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martes, 8 de noviembre de 2011

A LA ALTURA DEL AIRE-11

Luis prosiguió con su guión: EL MECENAS DE P-2

--Habíamos quedado en que Paula es una mujer fascinante, bellísima y encantadora. Aunque no sabe nada de P decide empezar por lo importante, escribe su relato, su cuento, como presentación y solicitud para conseguir esa ayuda. Después ya se ocupará de buscar la dirección o de cualquier otro asunto práctico. Lo titula:”Palabras en el aire":

Hasta ahora los seres humanos se han comunicado entre sí y con el mundo dando por supuestas muchas cosas, que el mundo está ahí, que sus palabras se refieren precisamente al mundo y que ellos son capaces de entender todo el tinglado.
Algunas teorías filosóficas tan escépticas como extravagantes han pretendido dudar de la misma existencia del mundo real, exterior y material; otras han preferido dudar de nuestra capacidad de comprensión, instalándose en un escepticismo intelectual poco aconsejable; y otros incluso se han atrevido a dudar del valor de las palabras.
El caso más paradigmático es el de Gorgias, sofista griego del siglo V a. d. C., que llegó a la conclusión de que nada existe. Su posición se encuentran en una de sus obras, Sobre la Naturaleza o el No Ser, en la que defiende que el ser (la realidad, el mundo) no existe, que si existiera, no lo podríamos conocer y que, en el caso de que pudiéramos conocer algo, no podríamos comunicárselo a los demás mediante el lenguaje.
Lo que parece ser que nadie ha hecho hasta ahora, y ya es raro, dado que casi cualquier combinación de ideas se ha probado a lo largo de la Historia del Pensamiento, es considerar que las palabras usadas "alegremente", no al azar, sino con la mejor predisposición para el optimismo existencial, pueden ser una solución al problema del escepticismo artístico, al cansancio literario y lingüístico, a la astenia filosófica, a la duda vitalista o al negativismo formal, incluso a ciertos minimalismos reduccionistas de la gran pasión barroca de la vida.
Las palabras pueden ser mágicas cuando las usa alguien con capacidad para hacer sonreír de nuevo al mundo; de hecho las palabras vuelan cuando se envían con cariño a otras personas, flotan cuando los interlocutores se aman, establecen puentes tan duraderos como la historia misma de las lenguas que les han dado todos sus sentidos cuando dos se miran realmente encantados de haberse conocido.
Si se elige siempre la mejor palabra, la más adecuada, la menos hiriente, es como si se conociese la clave secreta del universo; la bondad también es un protocolo lingüístico que permite acertar con la dosis oportuna de diplomacia, con la frase adecuada, con el sentido logrado, con la información consoladora y balsámica.
El mundo no necesita más insultos ni agresiones, las diferencias dialécticas deben ser representadas a partir de ahora como pequeñas fluctuaciones en el delicado equilibrio de un móvil de Calder.
El Universo no necesita más problemas, ya es hora de dar con la clave para pronunciar el "¡Ábrete Sésamo!", el "¡Eureka!", el "vínculo de P" definitivo que reconvierta cualquier tensión en sugerencia emocional y poética en la que todos, creadores y espectadores, se sientan dichosos sólo por el hecho de contarse entre los afortunados que pueden disfrutar a los nuevos exploradores y descubridores de palabras
El sentido nuevo que se instaurará en el Cosmos sería proporcional a las altas dosis de alegría imaginativa que se despertaría en todos los humanos que, una vez hayan descubierto la insustancialidad del dinero y de los otros ídolos de la tribu, se ocuparían de asuntos más dignos y altamente hedonistas, como sentirse bien simplemente por gozar de la dicha de existir, estar tranquilos por saber que la vida es el máximo premio, que nada es mejor que ser en un mundo compatible con la felicidad, la alegría y el placer.
Todas las ciencias y las artes, todas las tecnologías y las filosofías, todos los oficios y trabajos, tendrán como finalidad ayudar a aumentar el bienestar y la complacencia humanas, luchar contra el dolor y el sufrimiento, evitar o retrasar la muerte todo lo posible, curar la enfermedad y la angustia, eliminar la ansiedad y las preocupaciones excesivas.
Instalados ya en la nueva era del "euhedonismo" (del griego "eu", bueno, y "hedoné", placer), las energías humanas, tanto tiempo desperdiciadas en guerras, conflictos fronterizos, ansias de poder y enfrentamientos absurdos, se dedicarían a ampliar horizontes, cartografiar buenos sentimientos, estudiar nuevas posibilidades para festejar todas las dimensiones recién descubiertas de las sonrisas humanas.
Como si a la vida hasta ahora no se le hubiera permitido moverse, ascender y volar (Nietzsche), como si ser, existir, vivir, expandirse, hubiese estado restringido y limitado en todas partes, toda la humanidad debería replantearse sus objetivos y tomar como modelo el nuevo paradigma de P, nuevo horizonte de valores gloriosos para todos.
Que esto sea posible depende de todos, de cambiar la forma de mirar el mundo, porque allí donde unos ven valles de lágrimas otros estamos viendo ya Paraísos polombianos florecientes. Que el arte, la creación, la libertad y el aire libre puedan realizarse y que todo sea interesante.

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