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viernes, 28 de octubre de 2011

La superficie de las nubes-25

23. EL HOMBRE PODEROSO

“No existe desgracia más dura en todo destino de hombre que cuando los poderosos de la tierra no son también los primeros hombres. Entonces todo se vuelve falso y torcido y monstruoso.” (Así habló Zaratustra)

Sebastián caminaba por la pasarela, como siempre, y se encontró con un hombre que, por la importancia que se daba, parecía muy poderoso, presuntuoso.
—Sebastián(S): ¡Buenos días!
—Hombre poderoso (P): ¿Buenos días?, ¿por qué dice “¡buenos días!” con ese entusiasmo?
—S: Es una forma de saludarse y, además, es verdad que hace buen tiempo.
—P: Los días serán buenos o malos según lo decida yo.
—S: ¡Hombre!, tampoco es para ponerse así y decir barbaridades tan temprano.
—P: Yo me pongo como me dé la gana y todo ha de atenerse a mis criterios.
—S: No sé, creo que está exagerando, las personas, las cosas y el mundo no dependen de su voluntad.
—P: ¿Por supuesto que sí!
—S: ¡No es cierto!
—P: Lo que yo digo se hace, lo que yo afirmo es verdad y todo ha de cumplirse según las condiciones que yo imponga.
—S: No, la realidad y el mundo, como muy bien dijo Wittgenstein, son independientes de nuestra voluntad.
—P: ¿Ese Wittgenstein es el que renunció a una herencia multimillonaria?
—S: El mismo.
—P: ¡Pobre idiota!, serían independientes de “su” pobre voluntad, pero no de la mía. Yo soy el que manda, el que dicta, el que ordena, el que gobierna.
—S: ¿Y con qué objetivos?
—P: ¡Cómo que con qué objetivos!, ¿qué clase de pregunta es esa?
—S: ¡Si!, ¡objetivos!, ¿qué es lo que pretende mandando así, sin más, sin que nadie se lo pidiera?
—P: Pues mandar, ordenar la realidad y la sociedad como yo quiera, para extender la civilización sin hacer concesiones a nada ni a nadie.
—S: Mire, dice Alain Finkielkraut en “La derrota del pensamiento” que “los hombres civilizados deberían bajar de su ilusorio pedestal y reconocer con humilde lucidez que también ellos son una variedad de indígenas.”
—P: A mí lo que diga ese señor y lo que diga usted me trae sin cuidado. Yo estoy civilizado y no soy un indígena ni nada parecido, la razón, el progreso, la técnica y la tecnología me apoyan. Yo decidiré lo que les conviene a todos.
—S: No puede hacer eso, la realidad es testaruda y en la sociedad hay muchas personas lúcidas que no le vamos a permitir que se convierta en un dictador o en un tirano.
—P: Cuando yo digo algo se cumple, si digo que se puede hacer se hace, si niego el permiso no se hace.
—S: Siempre, tarde o temprano, alguien podrá investigar sus decisiones y comprobar si se ajustan o no a la razón, si respetan los derechos de las personas, si son justos, si son desvaríos de su ambición irracional.
—P: ¡Bah!, ¡palabras!, yo soy el que pongo las condiciones, yo soy el que digo quien viene y quien no viene, impongo los días, los relojes y las horas, lo que quiero que investiguen y cómo quiero que lo hagan, con qué personas o testigos se puede hablar y con quienes no, y yo decido las conclusiones antes de empezar el trabajo.
—S: ¡Eso es imposible!, la comunidad internacional no se lo va a consentir.
—P: Eso no es cierto, lo que yo digo se hace y ninguna comunidad de ningún tipo va a interferir en mis decisiones. No ha oído hablar de la “dictadura perfecta”.
—S: No, no creo, no, no se lo vamos a consentir.
—P: No sabe la cantidad de cosas que se les consienten a los poderosos.
—S: Alguien tendrá que juzgarlos algún día.
—P: No se atreverán.
—S: Se atreverán y lo harán.
—P: Sólo respondemos ante Dios y la Historia.
—S: Ante la Historia como enemigos de la Humanidad y ante dios, si es que existe, como una desgracia absoluta; a no ser que ese dios sea uno de los suyos, su cómplice. Pero además, y eso es lo que importa, tiene que responder ante todos los ciudadanos conscientes.
—P: ¿Cómo se atreve a hablarme a mí así?
—S: Sólo le digo lo que pienso, es usted un impresentable, un sinvergüenza, un prepotente, engreído y soberbio. ¡Usted se lo ha creído!
—P: ¡Guardias!, ¡detengan a este hombre! – pero no viene ningún guardia.
—S: Nadie me detiene, está ... estás solo, absolutamente solo, metafísicamente solo y nadie te va a obedecer, nadie te va a considerar, no eres más que un pobre diablo, ridículo, patético, miserable, tu ser se agota en la nada.
—P: Pero soy el que no te deja pasar.
—S: Pero yo soy el que, tarde o temprano, siempre pasa.
—P: Pero yo y los que son como yo os impediremos ser libres.
—S: Pero yo y los miles de millones que son como yo nos reiremos de vuestros dictados y de vuestras leyes restrictivas y tramposas, y nos atreveremos a liberarnos y a actuar a través del libre hedonismo.
—P: Eso es una barbaridad, el hedonismo es la decadencia y la corrupción de la humanidad.
—S: Eso es lo que habéis dicho siempre y lo que os gustaría que creyésemos, hedonismo para la minoría y para la élite, y resignación para todos. Eso se acabó, vuestra misma publicidad y vuestra misma sociedad de consumo está haciendo más por el hedonismo universal que todo lo que se haya podido pensar y escribir sobre el tema.
—P: ¡Prohibiremos la publicidad hedonista!
—S: No, porque entonces no venderíais tanto y se acabarían vuestros negocios y vuestras trampas.
—P: ¡Prohibiremos que se acabe el negocio y que se descubran nuestras trampas!
—S: Vamos a reírnos de todos vosotros, sois menos que nada, basura inflada de orgullo, de vanidad y de soberbia, reyes “desnudos”.
—P: Eso no es cierto.
—S: Estáis vacíos, resentidos, desapareceréis y nadie os echará de menos.
—P: No es cierto, pasaremos a la historia.
—S: No habrá lugar para vosotros más que en la historia de la infamia.
—P: No es verdad, yo soy importante, soy necesario.
—S: No, después de ti no habrá nada más que alegría, felicidad, placer e inocencia.
—P: No lo consentiré.
—S: Da lo mismo, lo haremos sin ti, la vida pasará por encima de los que no sabéis vivir.
—P: Lucharé para impedirlo.
—S: Y perderás siempre.
El hombre poderoso se marchó.

(...
—Se parece a uno de los capítulos de “El principito”.
—Tienes razón, debe ser que todavía sigue siendo necesario criticar y colocar en su sitio a los que pretenden ser poderosos.
—Sí, algunos pretenden ser imprescindibles.
—Sí, es una desgracia absoluta que ha recaído sobre la Humanidad.
—Nos liberaremos de esa generación de tarados reprimidos que sólo saben restar, disminuir y sacrificar.
...)

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