merece la pena intentarlo, porque cualquier punto de observación extiende la visión. La historia se atisba entre las hojas: cuanto más se cambia la perspectiva, más se pone de manifiesto.” Creo que se entiende.
F- Se entiende perfectamente.
S- Entonces, ¿cómo podemos abandonar a su suerte y a su muerte a millones de seres humanos y pagarle a un deportista millones de euros en concepto de publicidad e imagen?, ¿cómo podemos consentirlo y admitirlo?, ¿cómo no nos morimos de vergüenza?
J- Parece que es usted muy sentimental.
S- No lo sé, tampoco importa si tengo toda la razón o no, si estoy valorando todo desde los sentimientos o no; está bastante claro que ningún ser humano puede soportar eso si es humano. Y el caso es que nos vamos acostumbrando o nos vamos haciendo indiferentes, o se nos acaban la fuerzas y las ideas, nos vamos abandonando o nos vamos dejando asimilar por el sistema que es experto en distribuir todo injustamente.
F- Parece usted una buena persona.
S- Puede ser, no lo sé; pero, aunque fuese verdad, para qué me serviría. Si eres bueno te llaman tonto, se burlan de ti, te timan, te engañan, te declaran irresponsable y sin carácter, pierdes casi todo y te sientes incapaz, solo, extraviado, como si hubieras nacido en el mundo equivocado. (Casi empieza a llorar).
F- Creo que necesita desahogarse, contar todo lo que lleva dentro.
S- (Entre sollozos) Da lo mismo llorar o no llorar, sentarse y dejar que pase el tiempo, que envejezcan las horas y que llegue la noche. Quisiera uno dormirse y durar en el sueño, no despertar y hacer posibles los grandes sueños y las grandes utopías de la Humanidad, y valorar las sonrisas como lo más importante, la alegría de las personas como el síntoma decisivo, el gozo no material, la alegría restallante de vivir entre sueños reales.
F- Es usted verdaderamente una buena persona, benévolo, solidario, compasivo, culto,...
J- Eso ya se lo dijiste.
F- Es igual, una buena persona, tal vez algo deprimido o decepcionado, pero eso está bien, una pequeña dosis de melancolía nos hace más humanos.
S- Pero la pregunta es si es bueno, si es conveniente ser humano, ¿no sería más rentable ser indiferente, neutro, incluso despiadado,...?
F- En un determinado estilo de vida desprovisto de valores éticos puede ser que sí, pero nosotros evidentemente estamos del lado de los humanos, del lado de los buenos, de los seres verdadera, profunda y decididamente humanos.
S- Tal vez estén equivocados.
J- Puede ser, pero es preferible este error humano que los miles o millones de obscuros aciertos inhumanos, injustos, indignos, insensatos,...
S- Quisiera contarles algo más, mis sentimientos más íntimos.
F- ¡Cuéntenos, le escuchamos!
S- A veces me siento tranquilo, a veces es como si estuviese algo alejado de todo, como si ya no me sintiese, como si pudiera ver y valorarlo todo con absoluta serenidad, distanciándome y, a la vez, comprendiéndolo todo íntimamente. Como si estuviera algo lejos de mí, o tan dentro de mí mismo y tan lejos del “yo” ordinario de todos los días, que pudiese decretar la absolución y la inocencia absolutas de todo lo que ocurre, como si escuchase la más bella melodía, la más hermosa de las músicas capaz de consolarme y que no se deja expresar en palabras. Como si estuviese totalmente enamorado, contemplando la felicidad, la belleza y la alegría más absolutas.
F- ¿Y qué sucede?
S- Casi no sucede nada, me siento tranquilo, como envuelto por un minueto feliz y prácticamente inmóvil, como si escuchase un acorde perfecto y sostenido durante una eternidad de tiempos, como si no fuese necesario ser ni pensar ni decidir nada, ni ser responsable de los demás.
J- ¿Eso es cómodo?
S- Tampoco es cómodo, a la fuerza tienes que sentirte responsable, aunque lo que quisieras sería vivir como en un monasterio ateo de clausura dedicado a la contemplación, al estudio, a la lectura meditada, a la música, a la pintura, al arte, a la astronomía y a los móviles de Calder.
J- ¿Eso no sería alejarse totalmente del mundo, no sería evadirse?
