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viernes, 28 de octubre de 2011

La superficie de las nubes-27

25. DOS MUNDOS DE ALEGRÍA Y DE AMISTAD

“Pero es mejor estar loco de felicidad que estarlo de infelicidad, es mejor bailar torpemente que caminar cojeando. Aprended, pues, de mí mi sabiduría: incluso la peor de las cosas tiene dos reversos buenos.” (Así habló Zaratustra)

Continuaba caminando, una semana más tarde se encontró con una mujer muy risueña, la misma caminante de siempre, la misma que parecía no reconocerlo cada vez que se encontraban.

—Sebastián (S): ¡Buenos días!
—Amiga (A): ¡Buenos días!, contesta con mucha alegría.
—S: Parece que estás muy contenta.
—A: Es verdad, después de años y años de vida he logrado entender lo más valioso.
—S: Eso está bien y qué es.
—A: Lo más importante es la alegría, la amistad, los amigos que cuentan con nosotros y con los que contamos. Lo he pensado, lo he dicho y lo he gritado antes de venir por este camino.
—S: ¿Dónde?
—A: En la Plaza Central —saca un papel de un bolsillo y lo lee como si fuera un bando municipal—. Lee:

“Tenéis que creerme, mis amigos son así, no es un sueño, ellos son capaces, como funámbulos, de atravesar por una cuerda floja desde el acantilado hasta la isla de enfrente, con su pértiga de equilibrio y con un paraguas rojo en la mano, con un sombrero de arlequín y una máscara de saltimbanqui, la sonrisa en la cara y la alegría en todo el cuerpo y el alma. Se ríen por todo, se animan con todo, se entusiasman por todo.
Tenéis que creerme, no me los estoy inventando, existen, son como flores, saltan como niños, bailan como semillas llevadas por el viento, cantan como los ángeles, tocan música como los dioses, ríen respirando como si fuese imprescindible, están felices y contentos, son necesarios.”