S- Sí, pero sólo en esas tranquilidades que rozan el desierto mental, la ataraxia, la imperturbabilidad o la serenidad, me siento descansado. Y llamo desierto mental no a la mente en blanco ni a la anulación de las neuronas ni al electroencefalograma plano, sería algo así como haber conseguido ver completo el escenario y saber que es un hermoso desierto lleno de bellísimas dunas y una música que nos seduce, nos derrite, nos eleva,...
F- Es usted un ser curioso, tiene una manera muy peculiar de expresarse, de ser humano, creo que deberíamos aprobarlo ya.
S- ¡No!, ¡eso sí que no!
J- ¿Por qué no?, ¿no ha venido aquí por eso?
S- He venido, pero no sé por qué. Solamente sé que he venido.
F- ¿Qué nos quiere decir?
S- Que la solución no es que ustedes me concedan el estatuto, la condición o la categoría de ser humano, como si fuera el de refugiado, el de residente en la Tierra, el de inmigrante ilegal o el de apátrida, cosmopolita, telepolita, virtualita o lo que sea.
F- ¿Qué desea entonces de nosotros?
S- La solución no es lo que deseo, no quiero que me den un carnet o un pasaporte o un visado donde ponga “SER HUMANO”, no aspiro a pertenecer a ningún club por selecto que sea, lo que me importa es lo que nos pueda pasar después. Sea o no sea humano, después, tarde o temprano, me temo que tendré que abandonar este lugar y esta educada y amable conversación con ustedes, y salir de aquí.
J- Sí, y saldrá como un “ser humano”, todo un “ser humano”, nada menos que todo un “ser humano”.
F- ¿No es eso lo que pretendía al venir aquí?
S- No, yo vine a refugiarme entre ustedes, a evadirme de la cruda realidad; vine para huir del mundanal ruido, para recibir instrucciones, para esperar a Godot, para leer el manual de instrucciones o, en su defecto, el de supervivencia, para que no me atropellen el mundo y sus problemas.
F- Eso es muy cómodo y muy fácil.
S- Yo lo que quisiera es vivir aquí, con ustedes, en una nube de dunas y de fantasías sensuales e intelectuales, viendo como van desfilando los que pretenden ser humanos. Contemplando y observando con calma como se van desarrollando sus proyectos vitales, cómo se complican, cómo se pierden y confunden, cómo se amplían, cómo se marchitan.
J- Pero, ¿usted qué quiere?
S- Busco lo imperecedero, lo que antes denominaban eternidad, infinito, lo inmarcesible, lo permanente, lo que es, lo que no se altera, lo poesía de lo perfecto, la primavera musical perenne.
J- ¿Y cree verdaderamente que aquí va a encontrar todas esas cosas?
S- No lo sé, este es un buen lugar y ustedes son muy amables y educados, de momento no conozco nada mejor. No quiero salir ahí fuera.
F- Pero un ser humano ha de salir al mundo, enfrentarse con él, modificarlo, hacerlo humano, luchar, no rendirse,... tiene que atreverse.
S- Todo eso suena muy bien, pero el mundo está lleno de sujetos sin domar, otros están sin domesticar, muchos sin educar y bastantes sin civilizar.
J- Eso es lo que hay que hacer, hay que amansar, modelar, cultivar, educar, perfeccionar e ilustrar a los seres para que sean verdaderamente humanos.
S- ¿Cómo hacerlo, si parece que rechazan lo mejor?
J- Eso es normal, es muy humano eso de observar lo mejor y apreciarlo, pero después seguir lo peor.
S- Entonces me está dando la razón.
J- Sí, pero eso no le debe impedir su salida a la realidad, ¿qué haría aquí con nosotros?
S- No sé,... hablar, escuchar, guardar silencio cuando sea necesario, no molestar, conocer todo mejor.
F- Pero eso también lo puede hacer fuera de este Consejo.
S- ¿Me quieren echar fuera?
F- No, sólo queremos que, ya que usted es verdaderamente humano, pueda llevar esa semilla de humanidad a los demás seres que viven sin conocer su verdadera esencia y realidad.
J- ¡Anímese hombre!, ¡es usted el primer “ser humano” que vemos en muchos años! Puede hacer grandes cosas por la gente en el mundo.