—S: Eso está muy bien.
—A: Más que bien, mira, ¿quieres que te cuente la verdad?
—S: Por supuesto.
—A: Yo soy el embajador de los “dos mundos”, de “BI”.
—S: No te entiendo.
—A: Soy el embajador de “BI (Dos mundos, dos miradas)”.
—S: ¡Te refieres a la obra de teatro!
—A: Sí, exactamente, a la compañía de teatro Els Comediants y la Compañía Acrobática de la China que se unieron hace poco para hacer esta mágica obra de teatro, de alegría, de circo, de magia, de escultura, de encuentros culturales, de fascinación por ver como se convierten las esculturas móviles de Calder en hombres y mujeres acróbatas.
—S: La he visto y tienes razón al hablar de fascinación.
—A: Hay actos que deberían ser obligatorios para que todas las personas, desde los niños hasta los ancianos, tuviesen la oportunidad gozosa de reconciliarse con la vida si lo necesitaban o de ampliarla hasta la alegría, el color, el arte, el juego, el teatro, la luz y el placer de vivir. Lo que hacen Els Comediants y la Compañía Acrobática de la China es magia de verdad, es jugar con la ingravidez y lo imposible, es fascinar a todo el mundo con su juego de encuentros entre dos mundos, dos culturas, dos miradas, dos fascinaciones, dos sexos y en ese juego todos somos necesarios, porque es envolvente, enlazador, portador de uniones dinámicas, de despegues y de aterrizajes a la velocidad de la ilusión. Todo perfecto. También estarían en este nivel de perfección el “Gran Circo Nacional de China” con “Zensation” y, cerca, “EL circo del sol” con su “Saltimbanco”.
—S: Eres la mejor embajadora, parece que te gusta mucho lo que haces.
—A: Muchísimo y te diré más, con razón un actor de Els Comediants, señalando al patio de butacas y al público, dice que es un campo de patatas; tenía, tiene y tendrá razón, los espectadores si sólo somos espectadores somos poco más que patatas, campos de patatas. El arte, la luz, el color, el amor, la alegría, la ironía, el humor, el ejercicio más difícil todavía, están en el escenario, en su verdadero arte, en el despliegue de la belleza creada por catorce actores—acróbatas maravillosos y espléndidos y los cuatro músicos occidentales capaces de interpretar también los ritmos de la música china.
—S: ¡Muy bien! —dice fascinado por la explicación.
—A: Si tuviese una colección de superlativos la emplearía toda entera en destacar la gracia de los movimientos, la inspiración de las situaciones, el ritmo trepidante de su energía, la armonía de las escenas y el delirio de colores, todo perfecto, maravilloso y sublime. ¿Cómo se puede conjugar perfectamente la acrobacia circense en el centro de una obra de teatro sin que teatro y circo pierdan nada, sino al contrario, salgan fortalecidos los dos géneros? Pues bien, se hace y vaya cómo se hace, de forma espectacularmente perfecta.
—S: Yo no puedo decir nada, ya lo dices tú todo.
—A: Si alguien no tiene dinero que lo pida prestado, si tiene algo urgente que hacer que lo retrase unas horas, si va a casarse que espere, si tiene que viajar que regrese a tiempo, que nadie haga nada hasta haber visto esta maravilla, que nadie diga que ha vivido o que ha gozado de la vida o que se ha alegrado o que se ha enamorado hasta que vea toda esta extraordinaria y prodigiosa obra de ingeniería acrobática y teatral tan autosuficiente como gozosa, tan admirable como digna de ser contemplada.
—S: ¡Caramba!, te dio fuerte de verdad.
—A: Sí, por obras de arte como estas podremos decirles alguna vez, en el futuro, a quien quiera escucharnos, “confieso que he vivido”. Y si ver esta obra es un privilegio inolvidable, ser actor—acróbata y acróbata—actor debe ser una experiencia inigualable. Todos los sobresalientes animosos y todas las matrículas con todos los honores para estos actores—músicos—acróbatas—humanos de Els Comediants capaces de armonizar color y simpatía, juegos de lenguaje y delirios cómicos y lo mismo para los acróbatas—actores de la Compañía Acrobática de la China por vencer lo imposible todas las veces que quieren, por hacer reír a la gravedad, por llenar de alegría el movimiento absolutamente virtuoso.
—S: Más que aceptable, maravilloso.
—A: Los personajes escapan y nos invitan a escapar del mundo de las sombras, de las prisas y de la ansiedad multiplicada por tres; como diría Platón, pasan de las sombras a la realidad, llegan a ser tridimensionales, multicolores y, al menos, biculturales. Toda una dialéctica emocional y ascendente, aquí sí que es cierto que “al amor le salen alas”, toda una elevación al lugar donde se dan cita todos los síntomas de la alegría, los niños de la risa, el sol de la luz, el baile de las flores, los ojos de las travesuras, los versos del optimismo, las nubes que se disipan para que entre el sol del aire, la lluvia que crea burbujas sobre la hierba engalanada, el crecimiento que llega y te hace ser tan mayor como un juguete que juega y tan tierno como la bondad de la música, el tejado inclinado para que resbalen las penas y una filosofía poética y potable, un paisaje de nieve siempre conservada como nueva, el estreno festivo de todos los días. Y, al final, si hay que morir, que sea de una sobredosis de alegría.
—A: ¿Por qué mencionas a la filosofía?
—S: Porque, aunque casi nadie lo sepa, la filosofía también puede ser y es esa parte del optimismo y de la alegría que piensa que la razón puede y debe defenderse a sí misma y por sí misma en cualquier asunto, sin necesidad de leyes, presiones, poderes, dineros, permisos, ideologías, dioses, estadísticas,... Ya decía Platón que “la filosofía es la mejor música”, la mejor alegría, el mejor grado de optimismo.
—A: Curiosa perspectiva la de “Bi”: dos mundos y los dos verdaderos, los dos originales y copias, los dos reales, los dos platónicos, perfectos y sensibles, materiales y espirituales,...
—S: Espíritus sensibles y materias perfectas, me gusta.
—A: Los dos mundos llenos de luz y de color, Espinosa a nuestra manera, como los dioses que abandonan su indiferencia para vivir la risa más alegre del mundo.
—S: Sí, al menos es curiosa esta interpretación.
— A: Mira, con la ilusión se logra ver que el Everest es la duna más alta, que la Antártida es la duna más fría, que la Luna es la duna más hermosa y lejana, que la Tierra es la duna más acogedora, que ...