S- Ustedes no saben cómo es el mundo ahí fuera, en cuanto sales de aquí todo tiene precio y casi nada tiene valor; casi todo está contaminado por ese extraño virus -casi se ha convertido en epidemia universal- del mercantilismo capitalista más cerril, grosero y rastrero; a casi nadie se le aprecia por lo que es, a nadie se le enseña a ser, a todo el mundo se le juzga por su apariencia, por lo que tienen, por lo que logran atesorar. Y destruyen y destrozan todo, los mejores paisajes, el mar, la costa, los centros históricos de las ciudades, siempre están destruyendo y construyendo y nunca se paran a pensar. Y para mí eso es insoportable, yo no he nacido para competir ni para ganar ni para vencer y tampoco quiero ser derrotado, pisoteado ni vencido.
F- Aunque todo eso sea cierto alguien tiene que salir a decírselo a los demás seres.
S- ¿Ustedes conocen la obra de teatro “Rinoceronte”, de Ionesco?
F- Sí, por supuesto.
S- ¿Y no advierten que es lo mismo?, ¿no se dan cuenta de que muchos arremeten, rugen, embisten, bufan, jadean, empujan y aplastan?, ¿no son conscientes de que no toleran a los que no son rinocerontes-bestias-brutos-fascistas-insensibles-dictadores-inhumanos como ellos?
J- Eso es verdad, pero también nos queda el sentido del humor.
S- La ironía no es suficiente.
J- El humor, la buena voluntad, la risa, el buen y el excelente humor de la alegría, todo eso nos puede llevar a la más tierna humanidad. No sé, a mí me parece que alguien podría llegar a pensar que usted es un blandengue, un sensiblero y un melancólico sin causa.
S- Me parece bien que se atreva, por fin, a decir lo que piensa.
J- Es que no se puede estar siempre lloriqueando, hay algo que puede y debe hacerse; si algo está mal lo que hay que hacer es luchar para cambiarlo.
S- Sí, sí, pero cuando te empujan por todas partes, cuando estás machacado y abollado como un trasto viejo, cuando pierdes parte de la confianza en el género y en la especie humana, cuando estás así ya no valen los consejos.
F- De todos modos una cosa es cierta, hasta el absurdo es lúcido, lúdico y simpático, hasta lo que aparentemente carece de sentido puede esconder su gracia y su alegría subversiva.
S- Sí, sí, pero hay que tener ánimo, disposición, entusiasmo, algo de energía y de vitalidad, no sé, querer.
J- ¿Y?
S- Que yo no tengo casi nada de eso. Me siento a veces cansado, con ciertos restos de lucidez y rodeado de demasiado mundo, de demasiadas cosas que me pueden y que no me dejan ser ni vivir en paz.
J- Déjese de cuentos, usted es un ser humano y tiene que atreverse a serlo. ¡Ríase!, ¡salte!, ¡baile!, ¡alégrese!, pero ¡haga algo!
S- ¡No!, ¡déjenme aquí!, ¡desposéanme de mi condición!, ¡devuélvanme al limbo de los justamente ilusionados o desilusionados!, ¡no me hagan esto! Si dicen que soy más o menos una buena persona, entonces no me merezco lo que me quieren hacer pasar.
F- Merecer, lo que se dice merecer, nadie se merece lo que le ha caído encima; pero tiene que atreverse a ser, a emocionarse, a amar, a ser feliz, a hacer locuras, a vibrar, a vivir todos los placeres,...
S- Si me reconocen como humano no deben tratarme como si fuese todo lo contrario, no deben arrojarme ahí fuera. No hay tantos placeres como dicen ni están tan bien distribuidos.
F-Eso es cierto, nada está bien distribuido entre los humanos, ni las gracias ni las desgracias, ni las alegrías ni las penas, ni los placeres ni nada.
J- Invitarlo a salir a la vida no es tratarlo mal ni obligarlo a nada a lo que no estuviese obligado antes de venir aquí; lo que sucede es que ahora podrá vivir sabiendo que es un ser humano y no un individuo o espécimen cualquiera.
S- Ustedes lo que quieren es que vuelva al lugar de donde he huido.
J- No puede seguir así, en el mundo hay más cosas que esas tan negativas que usted se empeña en señalar tan bien.
S- ¿Por ejemplo?
J- Lo hemos hablado ya mil veces en este encuentro. La sonrisa y la alegría de los niños, los juegos del otoño con las luces, los amigos de la vida, el amor amable, cariñoso y duradero, el placer superlativo, la belleza en mil formas diseminada, los viajes por el mundo, el trabajo bien hecho, el conocimiento, el arte, la mejor música,...
F- La buena música, la buena y abundante comida, la astronomía, los jardines y los árboles que se hacen sabios con el tiempo, el maravilloso buen cine y toda esa colección de tentaciones que nos seducen a través de la belleza de las personas, de los paisajes naturales, de los placeres y de las alegrías; en fin, cualquier maravilla que vaya descubriendo un hedonista coherente y consecuente, un hedonista al acecho, dispuesto siempre a disfrutar cada presente.
S- ¿Palabras! Todo eso no forma más que una buena colección de palabras que no significan casi nada para cientos de millones de seres humanos que hemos dejado al margen del estado de bienestar humano.
J- No se empeñe en ver sólo lo negativo.
S- No es fácil para mí ver sólo lo positivo, ni ser ni estar, ni vivir ni alterarme, ni moverme ni quedarme quieto, para mí no es fácil casi nada.
F- A usted le pasa algo, ¿no será demasiado humano?
S- Eso me suena a Nietzsche.
F- ¡También él era humano, demasiado humano!
S- No sé lo que intentan decirme, no sé si soy muy humano, demasiado humano o poco humano; sólo sé que soy insuficiente y, por supuesto, también sé que no soy necesario.
J-Eso no es importante, lo decisivo es que usted tenga energía para emprender alguna acción, que se atreva a mirar, a desear, a hacer algo que lo saque de ese triste equilibrio en el que apenas malvive, sobrevive o sucede.
S- Sí, muy bien pero, ¿cómo se hace eso?
F- Intentándolo, atreviéndose, lanzándose al mundo, acertando y fracasando, descansando y despellejándose, llenándose de santa indignación y de verdadero reconocimiento, dejándose arrastrar por la música.
S- ¿Reconocimiento?, ¿de qué?
F- De que esto tiene luces y sombras, días y noches, alegrías y penas, alturas, panorámicas y depresiones.
S- Y, ¿qué tengo que reconocer?
J- Cualquier cosa que le guste, que le haga ilusión, que le fascine.
S- La música, la buena música.
F y J- (A la vez) ¡Eso!
S- Es lo mejor que hay, fuera de la música no se puede vivir, pero en ella tampoco, nadie puede soportar tanta grandeza.
J- De acuerdo, pero también hay músicas menos grandiosas, con más ritmo e igualmente atractivas.
S- Creo que no me sirven.
J- No me acabo de aclarar con usted, ¿quién es?, ¿qué es?, ¿es un existencialista?
S- No, creo que no. Aunque haya leído a Sartre y a Camus, a Samuel Beckett y a Ionesco, a Ciorán y a Kierkegaard, yo creo que no soy eso que usted podría llamar un existencialista, pero no negaré que en mi juventud tuvieron una gran influencia sobre mí.
F- La vida no es una pasión inútil, lo que es inútil es no vivir apasionado.
S- ¿Una pasión sin objetivo?
F- Una pasión por la vida, aunque nadie lo reconozca.
S- ¿Aunque no se consiga nada?
F- ¡Aunque nada se consiga!
S-¡Difícil me lo pone!
J- Entonces, ¿es usted surrealista?
S- No, no, qué va, qué más quisiera. Aunque de nuevo tenga que confesar que han influido muchísimo sobre mí tanto el absurdo del espíritu del dadaísmo como la risa, la importancia de los sueños, algunas esferas de la irracionalidad y de la escritura automática; aunque admire todo ese movimiento, sobre todo a Miró y a Tanguy, creo que yo no soy lo que usted denominaría un surrealista.
J-¿Un pacifista?
S- Sí, pero no sólo eso, no sólo la paz y la serenidad, no sólo “la paz y la palabra” que pedía Blas de Otero, también la tranquilidad y todo eso que notamos que nos falta cuando le damos una oportunidad al silencio.
F- ¿Es usted un ser humano?
S- No, no,... la verdad es que... en fin creo que no sé muy bien lo que es eso, esa indefinición, esa inseguridad de lo humano. “El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre un abismo (casi un abismo infinito, diría yo). Un peligroso ir más allá, un peligroso detenerse, un peligroso volver atrás, un vacilar peligroso y un peligroso estar de pie. Lo más grande del hombre es que es un puente y no una meta.” Y esto lo decía Nietzsche y tenía razón. No sé, yo no me atrevería a mencionarme con ese nombre de “ser humano”.