(...
—¡Cuánto entusiasmo!
—Me gusta ese derroche de alegría y de risa, ese canto tan emocionante a la amistad, esa embriaguez impulsiva y creadora.
—A mí también, es estimulante.
—Es divertido, anima y está lleno de energía y de vida.
—Sí, es refrescante y ágil.
—Me gusta.
—¡Eso tiene muy buena pinta¡
—Ya lo creo.
—Sería multicolor, entusiasmante, dinámico.
—Y enriquecedor, y enloquecedor.
—¡Radiante!
—Sería espléndido.
—¿Y cuál es el peligro?
—¡Una vida mejor¡
—¿Eso es un peligro?
—Es que cuando probemos la felicidad no vamos a hacer otra cosa que reincidir.
—Pues qué bien.


YO SÓLO QUERÍA LEER

“¡Yo sólo quería vivir! No soy culpable de nada más, ¡vivir!, ¡sí!, ¡tampoco es pedir demasiado!, hablar con confianza, sonreír y reír con todas las ganas del mundo, sin disimular, poder estar desinhibido totalmente sin tener que pensar que a alguien no le gusta lo que dices; ser un poco feliz, o mucho, o demasiado, y sentir el inmenso placer de estar vivos, eso que llamaríamos “alegría de vivir”; tampoco estoy pidiendo nada del otro mundo.¡Qué cosas tiene la felicidad y la alegría y el placer y el bienestar y el sentirse bien!, ¡qué bien fijadas y guardadas y memorizadas y archivadas se quedan las vivencias más felices! ... En fin, no sé qué te iba contando,... ah, sí,... sí, claro, eso, lo más normal de todo, eso que Aristóteles afirmaba con especial solemnidad: “Todos los hombres buscan la felicidad”, todos los seres humanos quieren ser felices, o algo parecido, tampoco es tan importante la frase exacta, se entiende perfectamente. Es decir, que yo sólo quería ser feliz, reírme sin avergonzarme ni resultar sospechoso, hacer mis acertados o desacertados comentarios (¿seré un bocazas?), hablar, comunicarme, eso, sentir que la vida no es una estafa ni un timo. Por eso me gustaba hacer el proyecto de investigación sobre Nietzsche, con el más atrevido de los hedonistas, con el más salvaje afirmador de las propiedades curativas, terapéuticas y optimistas de la vida, con el más hedonista de los filósofos trágicos, con el más trágico de los filósofos hedonistas.
¡Vivir!, ¡notar que tu vida no está desatendida!, ¡sentir que estás vivo y que no estás derrochando ni desaprovechando el tiempo de cada día!, ¡que haces lo que más te gusta y que eso que tanto te gusta y haces tan bien es tan necesariamente así que no lo puedes cambiar por ninguna otra cosa sin que se tambalee todo el universo! Y leo: “Presenta un proyecto de vida para siglos”, ¿y qué?, ¿y qué hago yo ahora?, si me ha quitado la palabra, si eso es lo que yo quiero, un proyecto para siglos, ¡qué digo siglos!, ¡milenios!; ¡qué digo milenios!, ¡eternidades!; ¡qué digo eternidades!, ¡siempre!; ¡qué digo siempres!,... Más adelante dice: “ejerce una fascinación estética”, ¿y esto qué es?, ¿no es acaso la descripción de mi propio estado?, ¿no estoy absoluta y perdida y ganadamente fascinado? O esta: “Dio a la palabra vida una resonancia áurea”, ¡y me han pillado de nuevo, ¿no es acaso la vida de oro?, bien, y si a alguien no le gusta de oro, ¿no es de plata o de platino o de reflejos de estrellas encantadas?, pero ¿qué he hecho yo para merecer esta sobredosis de alegría a distancia?, ¿por qué no pueden hacerse reales los mejores augurios?,... en fin... no sigo, porque es tan grande el placer que no es posible hacer solo todo el recorrido.
—Un día de estos vas a impresionarme.
—Tampoco estaría mal.
...)

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