F- Y más razón habría tenido Nietzsche si hubiese dicho: “El ser humano es una cuerda tendida entre la vida y el universo: un puente entre todas las distancias. Un fascinante ir más allá, un tranquilo detenerse, un maravilloso volver atrás, un vacilar emocionante y un placentero estar de pie. Lo más grande del ser humano es que es un puente hacia otras personas, amaneceres, auroras, despertares,...”
J- Pero, ¿usted qué es lo que quiere de nosotros?
S- No sé, pasaba por aquí, por esta vida y me detuve aquí a hablar con ustedes.
J- Esto tiene que terminar y usted, como ser humano que es, tiene que entenderlo.
F- Comprenda que nosotros no podemos cuidarlo siempre, tiene que vivir usted por su cuenta. Debe ser un humano hedonista, tiene que aprender a ser hedonistamente humano. Aunque el mundo estalle de violencia, de tragedia, de muerte y de sufrimiento, el placer seguirá siendo también un acto revolucionario, pura rebeldía contra la necedad puritana que justifica tan bien la guerra y tan mal la alegría del cuerpo, de la mente, de alma, del espíritu y de lo que sea.
S- No sé hacer eso, no sé vivir de ese modo.
F- Pues no sabe lo que se pierde, aunque todo se derrumbe, aunque el mundo se llene de melancolía, aunque todos se olviden de los hermosos placeres, recuerde lo que decía Manuel Vicent: “No pasa nada por ser feliz, no es culpa de nadie”.
J- Pero en el caso de la infelicidad, de la miseria, de la injusticia, del sufrimiento, de la guerra,... siempre es culpa de alguien.
S- Es cierto, siempre es culpa de seres inhumanos, de todos modos parece fácil de decir, pero... no es suficiente, no me convencen; aunque tampoco quiero ser maleducado, me iré porque me obligan a salir de aquí.
F- Tampoco tiene que ponerse así, no lo estamos echando.
S- Algo parecido, pero no será mi decisión ni mi responsabilidad. Que conste que yo no quería salir. Lamento la decisión que han tomado. ¡Hasta siempre! (Se marcha)
F- ¡Extraño final!
J- ¡Extraño examen!
F- ¡Extraña condición la de los seres humanos!
J- ¡Eso le pasa por no ver los Simpsons, por no haber visto “Con faldas y a lo loco” o la escena del camarote de los Hermanos Marx, o las películas de Woody Allen!
F- O por no escuchar adecuadamente la música de Juan Sebastián Bach.
J- O por escuchar demasiado a Amancio Prada.
F- No, es por no saber escuchar a Bach. Ahí está todo.

(En ese momento este nuevo ser humano examinado empieza a caminar por las dunas, entre las dunas, por y para las dunas,...)

(...
—Y este es el famoso examen de ingreso que tuvo que hacer Sebastián.
—¡Así que este es Juan Sebastián!, siempre Juan Sebastián.
—Ya sabes, es un homenaje a Juan Sebastián Bach.
—Es nuestro primer personaje, el que camina por las dunas y por la pasarela.
—Parece interesante, pero es extraño que no quiera vivir.
—Claro que quiere vivir, pero quiere vivir de otra manera, bien, en un mundo donde no sólo existan proyectos egoístas.
—Entonces tiene que vivir, seguir adelante, continuar.
—Este examen lo tuvo que hacer, no sabemos muy bien por qué, pero ahora está aquí, por aquí, algo desvalido, algo perdido.
—Sí, parece algo perdido.
—Es que no conoce el amor.
—El amor no es siempre la salvación, incluso muchas veces es la perdición.
—No estoy de acuerdo, contemplar tanta belleza anima a cualquiera, estar felizmente enamorado y sentir que eres correspondido con la misma fuerza y pasión es lo más hermoso que existe.
—Puede ayudar, pero no es la solución.
—Creo que sí.
—Eso es lo que tú crees.
—Esa ayuda es definitiva para que no se deje pulverizar nunca. Quien ha visto la luz nunca podrá olvidarla.
—Por eso es desesperante vivir en la obscuridad.
—Si has visto la Luz, si has estado en el Cielo, si has vivido en el Paraíso, si has salido de la caverna, si has sido feliz, si has conocido la Perfección, aunque sólo haya sido un minuto, nunca más vivirás a gusto y conforme en las tinieblas.
—Eso suena al mito de la caverna de Platón.
—Sí, pero ¿te has preguntado qué tipo de Filosofía podría y debería haber escrito Platón a partir de sus estancias en Siracusa?, ¿era de verdad tan mal ambiente para la filosofía?
—Él mismo indica en la Carta VII que los banquetes duraban noventa días, que todo era una fiesta de comer y comer, que se dormía cada noche acompañado por una persona distinta, y que así, en semejante ambiente, nadie podía mantener la sensatez.
—Sí, tal vez era excesivo, pero ¿era un mal ambiente para la filosofía o para la filosofía idealista platónica?, ¿por qué el cariño, la ternura, el placer, la alegría, la fiesta y la felicidad han de ser una base sospechosa, un punto de partida poco adecuado para la filosofía?
—Es que aquello no era cariño ni ternura, era orgía y desenfreno.
—Sí, pero imagínate qué maravillosa filosofía hubiese surgido de un Platón no orgiástico pero sí embriagado, dichoso, alegre, feliz, placentero, hedonista.
—No sería el Platón que conocemos, ni el que criticó Nietzsche.
—Seguramente creyó que en una especie de hedonismo universal no habría jerarquías ni niveles de exigencia, ni argumentos ni disposición para el esfuerzo intelectual ni para la sabiduría.
—No sé si se equivocó, pero lo que escribió es maravilloso, nada está más lleno de vida y de alegría que ascender a la luz.
—Sí, pero eso no es toda la vida.
—Si no lo es, al menos es la parte más necesaria.
—Para ti sí, parece que necesitas amar.
—Pues sí, y no veo nada de malo en ello.
—No, malo lo que se dice malo no es, pero...
—Pero, ¿qué?
—Que no debe ser muy conveniente depender tanto de otra persona ni que otra persona dependa tanto de ti.
—Si lo quieres llamar depender llámalo, pero Papageno siempre quiere conocer a su Papagena.
—No empieces a desorbitar ahora con “La Flauta Mágica”.
—No creo que me confunda tanto sobre el verdadero tamaño y sobre la importancia de las cosas.
—Tal vez sí. A pesar de que tú te llames también Juan Sebastián y yo Ana Magdalena.
—Tal vez no, al menos según mi criterio creo que no estoy muy equivocado. Y que conste que me encanta esta coincidencia de nombres.
—Pero tienes que sosegar.
—Sí, a mí me gusta mucho la tranquilidad, la paz y la serenidad, el silencio y la buena música.
—Pues de eso se trata, de música, pero no de la música de las esferas.
—Se trata de todas las esferas convertidas en música.
—No mezcles la geometría con la música, con el deseo y el amor.
—Algo dijo Platón de todo eso.
—¿Y?
—Nada, que creo que todo lo que se eleva es más alto, más importante y más valioso, que nada de malo hay en imaginar y en crear una realidad más perfecta.
—Sin perder el contacto con la sensatez.
—Sin que la sensatez nos haga perder el contacto con una realidad que puede ser todavía más verdadera.
—Sin perder de vista el horizonte y la realidad.
—O inaugurando y descubriendo e inventando nuevos horizontes y nuevas realidades.
—¡Siempre estás pensando en lo mismo!
—Tienes razón: en lo mismo, en las maravillas que podríamos vivir juntos. ¡Eso sí que sería VIVIR!
—No sólo hay vida en lo superlativo, en lo exagerado, en la pasión y en el placer sin límites,...
—Por supuesto, también hay vida en el descanso compartido, en el silencio de unas miradas cómplices, en la alegría que se multiplica por millones cuando se acercan los que desean estar y reír juntos,...
—Pero muchas horas de cada día son rutina, burocracia, pesadez y aburrimiento.
—Esa no es toda la verdad, con qué ilusión se puede hacer todo cuando te domina la verdad más evidente.
—¿De qué verdad hablas?
—De la ilusión apasionada y embriagada, de la pasión creadora de colores y sonrisas.
—¡No te rindes nunca!
—¡Nunca!, ni rendirse ni resignarse, siempre adelante, con el vigor más vivo y renovado, ya lo decía Nietzsche, recuerda que somos estudiantes de Filosofía.
—¡Demasiado entusiasmo!
—¡De algo hay que vivir!
—En eso tienes razón, ¡hay que vivir!
—¡Pues vivamos!
—¡Es posible!
...)

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